María y el nacimiento de Jesús

(Lucas 2: 1-20)

“Los caminos de Dios no son nuestros caminos. María pensó profundamente sobre todas las cosas que tuvieron lugar para descubrir lo que Dios estaba diciendo. Cuando estamos buscando la voluntad de Dios no debemos ignorar lo obvio. Tenemos los mandamientos, y la enseñanza, y los ejemplos de Jesús. Sin embargo, hay momentos cuando las cosas no son tan obvias. En nuestra lectura, los pastores oyeron sobre el nacimiento del Mesías por un coro de ángeles celestiales. Usualmente no recibimos mensajes como ese, y tenemos que caminar por fe, la cual es oscura en el sentido que, lo que nosotros creemos no puede ser la cosa más obvia. El Carmelita San Juan de la Cruz escribe bellamente sobre “la noche oscura” como una metáfora para el sentido inevitable de la pérdida que experimenta la oración individual conforme madura la persona. Es una ley del desarrollo humano que tenemos que dejar atrás muchas etapas para crecer. Es trágico conocer a alguien que ya es adulto pero cuyas respuestas emocionales son más bien como de un niño. Normalmente aprendemos de la experiencia de la vida lo que es apropiado y lo que no lo es. En la relación con Dios, el creyente tiene que crecer, y al hacerlo deja atrás la forma infantil de relacionar las cosas. El mandamiento del Evangelio de ser como niños no es lo mismo que ser infantil. Tenemos que aprender a establecer una conexión como hijos de Dios adultos.”

“Puede ser muy difícil dejar costumbres o cosas que nos dan algo de seguridad. Si otras cosas no toman su lugar inmediatamente, el individuo pasará por un proceso que es similar al luto. La oración contemplativa es algo que Dios hace en nosotros, y no algo que nosotros podemos hacer. Sin embargo, parece que Dios con frecuencia responde cuando mostramos que estamos fervientes. Por supuesto, tan pronto como piensas que has descifrado a Dios, las cosas no sucederán en la forma que piensas. Sin embargo, tendremos que esperar ahí por largo tiempo, o lo que es más, todo puede ser muy rápido. Dios puede llamarnos a un silencio más grande, y puede despertar gentilmente en nosotros, como sea. Al principio, la presencia de Dios será tan suave como si fuera virtualmente imperceptible. Nuestra conciencia de la presencia de Dios y la acción dentro de nosotros puede crecer o pueda que no. Eso no es realmente importante. Lo que es importante es lo que nosotros respondemos en la forma que podamos para que creamos lo que Dios está haciendo dentro de nosotros.”

Mi reflexión

Desde el momento en que María recibió la llamada del ángel, ella fue elegida a una profunda experiencia de Dios. La crisis simplemente fluyó como un rio inundado después de la tormenta. Lidiar con la relación con sus padres y con José era tan difícil que necesitó la intervención divina para aclarar la confusión y la posible vergüenza.

En la escena de hoy, su corazón está lleno con una maravilla y alegría que crece. Aunque ella está sumergida en una pobreza inmensa que desafiaba el mensaje del ángel. Los pastores, los más pobres y más marginados de todos en sus días, traen otro mensaje de un coro celestial de ángeles.

Su búsqueda por alguna dimensión con sentido común de la experiencia solo eleva las ironías: confusión en la pobreza pero también la certeza de los ángeles; sencillez total en el nacimiento envuelto en el desconcertante misterio de la más insólita de las circunstancias; la sinceridad de los pastores proclamando al Salvador y el ocultamiento de Dios en la debilidad y pobreza del infante. No hay maravilla; María guardó todas estas cosas y las reflexionó en su corazón.” (Lucas 2: 19) Este era solo el inicio en el viaje de ella.

La reflexión de Chalmers de cómo crecemos en nuestra experiencia de Dios debería abrirnos a la necesidad de caminar un sendero oscuro de fe. Esto es muy claro en la escena de Belén.

Nuestro encuentro con Dios demanda una purificación y transformación. Dios desea cambiarnos y hacer espacio para su presencia amorosa. Este es un proceso largo y con frecuencia muy difícil. Estamos dejando un mundo completamente centrado en nosotros mismos. Los ídolos y los falsos dioses deben morir. Necesitamos crear espacio para un viaje de dejar ir en fe profunda.

Este proceso de madurez demanda transición y abandono. Estos no son nuestros pensamientos usuales cuando pensamos en el progreso espiritual y el crecimiento en la oración.

Mirar a María y la demoledora experiencia de la llamada del ángel puede ayudarnos para cuando seamos llamados a ir más profundo en el misterio del amor. Dios sabe lo que es mejor para nosotros. Dios trabaja en nosotros y los planes de Dios son posibles solamente si los aceptamos en los términos de Dios.

Chalmers nos hace una invitación para hacer el viaje a la madurez espiritual en las huellas de Jesús. Pronto nos daremos cuenta que hay pocas canciones celestiales de los ángeles conforme crece la transformación en nuestra vida. Dios está en las ironías donde la oscuridad y el silencio desatan la verdadera música del cielo.
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