El Samaritano





“El Samaritano fue un hermano para aquel herido, no por razones de su religión (el sacerdote, el levita, y el judío tenían la misma religión: el Samaritano era un hereje), no por su raza, nacionalidad o ideología (era precisamente él quien no tenía nada en común con el judío), sino más bien por su actitud caritativa.

Mi prójimo no es el que comparte mi religión, mi país, mi familia o mis ideas. Mi prójimo es aquel con el que me he comprometido. ‘Nos volvemos hermanos y hermanas cuando nos comprometemos nosotros mismos con aquellos que nos necesitan; somos mucho más hermanos cuando nuestro compromiso es más completo’. El samaritano no estaba contento con darse a sí mismo parcialmente a aquel hombre herido. Él atendió a ese hombre, le puso vendajes, lo levantó y lo llevó a un hotel y pagó por todo lo que pudiera necesitar.

La entrega de uno mismo en amor es la medida de la hermandad. No somos hermanos y hermanas si al final no sabemos cómo ser efectivamente compasivos.

Para acercarse al judío, el samaritano tenía que hacer un esfuerzo para salir de sí mismo, poner a un lado cualquier pensamiento sobre su raza, su religión, sus prejuicios. “Uno debe saber que los judíos no se comunican con los samaritanos.” (Lucas 10: 36) Él tenía que poner su propio mundo y sus propios intereses inmediatos a un lado. Él abandonó sus planes de viaje y le dio algo de su tiempo y su dinero. En cuanto al sacerdote y el levita, no sabemos si ellos eran mejores o peores que el samaritano, pero lo que sabemos es que ellos nunca dejaron su propio mundo. Sus proyectos, que ellos no querían trastornar al interrumpir su viaje, eran más importantes para ellos que el desafío de volverse hermanos de un hombre herido. Ellos consideraban sus rituales y funciones religiosas más importantes que la caridad fraternal.” Pág. 28-29.

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Del libro “siguiendo a jesús” (por: segundo galilea)


Mi Reflexión:

“La destrucción de nuestro mundo”, “la explosión de nuestro globo”, y la “expansión de nuestros horizontes” son algunas de las muchas frases que captura la enseñanza de Jesús. Como sus seguidores, necesitamos tomar la cruz y morir a nosotros mismos. La realidad básica del viaje cristiano es la muerte a este ser y vivir para Dios. Es un reenfoque que pone a Dios en el centro al aplastar nuestro falso mundo en el que nosotros estamos establecidos como el centro.

Esta transformación personal es espectacularmente clara en la historia del Buen Samaritano. Su horario le dio tiempo para el individuo herido. Su comodidad le dio paso hacia el individuo herido. Su dinero le abrio camino para el individuo herido. Su corazón no habría contemplado sacrificio, comodidad o conveniencia para el individuo herido. Él no habría aceptado la barrera de la raza, religión o cultura en su respuesta al individuo herido.

Para el sacerdote y el levita, el hombre herido no era capaz de penetrar sus horarios, tiempo, compasión, comodidad o dinero. Más bien habrían hecho una donación si hubiera una segunda colecta para victimas de robo.

La maestría del contraste en la historia es magnifica. Los problemas de ironía en la raza y religión, generosidad y egoísmo, herejía o verdadera creencia todo fragmenta nuestro mundo y expone la autodecepción y la ceguera que esconde la llamada obvia al servicio. Como siempre, la compasión de Dios y su amor se muestran para ser un poderoso torrencial en contraste con la cucharadita que es la medida de nuestra respuesta.

Cuando estamos dispuestos a aceptar el testimonio del samaritano hereje, estamos aceptando la destrucción de nuestro mundo, la explosión de nuestro globo y la expansión de nuestros horizontes en la peregrinación hacia Dios.
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