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Jesús y los ricos


Jesús en su discurso en (Mateo 6: 24) habla con mucha más frecuencia de la riqueza y los acaudalados que de la pobreza y los pobres.

Una de las razones para la relevancia siempre contemporánea del Evangelio es el hecho de que no es conforme a las tendencias dominantes de la “opinión pública” o de las estadísticas. Paradojicamente, también es una de las razones por las que ha tenido efectos tan poco visibles en la mayoría de la gente.

Los comentarios de Jesús sobre la riqueza y el dinero están precisamente en linea con esto. En los tiempos como aquellos cuando las ideologías que originaron el capitalismo o terminaron en Marxismo dan un lugar privilegiado a la esfera económica y hacen el problema de producción y distribución de riqueza la piedra angular de su éxito histórico, las obras de Jesús parecen anacrónicas y condenadas a ser admiradas pero no imitadas.

El recuento de las enseñanzas del Evangelio sobre las riquezas y los acaudalados no presentan un balance optimista. Jesús no condena al dinero en sí. Esto es consistente con su enfoque: Él no condena las cosas: Él condena o advierte contra las actitudes de la gente hacia las cosas. En el caso del dinero o de la riqueza, sus advertencias son muy sistemáticas ya que los cristianos están forzados a examinar todo nuestro criterio “espontáneo” y las actitudes sobre esta cuestión.

Para Jesús, la ambigüedad radical de la riqueza consiste en su tendencia para volverse “señor” del corazón humano. Este nuevo “dios” no deja espacio para ningún otro. Ya sea que le sirvamos al Dios que nos libera o al dios que al enriquecernos nos encadena a la tierra. La opción entre Cristo y el dinero implica una visión de vida y de la vocación humana. Servir al dinero es dos cosas hacer un dios fuera de la tierra y pervertir el propósito de sus bienes y de la persona que los usa. La advertencia de Cristo al respecto de esto es claro: “no acaparen tesoros en la tierra”… son precarios y futiles…ellos pervierten el corazón y la razón de la existencia…” Porque donde está tu tesoro ahí estará también tu corazón.” (Mateo 6: 19-21)

Esta es la razón por la que Jesús es tan severo con los ricos. Su enseñanza sobre la liberación humana no consiste solamente en declarar bendecidos a los pobres y herederos privilegiados del reino. Hay también una advertencia y una llamada a los ricos. Todavía nos sorprende, en la lectura del Evangelio, notar que Jesús dirige por lo menos tantos discursos a los ricos como a los pobres, discursos con un contenido que es igualmente liberador aunque diferente.

Para una persona rica “es más difícil entrar en el Reino de Dios que para un camello pasar por el ojo de una aguja:” (Lucas 18: 24) El que hace de las riquezas “su consuelo… pasará hambre… y se lamentará y llorará.” (Lucas 24: 25) Ante Dios, “él es lamentable, pobre, ciego y desnudo y merece compasión.” (Apocalipsis 3: 17)

En su discurso sobre los ricos, Jesús, por quien “todo es posible,” (Lucas 18: 27) y quien “vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.” (Lucas 19: 10) tiene una intención redentora. El hombre rico debe cambiar, cesar de “atesorar cosas” para él mismo en lugar de volverse rico ante Dios. (Lucas 12: 21) él debe redescubrir el profundo significado de su riqueza y dinero de acuerdo al criterio de Cristo.

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DEL LIBRO “SIGUIENDO A JESÚS” (SEGUNDO GALILEA)
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El Samaritano





“El Samaritano fue un hermano para aquel herido, no por razones de su religión (el sacerdote, el levita, y el judío tenían la misma religión: el Samaritano era un hereje), no por su raza, nacionalidad o ideología (era precisamente él quien no tenía nada en común con el judío), sino más bien por su actitud caritativa.

Mi prójimo no es el que comparte mi religión, mi país, mi familia o mis ideas. Mi prójimo es aquel con el que me he comprometido. ‘Nos volvemos hermanos y hermanas cuando nos comprometemos nosotros mismos con aquellos que nos necesitan; somos mucho más hermanos cuando nuestro compromiso es más completo’. El samaritano no estaba contento con darse a sí mismo parcialmente a aquel hombre herido. Él atendió a ese hombre, le puso vendajes, lo levantó y lo llevó a un hotel y pagó por todo lo que pudiera necesitar.

La entrega de uno mismo en amor es la medida de la hermandad. No somos hermanos y hermanas si al final no sabemos cómo ser efectivamente compasivos.

Para acercarse al judío, el samaritano tenía que hacer un esfuerzo para salir de sí mismo, poner a un lado cualquier pensamiento sobre su raza, su religión, sus prejuicios. “Uno debe saber que los judíos no se comunican con los samaritanos.” (Lucas 10: 36) Él tenía que poner su propio mundo y sus propios intereses inmediatos a un lado. Él abandonó sus planes de viaje y le dio algo de su tiempo y su dinero. En cuanto al sacerdote y el levita, no sabemos si ellos eran mejores o peores que el samaritano, pero lo que sabemos es que ellos nunca dejaron su propio mundo. Sus proyectos, que ellos no querían trastornar al interrumpir su viaje, eran más importantes para ellos que el desafío de volverse hermanos de un hombre herido. Ellos consideraban sus rituales y funciones religiosas más importantes que la caridad fraternal.” Pág. 28-29.

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Del libro “siguiendo a jesús” (por: segundo galilea)

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Mensaje Cristólogico


“Cuando tratamos de determinar la imagen humana de Jesús y su mensaje Cristológico, nos encontramos de frente con la tarea que realmente no admite ninguna solución definitiva. Por lo menos, la personalidad que se nos ha dado en los Evangelios es imposible de entender y de penetrar. Es tan así de radicalmente paradójico y diferente de cualquier otra cosa que conozcamos que desafía cualquier clasificación. Justo cuando pensamos que ya lo conocemos Él aparece en otra forma, con nuevos tratos que nosotros no habiamos descubierto y que difumina nuestra guia anterior. Contemplar a Cristo nos introduce a una personalidad inagotable.

Aun así, cada uno de nosotros tiene una idea personal del Señor más o menos bien fundada, más o menos inconsciente, formando parte de una Cristología que influencia nuestro ser y toda nuestra subasta como cristianos.

Aun cuando no lo notamos, en esta imagen que hacemos de la personalidad de Jesús va nuestra propia manera de ser, nuestra propia psicología, y las muchas formas de nuestro egoísmo. Siempre estamos en peligro de deformar, de acuerdo a nuestra propia condición, la personalidad real del Señor. Tendemos a formar a Jesús a nuestra propia imagen y semejanza, de acuerdo a nuestra medida, justificando nuestra mediocridad e infidelidad para adaptar el mensaje de la persona de Cristo para nosotros y no de nosotros a Él. La unica manera de evitar esta tentación constante será el retorno permanente a la contemplación del Cristo de los Evangelios. De otra manera, transformaremos la Cristología en una proyección de nosotros mismos y la práctica cristiana en una ideología en la cual aceptamos los aspectos del Evangelio que encaja en una posición que ya es personal o en una ideología.”
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 (Siguiendo a Jesús: Segundo Galilea pág. 15-16 )
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Autenticidad de la Espiritualidad Cristiana



(SIGUIENDO A JESÚS: SEGUNDO GALILEA)
Pág. 12-13


“La originalidad y autenticidad de la espiritualidad cristiana consiste en esto: que nosotros seguimos a un Dios que pone por encima de Él nuestra condición humana. Uno que tiene una historia como la nuestra, que vivió nuestras experiencias, que hizo elecciones, que se hizo devoto Él mismo por una causa por la que Él sufría, que tenía triunfos, alegrías, fallas y por la cual dio su vida. Ese hombre, Jesús de Nazaret, como nosotros en todo excepto en el pecado, en quien vivió la plenitud de Dios, es el único modelo de nuestro discipulado.

Por esta razón el punto inicial de nuestra espiritualidad cristiana es el encuentro con la humanidad de Jesús. Esto es lo que da a la espiritualidad crisitiana todo su realismo. Al hacer al histórico Jesús el modelo de nuestro discipulado, la espiritualidad católica nos desarraiga de la ilusión de: el “espiritualismo” de una cristianidad “idealistica”, de valores que son abstracto y alienantes a las experiencias históricas y a las demandas. Nos libera de la tentación de adaptar a Jesús a nuestra imagen, a nuestros ideales, a nuestros intereses.
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Conversion


“Todos los cristianos sabemos lo que es la conversión: es conformar nuestro ser según los valores que Cristo enseñó, los cuales nos sacan del egoísmo, la injusticia y el orgullo. También sabemos que la conversión es la base de toda fidelidad cristiana, en nuestra vida personal, en el apostolado, o en cualquier cuestión social, profesional y política, la conversión nos saca de los lugares escondidos y “Nos lleva a lugares que no queremos ir.” (Juan 21: 18) al seguir a Cristo…

Todos los cristianos, cualquiera que sea su estatus, secular de eclesiástico, son permanentemente llamados al dinamismo de su conversión en el cual no hay privilegios o respeto por las personas, y la cual depende radicalmente de nuestra respuesa a la llamada de Cristo. Esta respuesta condiciona a cada humano y proyecto eclesial y es la única y auténtica verificación de cualquier compromiso…

No siempre estamos conscientes de la senda de la conversión, o de su dinamismo único. Cristo no nos llama solo una vez durante nuestra vida. Nosotros recibimos muchas llamadas. Cada una es más persistente que la anterior y es parte de las grandes crisis de nuestro crecimiento humano-cristiano. La conversión es un proceso que nos llama a una vida evangélica radical en nuestro “mundo” para vivir el éxodo de nuestra fe y seguir al Señor.” 
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Siguiendo a Jesús

(POR: SEGUNDO GALILEA) 
El tema central del libro de Galilea es Seguir a Jesús. Esta es la raíz de la cristianidad y debería ser la base de cualquier movimiento de renovación espiritual. Este es el desafío a la fe en nuestra generación: encontrar a Cristo Jesús en las profundidades de la realidad desconcertante que nos rodea y seguirlo en el camino del Evangelio hasta que estemos cara a cara con el Padre. Esta espiritualidad del Evangelio es la base necesaria para el movimiento de liberación. Debe ser la base que nutra la lucha contra las fuerzas de la oscuridad y del mal en nuestras vidas personales y en nuestra sociedad.

Siguiendo a Jesús 

página. 1-2
“Con frecuencia no podemos ver el bosque a causa de los árboles. Lo mismo sucede con la espiritualidad. Para muchos católicos, esta palabra conjura una gran cantidad de demandas, de comienzos, de ideas teológicas, que terminan por cubrir la sencilla esencia de todo. Otros parecen confundir este o aquel “árbol” importante con el “bosque.” Ellos identifican la espiritualidad (y hablar de espiritualidad es hablar de vida cristiana) con la oración, o con la cruz, o con una dedicación completa a los demás.

El Evangelio nos revela las bases de toda espiritualidad y nos regresa la demandada sencillez de la identidad cristiana. Nos enseña que ser un discípulo de Jesús es seguirlo a Él, y que toda nuestra cristianidad está construída sobre nuestra respuesta. Ya que la esencia de la espiritualidad cristiana ha sido seguir a Jesús bajo la guia de la iglesia.

Ser cristiano es seguir a Jesús por amor. Es Jesús quien pregunta si lo amamos; somos nosotros los que contestamos que si. Es Él quien nos invita a seguirlo: Simón Pedro, ¿me amas?... Si, Señor… entonces sígueme. (Juan 21: 1-19) y eso es todo. Tan sencillo como eso. Aunque nosotros somos ignorantes, llenos de fallas, Jesús nos guiará a la santidad, siempre que empecemos por amarlo a Él y que nosotros tengamos el valor de seguirlo.”
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La Felicidad de María

(Lucas 11: 27-28)

El falso yo es como la taquifrafía para nuestra tendencia de buscar seguridad para nosotros mismo“Señor, Señor” y no hacer lo que Él nos dice. (Lucas 6: 46).
s. Se aferrará a cualquier cosa para conseguir lo que quiere. La religión está destinada a abrirnos hacia Dios. Pero podemos usarla para reforzar nuestra propia imagen. No hubo nada malo con lo que la mujer en la multitud gritó en el texto de nuestra escritura, pero Jesús tomó la oportunidad para señalar que, en lugar de clamar una relación física con Él, era mucho mejor oir la palabra de Dios y guardarla. Jesús dijo en otro lugar que no tiene sentido llamarlo,

Lo que importa entonces no es el hecho de que nos llamamos cristianos, sino cómo vivimos actualmente nuestro dia a dia. La oración auténtica tendrá un efecto en cómo actuamos y reaccionamos. Usualmente los efectos no serán dramáticos, pero es como el goteo constante de agua en la roca; eventualmente el agua desgastará la roca. Gradualmente nuestros motivos serán puestos al descubierto. ¿Por qué oramos? Algunas personas meditan para relajarse, o para obtener otros beneficios físicos o psicológicos. La oración, por otro lado, es una relación con Dios. Nosotros somos atraídos por lo que obtenemos de dicha actividad, pero estos sentimientos placenteros se secan tarde o temprano. Yo ya he mencionado (en la reflexión 9) la enseñanza de San Juan de la Cruz sobre “La Noche Oscura”, o por lo menos la primera parte. Si somos serios con respecto a la relación con Dios, nuestra motivación pronto será desafiada. El propósito del desafío no es castigarnos en ninguna manera, sino ayudarnos a crecer. Dios nos aleja de la leche espiritual para empezar a darnos alimento sólido, y mientras tanto no seremos muy felices. Es como si la luz se alejara, y no podemos ver los objetos familiares a nuestro entorno. Se lleva un buen rato para que nuestros ojos se acostumbren a la falta de luz y para nosotros acostumbrarnos al cambio de dieta.
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María y la Profecía

(Lucas 2: 33-35)

Nuestro texto anterior de la Biblia terminaba diciéndonos que María y José se maravillaban de las cosas que se decían sobre Jesús (Lucas 2: 33) En la continuación del texto que acabamos de reflexionar, ciertamente los traen de regreso a la tierra de un solo golpe, Simeón lo bendice y luego se vuelve hacia María diciendo: “Este niño traerá a la gente de Israel la caída o la resurrección, será una señal de contradicción, mucha gente lo rechazará y a ti María una daga te atravesará el alma. (Lucas 2: 33-35)

San Lucas no se anda con rodeos. Él lo dice como es. Seguir a Jesús necesariamente nos lleva a un conflicto. Cada uno debe tomar una decisión para Dios o contra Dios, y esto no se hace necesariamente con palabras sino en la realidad práctica de la vida diaria. Él fue rechazado, y tomar la decisión por Cristo no nos garantizará una vida llena de paz. Los problemas son parte de la vida, pero ellos pueden tener una parte positiva al sacar fortaleza que ni siquiera sabíamos que teníamos.

No debería ser una sorpresa que la forma en que oramos tenga sus problemas. La oración es una relación personal con Dios y cualquier relación, especialmente esta, nos cambiará de alguna manera. Dios no es una cómoda sábana o un obediente grifo que instantaneamente nos da agua caliente. Dios es el Creador de todo esto, de lo que se ve y lo que no se ve. La razón humana puede buscar lo divino pero podríamos saber muy poco o nada de Dios si no fuera por la revelación que se nos da en la historia del Pueblo Elegido y más que todo sobre Jesucristo. A través de toda la Biblia podemos leer con asombro que Dios, que nos creó, quiere tener una relación con nosotros, pero para hacernos capaces de recibir la plenitud de la vida debemos estar preparados. Es así, que Dios nos guia y nos purifica. Si nuestra oración no nos lleva a consentir la acción de Dios en nuestras vidas, entonces algo anda mal. 
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María con el Niño Jesús en el templo

(Lucas 2: 22-33)

“María y José fueron golpeados por todas las cosas que se decían sobre Jesús cuando ellos lo llevaron al Templo en Jerusalén la primera vez. Se espera que las iglesias sean espacios sagrados donde se anima a la comunicación con Dios, pero Dios no está confinado a lugares de adoración. Cuando entramos a una iglesia, con ilusión, estamos dispuestos y listos para escuchar lo que Dios tiene que decirnos. Sin embargo, Dios habla en muchas y diferentes maneras. Con frecuencia nuestro tiempo de oración puede parecer muy seco o lleno de distracciones, y podemos pensar que Dios no tiene nada que decirnos, pero de hecho, Dios se comunicará con nosotros fuera del tiempo de oración. Para recibir lo que Dios quiere darnos debemos permanecer en la sintonía con Dios durante todo el día. Nuestro tiempo de oración es un encuentro con Dios, no importa como se sienta. Es este encuentro diario con Dios lo que nos pone en sintonía con Dios y nos hace sensibles a lo que Dios está diciendo durante el día. Todos los grandes deportistas, hombres y mujeres entrenan mucho; sin ese entreno arduo pronto perderían el toque que los hace especiales. Sin oración un cristiano empieza a perder el contacto con toda fuente de vida, y se vuelve más y más difícil permanecer abiertos a lo que sea que Dios desea comunicarnos.

Hay muchas formas nuevas de oración que son específicamente para ayudar a la gente a estar abiertos para recibir el regalo de la contemplación. Quizás las más populares son “la oración centrada” (también conocida como “oración en secreto”) y la “meditación cristiana”. Ambas usan una palabra de oración aunque en diferentes maneras. La Meditación Cristiana usa un Mantra, que es, la repetición constante de ma-ra-na-ta (que significa “Ven Señor”) el mantra se recita en silencio e interiormente con cuatro sílabas acentuadas por igual. Se le debe dar atención al sonido del mantra y en el momento en que llegue una distracción, uno debe retornar al mantra. La Oración Centrada por otro lado, no usa un mantra sino una “palabra sagrada” que es sagrada sólo para el individuo. La palabra sagrada no es repetida constantemente como un mantra, sino que es usada solamente cuando ve que está comprometido con algún pensamiento, para reiterar su intención para consentir la presencia y la acción de Dios en su vida. Es silenciosa y es el símbolo de su intención fundamental.

Los maestros de estas dos formas de oración silenciosa sugieren que puede usarse dos veces al día por veinte o treinta minutos cada vez. Sin embargo, cualquier cosa es mejor que nada, y solamente usted puede decidir cuanto tiempo puede dedicar.”
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María y el nacimiento de Jesús

(Lucas 2: 1-20)

“Los caminos de Dios no son nuestros caminos. María pensó profundamente sobre todas las cosas que tuvieron lugar para descubrir lo que Dios estaba diciendo. Cuando estamos buscando la voluntad de Dios no debemos ignorar lo obvio. Tenemos los mandamientos, y la enseñanza, y los ejemplos de Jesús. Sin embargo, hay momentos cuando las cosas no son tan obvias. En nuestra lectura, los pastores oyeron sobre el nacimiento del Mesías por un coro de ángeles celestiales. Usualmente no recibimos mensajes como ese, y tenemos que caminar por fe, la cual es oscura en el sentido que, lo que nosotros creemos no puede ser la cosa más obvia. El Carmelita San Juan de la Cruz escribe bellamente sobre “la noche oscura” como una metáfora para el sentido inevitable de la pérdida que experimenta la oración individual conforme madura la persona. Es una ley del desarrollo humano que tenemos que dejar atrás muchas etapas para crecer. Es trágico conocer a alguien que ya es adulto pero cuyas respuestas emocionales son más bien como de un niño. Normalmente aprendemos de la experiencia de la vida lo que es apropiado y lo que no lo es. En la relación con Dios, el creyente tiene que crecer, y al hacerlo deja atrás la forma infantil de relacionar las cosas. El mandamiento del Evangelio de ser como niños no es lo mismo que ser infantil. Tenemos que aprender a establecer una conexión como hijos de Dios adultos.”

“Puede ser muy difícil dejar costumbres o cosas que nos dan algo de seguridad. Si otras cosas no toman su lugar inmediatamente, el individuo pasará por un proceso que es similar al luto. La oración contemplativa es algo que Dios hace en nosotros, y no algo que nosotros podemos hacer. Sin embargo, parece que Dios con frecuencia responde cuando mostramos que estamos fervientes. Por supuesto, tan pronto como piensas que has descifrado a Dios, las cosas no sucederán en la forma que piensas. Sin embargo, tendremos que esperar ahí por largo tiempo, o lo que es más, todo puede ser muy rápido. Dios puede llamarnos a un silencio más grande, y puede despertar gentilmente en nosotros, como sea. Al principio, la presencia de Dios será tan suave como si fuera virtualmente imperceptible. Nuestra conciencia de la presencia de Dios y la acción dentro de nosotros puede crecer o pueda que no. Eso no es realmente importante. Lo que es importante es lo que nosotros respondemos en la forma que podamos para que creamos lo que Dios está haciendo dentro de nosotros.”
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El Magnificat

(LUCAS 1: 46-54)

(P. 78-79) El "falso yo" es el nombre dado por muchos a la manera que tienen los seres humanos de buscar la felicidad en formas que nunca pueden ser completamente satisfactorias. Todos queremos ser felices, y estamos programados para buscar la felicidad. Los seres humanos fueron hechos por Dios y solamente Dios puede llenar “las profundas cavernas de los sentimientos.” (Juan de la Cruz) Desafortunadamente, nuestra tendencia es buscar la realización que solamente Dios puede dar en formas que no nos pueden satisfacer. Creemos que seremos plenamente satisfechos si podemos controlar nuestro pequeño mundo. Si estamos recibiendo el afecto que nosotros creemos que merecemos, y si nuestra supervivencia básica está garantizada. Por supuesto, entre más tenemos más buscamos, y nuestras demandas se vuelven imposibles de satisfacer. Nuestra tendencia es convertir en ídolo cualquier cosa, eso es, nosotros buscamos en personas y objetos la felicidad duradera que puede venir solamente de Dios.

El "falso yo" buscará aun usar a Dios y a la religión para propósitos egoístas. Esta es una razón por la que la religión en sí misma es acusada algunas veces de ser una amenaza para la humanidad. La gente usará cualquier cosa, incluyendo la religión, para realizar lo que ellos perciben como sus necesidades. La religión, por supuesto, se supone que nos lleva a Dios. Todas las religiones del mundo, hasta donde yo se, hablan de paz y amor… la decisión de seguir hasta la más pequeña voz de Dios, que nos llama a entrar en el sendero de la vida eterna, es una decisión muy personal – y algunas veces valiente – sin muchos de los soportes sociales del pasado.

Cuando empezamos a buscar a Dios en una forma seria, y no solamente jugar a ser religiosos, entramos más profundamente en la relación con Dios que está determinado a traernos a la plenitud de la vida. Esta plenitud requiere la muerte del ´falso yo´, que no se cumple del dia a la noche, sino que más bien toma toda una vida de respuesta a la gracia de Dios. En todo momento debemos estar en observación del ´falso yo´ que está metiendo su nariz en nuestros asuntos. Cuando empezamos a tomar la relación con Dios en forma seria, naturalmente nos volvemos hacia la oración de alguna manera. La oración es la relación con Dios, y es así que hay innumerables maneras de responder a la iniciativa de Dios. Cualquier oración que es una entrada hacia Dios es buena. En diferentes momentos de nuestro viaje, diferentes formas de oración se ajustarán más que otras. La Eucaristía y los Oficios Divinos son la oración de Cristo, y compartir esto con otras personas en esta oración es siempre importante en el viaje, pero en algunos puntos parecerá más significativo que en otros. La Liturgia siempre es significativa, pero algunas veces, nuestra habilidad para apreciar su profundidad no es tan grande como en otras veces. Recitando las oraciones en forma vocal muchos de nosotros aprendimos de niños que con frecuencia permanecen como un alimento básico de nuestra relación con Dios, pero el balance de de esta forma de oración y otras formas más silenciosas cambian conforme crecemos en nuestra relación con Dios. Normalmente tenemos que pasar algún tiempo pensando en Dios, y sobre los variados aspectos de nuestra fe, de manera que la relación con Dios no permanece superficial. Podemos ver muchos ejemplos en los Evangelios donede Jesús desafió a los discípulos para crecer en su fe. Dios nos desafía a nosotros, si fallamos al responder, no podemos esperar una relación más profunda. Hay un tiempo en cada relación cuando las palabras se vuelven menos importantes, y se requiere una manera diferente de responder. Las palabras pueden volverse menos importantes y el silencio más significativo.
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1 Joseph Chalmers, O. Carm., Déjalo ser: Orando las Escrituras en Compañía con María, la Madre de Dios (Faversham, Kent, Reino Unido: Prensa San Alberto, 2010)

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Reyes Magos y Los Santos Inocentes

Esta pizca de sabiduría es la primera de diez selecciones del libro Déjalo ser: Orando las Escrituras en Compañía de María, la Madre de Diosi. Escrtio por el Padre Joseph Chalmers, O. Carm. Ex Provincial General de los Carmelitas de la Antigua Observancia.

En el texto el Padre Chalmers presenta una Lectio Divina de todos los pasajes en la Biblia que incluyen a María, la Madre de Dios. Él tiene reflexiones sobre los cinco pasos de leer, reflexionar, responder, descansar y actuar. En sus observaciones sobre el cuarto paso de descansar él tiene unas grandes visiones sobre la vida espiritual como se observa en el contexto de la tradición Carmelita. Estaré usando estas reflexiones para las selecciones y reflexiones de nuestra “Pizca de Sabiduría.”

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P 38-39 “ El misterio del mal acecha nuestro mundo. Cuando somos realmente honestos podemos vislumbrar la posibilidad para cada mal en las profundidades de nuestro propio corazón. Eso puede ser impactante, pero de hecho es liberador. Nosotros ya no presentamos auto-rectitud para condenar a otras personas, sino que podemos entender que sus acciones son el resultado de una cadena de eventos, algunos de los que estuvieron fuera de su control. Empezamos a amar al pecador mientras seguimos odiando el pecado. Ya que nos damos cuenta que ‘es solo por la Gracia de Dios que sigo’. Mientras se sigue la lucha contra el mal en todas sus formas, dejamos a Dios todos los juicios. La condenación de los demás es algo que destruye nuestra propia paz. Cuando vamos a orar podemos tomar todas estas preocupaciones y problemas y ponerlos en las manos de Dios ya que es por seguro que nosotros no podremos resolverlos. Nuestro mejor enfoque es el silencio, ya que en el silencio gradualmente nos vamos conformando a la mente de Cristo.
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EL desierto y el paraíso

“Cualquier lucha con las adicciones es un desierto porque involucra privaciones. Si nuestras motivaciones son de primera utilidad, esta privación puede consistir solamente en la negación de un objeto específico de apego: dejar de comer en exceso, tratar de dejar el tabaco, y así sucesivamente. Con una adicción mayor o con una motivación esperitual más consciente, el desierto puede crecer para abarcar toda la vida: cada hábito puede ser expuesto a los agudos y purificadores rayos del sol; cada apoyo falso es vulnerable al abandono; y uno puede ser dejado verdaderamente a depender solo de la gracia de Dios para su sostenimiento.

La mayoría de nuestros desiertos se posan sobre estos extremos y la mayoría de veces hacemos poco más que bailar alrededor de sus límites. Todo es lo mismo, los desiertos enriquecen nuestras vidas inmensamente. Cada desierto guarda semillas de arrepentimiento, posibilidades de reconocer que tan mezclados están nuestros motivos realmente. Y con la lluvia de Gracia, cada desierto guarda la posibilidad de nuestra regeneración, el verdadero deseo de nuestro corazón. Aun si solamente tocamos las orillas nuestros desiertos nos enseñan sobre los límites del poder personal y nos dirigen constantemente hacia el centro de nuestro ser donde nuestra dignidad se encuentra en nuestra dependencia de Dios.”
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La fe demanda riesgos

“Nuestras elecciones de libertad siempre son puras, y en esta pureza la fe siempre es un acto de voluntad. Pero Dios no está ausente; la gracia de Dios es más radiante que nunca en dichos momentos. Su preservación de nuestra libertad se vuelve más clara cuando todos nuestros otros accesorios son quitados. Podemos aun decir que alguna inspiración de gracia nos habilita para hacer la elección correcta en tales situaciones, ya que podemos orar como el padre del muchacho epiléptico lo oró a Jeús: “creo, pero ayuda a mi poca fe” (Marcos 9: 24) pero debemos entender que nuestra habilidad es invitación pura y empoderamiento. La Gracia nos empodera para elegir correctamente en lo que parece ser la más inelegible de las situaciones, pero no determina ni determinará esa elección.
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La Gracia hace Posible la Libertad

“Las Bienaventuranzas de Jesús en el Sermón del Monte son un testimonio sin paralelo a la gloria de
la liberación de los apegos. La bendición que prometen viene no solamente de batallas heróicas con las adicciones de uno, sino de ser privados involuntariamente de su gratificación. Los pobres, los afligidos, los perseguidos, por ejemplo, no han tenido elección, ellos sufren y necesitan ayuda humana, aun, en una manera, que ellos puedan estar más cerca a la libertad porque ellos tienen menos a que apegarse. De esta manera, las palabras de Jesús no solamente emiten una llamada para renunciar a los apegos; también señalan que no podemos hacerlo solos. La liberación finalmente debe venir por medio de la gracia, no solamente por medio de los esfuerzos propios de uno. Jesús le enseñó a la gente a orar por la gracia: “No nos dejes caer en tentación y libranos del mal, porque tuyo es el poder…”

El pecado, entonces, no es solamente ignorancia o más extravío, sino una clase de cautiverio o esclavitud de la que uno debe ser librado hacia la libertad. La libertad es posible a través de una misteriosa síntesis de encarnación de intención humana y gracia divina. El problema no es simplemente si uno sigue los apegos personales o sigue a Dios. Es más bien una cuestión de alinear las intenciones de uno con las de Dios dentro y con nosotros, a través del amor y en gracia. Para hacer posible la alineación, Jesús proclamó un mensaje de perdón radical, no solamente perdón de la humanidad por parte de Dios, sino también perdón de unos a otros entre la gente. En este perdón radical, es aún posible ser liberado del apego de la culpa propia de uno para justificar las heridas que uno ha causado sobre otros. El verdadero amor del ser, una reverencia para la bondad esencial de la creación de Dios, se hace posible. Aquí yace el potencial para la libertad eterna en el servicio del amor. Nada, ni aun la propia pecaminosidad de uno, tiene que permanecer como un obstáculo para los dos grandes mandamientos.
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Tenemos 3 Opciones

“Las elecciones que están abiertas a nosotros en respuesta a nuestras experiencias de la amenazante amorosa llamada de Dios, algunas veces puede puede ser terriblemente dificil de ejecutar, pero son muy fáciles de entender. Solamente hay tres opciones; ya las hemos tocado todas en nuestra discusión, y la mayoría de nosotros ya las hemos usado extensamente en nuestras vidas. Primero, podemos tratar de negar o de evadir la llamada de Dios, reprimiendo nuestro deseo y desplazando su energía. Muchas de las veces tenemos éxito en esto, pero la llamada está obligada a brincar nuestras defensas y rondarnos con gentiles empujoncitos o ayudarnos con incesantes anhelos. Segundo, podemos hacer imágenes de la realidad espiritual, representaciones celulares que nos disponen a sentir una medida de poder sobre eso en lugar de permanecer dependiente de eso. Tercero, podemos tratar de estar presentes para el misterio en forma gentil, con las manos abiertas y en forma cooperativa. Esta es la opción contemplativa – no cualquier sistema de ejercicios complicados, sino un intento sencillo y valiente para resistir esa realidad tanto como se pueda. Ser contemplativo, entonces, no es ser una clase de persona especial. La contemplación es simplemente tratar de enfrentar la vida en una forma verdaderamente indefensa y con los ojos abiertos.
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La Adicción abre hacia la Gracia


“Podemos pasar por muchas humillaciones, cuando no sea que por una total humillación, antes de llegar a la simplicidad de la esperanza. No nos gusta admitir la derrota, y vamos a luchar valientemente, aun tontamente para probar que podemos manejar nuestros destinos. Dios, a cuya imagen hemos sido creados, inculca en nosotros la capacidad de la tenacidad inexorable, una firmeza que complementa nuestra hambre vehemente de Dios. Pero la mayoría de nosotros exageramos, nuestro espíritu de firmeza rápidamente se vuelve un espíritu de orgullo. Nunca nos volvemos realmente hacia Dios en una entrega amorosa en tanto estemos manejando bien las cosas por nosotros mismos. Y es precisamente nuestra adicción más poderosa que causa que nos derrotemos a nosotros mismos, que nos hace darnos cuenta que hemos tocado el fondo y que finaalmente no somos capaces de manejar todas las cosas. En consecuencia, aunque en un sentido la adicción es la enemiga de la gracia, también puede ser un canal muy poderoso para que fluya la gracia. La adicción puede ser, y con frecuencia es, la cosa que nos lleva a ponernos de rodillas.”
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(p. 19-20)

Mi reflexión 1:

May usa una gran verdad del Evangelio que en nuestra debilidad encontramos fortaleza. Temprano en la vida verbalicé un par de circunstancias un poco menos profundas como “El juego de Jesús” donde tú ganas cuando pierdes. Todo se reduce a una realidad sencilla. Nuestra experiencia de Dios exige espacio y ese espacio viene solamente con la disminución de nuestro ego.
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La Libertad siempre es Posible

“Nosotros dependemos de la gracia para la liberación de nuestras adicciones, pero esas meras adicciones perjudican nuestra receptividad de la gracia. El mensaje puede no sonar como buenas noticias. Aún así Dios nos crea y nos cuida de tal manera que nuestras adicciones nunca pueden vencer completamente nuestra libertad. La adicción puede oprimir nuestro deseo, erosionar nuestra voluntad, confundir nuestras motivaciones y contaminar nuestro juicio, pero su esclavitud nunca es absoluta.

A causa del amor continuo de Dios, el espíritu humano nunca puede ser completamente aniquilado. No importa que tan oprimidos estamos, por otras personas y circunstancias o por nuestras propias adicciones internas, alguna pequeña capacidad de elección permanece invencible.”


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Permanecer en Necesidad de la Gracia

“Somos creados por amor y libertad, la adicción nos lo impide, y la gracia es necesaria para la salvación. Para los crisitianos, la gracia es el torrente dinámico de la naturaleza amorosa de Dios que fluye entre y a través de la creación en un auto-ofrecimiento sin final de sanación, amor, iluminación y reconciliaciónl. Es un regalo el cual podemos ignorar, rechazar, pedir o simplemente aceptar. Y es un regalo que con frecuencia nos es dado independientemente de nuestras intenciones y errores. En estos momentos, en que la gracia se nos entrega claramente sin haberla pedido, sin haberla invitado, aun sin merecerla, ahí no puede haber una respuesta auténtica sino gratitud y temor.

Es posible enfocar la gracia como si fuera simplemente otra cosa a la cual ser adicto, algo que podemos coleccionar o atesorar. Pero esta clase de entendimiento puede capturar solamente una imagen de gracia. La gracia en si misma no puede poseída; es eternamente libre, y como el espíritu que se da, fluye a donde quiere. Podemos buscarla y tratar de estar abiertos a ella, pero no podemos controlarla.

En forma similar, la gracia nos busca pero no nos controlará. San Agustín dijo una vez que Dios siempre está tratando de darnos cosas buenas a nosotros, pero nuestras manos están demasiado llenas para recibirlas. Si nuestras manos están llenas, están llenas de cosas a las que somos adictos. Y no solamente nuestras manos, sino también nuestros corazones, mentes y nuestra atención están atascadas con adicciones. Nuestras adicciones llenan los espacios dentro de nosotros, espacios en los cuales podría fluir la gracia.
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La Gracia está presente en el Perder y Ganar

“Honestamente puedo decir, entonces, que fue mi trabajo con las personas adictas, y la consecuente realización de mi comportamiento adictivo, los que me pusieron de rodillas. Estoy feliz. La gracia estaba ahí. Si mis apegos no me hubieran causado caer miserablemente y haber perdido el control de mi vida y mi trabajo, yo dudo mucho que hubiera podido recuperar el deseo espiritual y el sentido de Dios que había sido tan precioso para mí cuando era niño. Comparado con lo que le sucede a la gente que sufre de alcoholismo o adicción narcótica, lo que me sucedió a mí no puede parecer que era como para “tocar fondo.” Pero tenía el mismo efecto lleno de gracia. Para ponerlo en foma sencilla, yo había tratado de llevar mi vida en base a mi propia fuerza de voluntad. Cuando la fuente de mi éxito se terminó, me volví deprimido. Y con la depresión, por medio de la gracia, vino una oportunidad a la apertura espiritual.

Nunca entendí como es que sucedía tener experiencias espirituales en personas adictas quimicamente de manera que sus vidas fueran transformadas. No supe de muchas cosas que me pudieran ayudar a tratar las adicciones, o cualquier otra forma de enfermedad. Pero me volví levemente más humilde, por medio de una apreciación que aumentaba en cuanto a lo que podía y no podía hacer para ayudarme a mí mismo o a alguien más. Tambien aprendí que todas las personas son adictas, y que las adicciones al alcohol y otras drogas son simplemente más obvias y trágicas que cualquieras otras que se puedan tener. Estar vivo es ser adicto, y estar vivo y ser adicto es estar en necesidad de la gracia.”
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Gerald May, Adicción y Gracia

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