La Adicción abre hacia la Gracia


“Podemos pasar por muchas humillaciones, cuando no sea que por una total humillación, antes de llegar a la simplicidad de la esperanza. No nos gusta admitir la derrota, y vamos a luchar valientemente, aun tontamente para probar que podemos manejar nuestros destinos. Dios, a cuya imagen hemos sido creados, inculca en nosotros la capacidad de la tenacidad inexorable, una firmeza que complementa nuestra hambre vehemente de Dios. Pero la mayoría de nosotros exageramos, nuestro espíritu de firmeza rápidamente se vuelve un espíritu de orgullo. Nunca nos volvemos realmente hacia Dios en una entrega amorosa en tanto estemos manejando bien las cosas por nosotros mismos. Y es precisamente nuestra adicción más poderosa que causa que nos derrotemos a nosotros mismos, que nos hace darnos cuenta que hemos tocado el fondo y que finaalmente no somos capaces de manejar todas las cosas. En consecuencia, aunque en un sentido la adicción es la enemiga de la gracia, también puede ser un canal muy poderoso para que fluya la gracia. La adicción puede ser, y con frecuencia es, la cosa que nos lleva a ponernos de rodillas.”
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(p. 19-20)

Mi reflexión 1:

May usa una gran verdad del Evangelio que en nuestra debilidad encontramos fortaleza. Temprano en la vida verbalicé un par de circunstancias un poco menos profundas como “El juego de Jesús” donde tú ganas cuando pierdes. Todo se reduce a una realidad sencilla. Nuestra experiencia de Dios exige espacio y ese espacio viene solamente con la disminución de nuestro ego.

Me vienen a mente tres ejemplos cuando reflexiono sobre la visión de May sobre el poder de la gracia sobre nuestras más profundas adicciones.

La primera fue la experiencia de construir una plaza cerca de nuestra iglesia en Los Angeles. Tuvimos que levantar la grama y luego dos pies de tierra debajo de ésta. Este espacio fue rellenado con dos pies de arena. Luego se colocaron ladrillos muy apretados uno junto al otro sobre esa arena.
Para mi sorpresa, dentro de los siguientes cuatro meses asomó una hojita de grama, la primera de muchas, y empezaron a brotar entre aquellos ladrillos apretados.

Para mí, este fue un símbolo del mensaje de May sobre la gracia de Dios abriéndose paso entre nuestra más poderosa resistencia adictiva. Lo que parece imposible simplemente brota frente a nuestros ojos.

Mi reflexión 2:

Uno de los grandes poemas en el idioma inglés es “El Sabueso Celestial.” El mensaje es similar a la selección de May sobre la gracia y la adicción. Es una historia de un sacerdote drogadicto resistiéndose a Dios. Empieza así:

Le huía dia y noche
A través de los arcos de los años,
Y le huía a porfía
Por entre los tortuosos aledaños
De mi alma y me cubría
Con la niebla del llanto
O con la carcajada, como un manto.
He escalado esperanzas,
Me he undido en el abismo deleznable,
Para huir de los pasos que me alcanzan:
Persecución sin prisa, imperturbable,
Inminencia prevista y sin contraste.
Los oigo resonar, y aun más fuerte
Una voz que me advierte:
“Todo te deja porque me dejaste.”

El poema sigue con majestuosos versos expresando “El Sabueso Celestial.” En la búsqueda imparable en la débil resistencia del adicto. Termina tres páginas después con este verso final:

“Ah loco, ciego, enfermo que te abrasas pues buscas el amor a mí me buscas y lo rechazas cuando me rechazas.”

Un tema inquietante durante todo el poema es nuestro profundo temor humano que teniendo a Dios no tendremos nada más. Por supuesto, este es el punto. ¡Cómo aprendemos de lento que al tener a Dios tenemos todo lo que nuestros corazones desean!

Mi reflexión 3:

Aquí hay una reflexión final sobre la majestuosa historia de May de la gracia de Dios siempre siguiéndonos no importa que tan mala sea la adicción y nuestro rechazo.

Teresa de Ávila nunca se cansó de proclamar la importancia de pronunciar el autoconocimiento. Para ella, el viaje completo en la búsqueda de Dios es la entrega fundamental y la aceptación de la realidad. Dios es Dios. Nosotros somos las criaturas. Dios es un Dios de misericordia y amor sin límites ni condiciones. Nosotros somos la criatura pecadora pero perdonada y amada.

Conforme crece el autoconocimiento trae esta realidad al centro de nuestra mente y nuestro corazón. Seremos totalmente libres cuando renunciemos a nuestro esfuerzo por controlar y simplemente vivamos inmersos en el amor y misericordia de Dios.

Gerald May, en su clásico, Adicción y Gracia, nos ofrece grandes y valiosas visiones sobre los obstáculos dentro de nosotros en nuestra Peregrinación a Dios. Él muestra como todos nosotros sufrimos de adicciones que roban nuestra libertad y bloquean nuestra búsqueda de Dios. La anterior “Pizca de Sabiduría” es una selección de su texto.
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