La Gracia hace Posible la Libertad

“Las Bienaventuranzas de Jesús en el Sermón del Monte son un testimonio sin paralelo a la gloria de
la liberación de los apegos. La bendición que prometen viene no solamente de batallas heróicas con las adicciones de uno, sino de ser privados involuntariamente de su gratificación. Los pobres, los afligidos, los perseguidos, por ejemplo, no han tenido elección, ellos sufren y necesitan ayuda humana, aun, en una manera, que ellos puedan estar más cerca a la libertad porque ellos tienen menos a que apegarse. De esta manera, las palabras de Jesús no solamente emiten una llamada para renunciar a los apegos; también señalan que no podemos hacerlo solos. La liberación finalmente debe venir por medio de la gracia, no solamente por medio de los esfuerzos propios de uno. Jesús le enseñó a la gente a orar por la gracia: “No nos dejes caer en tentación y libranos del mal, porque tuyo es el poder…”

El pecado, entonces, no es solamente ignorancia o más extravío, sino una clase de cautiverio o esclavitud de la que uno debe ser librado hacia la libertad. La libertad es posible a través de una misteriosa síntesis de encarnación de intención humana y gracia divina. El problema no es simplemente si uno sigue los apegos personales o sigue a Dios. Es más bien una cuestión de alinear las intenciones de uno con las de Dios dentro y con nosotros, a través del amor y en gracia. Para hacer posible la alineación, Jesús proclamó un mensaje de perdón radical, no solamente perdón de la humanidad por parte de Dios, sino también perdón de unos a otros entre la gente. En este perdón radical, es aún posible ser liberado del apego de la culpa propia de uno para justificar las heridas que uno ha causado sobre otros. El verdadero amor del ser, una reverencia para la bondad esencial de la creación de Dios, se hace posible. Aquí yace el potencial para la libertad eterna en el servicio del amor. Nada, ni aun la propia pecaminosidad de uno, tiene que permanecer como un obstáculo para los dos grandes mandamientos.

Para Cristo, el camino hacia la gracia abundante y el perdón es a través de Él mismo, lejos de todos los objetos posibles de apego. “Yo soy el camino”; “Síganme” “Yo soy el pan de vida”; “ Yo les daré agua viva”; “Todo el que venga en pos de mi no tendrá hambre”; “Vengan a mí todos los que están cansados…” Jesús fue el Nuevo Adán, el regalo de profundo amor de Dios entrando al mundo para que se diera una reconciliación de la humanidad con Dios, para restaurar una relación correcta a aquellos que no eran libres, que se habían alineado lejos de Dios, que habían sido lisiados en su amor. Él vino para los pecadores que habían perdido la marca de responder al amor de Dios. Para ponerlo claro, Dios se volvió encarnado para salvar a los adictos, y eso nos incluye a todos.”

Mi Reflexión

En su libro, Siguiendo a Jesús, Segundo Galilea ofrece visiones maravillosas sobre las enseñanzas de May. “El Evangelio nos revela las bases de toda espiritualidad y nos devuelve la demandante sencillez de la identidad Cristiana. Nos enseña que ser un discípulo de Jesús es seguirlo, y que esto es la vida cristiana. Jesús básicamente demandaba que lo siguieramos, y toda nuestra cristianidad está construída en la respuesta a esta llamada…

Ser un cristiano es seguir a Jesús en el amor. Es Jesús quien pregunta si lo amamos; somos nosotros quienes respondemos que si. Es Él quien nos invita a seguirlo: “Simón Pedro, tú me amas…sí, Señor…entonces sígueme.” (Juan 21: 15-17) aunque somos ignorantes, llenos de fallas Jesús nos guiará a la santidad, empezamos por amarlo y tenemos coraje para seguirlo.”

(Segundo Galilea, Siguiendo a Jesús Orbis Press, Maryknoll, NY, 1985 p 1-2)

Gerald May, en su clásico, Adicción y Gracia, nos ofrece grandes y valiosas visiones sobre los obstáculos dentro de nosotros en nuestra Peregrinación a Dios. Él muestra que todos nosotros sufrimos adicciones que nos roban nuestra libertad y bloquean nuestra búsqueda de Dios. La anterior “Pizca de Sabiduría” es una selección de su texto con algunas reflexiones.
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