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Cristo Rey

Mateo 25: 31-46 

Estimados amigos, Este famoso texto del Evangelio no es tan sencillo y simple como parece a primera vista.

Yo no sé de ninguna persona que haya atendido más mujeres adictas sin hogar y en necesidad y a sus hijos que mi hermana que es monja. Si hacemos una interpretación literal del texto, ella no estaría en forma.

En realidad, ella es una servidora 24/7 de los pobres, como directora de un Centro de Rehabilitación de mujeres pobres adictas. Sus recursos están siempre al límite. A causa de que el programa es tan bueno, ella recibe más solicitantes de los que el espacio y el programa permiten. El resultado final es que ella mantiene a las mujeres en recuperación por dos años en la mayoría de los casos. El promedio de recuperadas que se mantienen libres de vicios es de más del 90%. Esto es fenomenal.
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Bien, siervo bueno y fiel

MATEO 25: 14-30 

Estimados amigos, El mensaje para nosotros en el Evangelio de hoy es muy claro: darnos cuenta que Dios está llamándonos a usar nuestro tiempo, talentos y tesoro para hacer crecer el Reino de Dios. Nuestro llamado es para crear y apoyar la vida en toda su variedad de manifestaciones. Los vestidos sin costura de la vida, desde el vientre hasta la tumba. Estamos invitados a entrar y abrazar el mensaje del Evangelio de Jesús al descubrir siempre nuevos horizontes de inclusión, aceptación y celebración. Nuestra tarea humana fundamental es permitir que la realidad abra la presencia escondida de nuestro Dios amoroso en todas las manifestaciones de la humanidad.
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Estén despiertos porque no saben el día ni la hora

Mateo 25: 1-13 

Estimados amigos, Conforme nos acercamos al final del año litúrgico, en tres semanas, la iglesia tiene un mensaje para nosotros sobre este tiempo. Podría ser mejor decir que la iglesia nos invita a ponderar el misterio de este tiempo.

En el Evangelio de hoy sobre las diez vírgenes, las precavidas y las descuidadas, y la próxima semana sobre los tres hombres que se les dio una suma de dinero para desafiar su responsabilidad, se nos pide considerar las consecuencias del tiempo que está llegando a su final. Luego, después del domingo final, que es Cristo Rey, empezamos un nuevo año litúrgico. En los primeros tres domingos de Adviento también se nos pide considerar el tiempo que empieza. Estos dos enfoques al tiempo nos ofrecen un desafío para investigar nuestra vida a la luz del Evangelio.

La historia de las vírgenes y el Evangelio de la próxima semana sobre los talentos nos llama a la responsabilidad para nuestra vida. El mensaje es claro y sencillo. Permanecer despiertos y ser responsables. Lo que hacemos con nuestro tiempo tiene consecuencias. Nos llamarán a responder por eso. Definitivamente hay un límite para este tiempo. “Más tarde llegaron las otras jóvenes y llamaron: ‘Señor, Señor, ábrenos, pero Él respondió: en verdad se los digo que no las conozco. Por tanto, estén despiertos porque no saben el día ni la hora.”
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Llámenme Tracy


En mi segundo o tercer año como sacerdote, al final del Concilio Vaticano II, empecé a decirle a la gente que dejaran de decirme eso de Padre y empezaran a decirme solo Tracy. Al poco tiempo una de las líderes de la Parroquia me llevó a un lado para decirme una sencilla verdad: ¡No todo era sobre mí! 

Ella dijo que la comunidad necesita respetar y honrar el papel del sacerdote. Era muy importante para ellos. Sin embargo, sería sabio de mi parte olvidar eso de “llámenme Tracy”

Jesús básicamente está diciendo la misma cosa en el mensaje del Evangelio de hoy. Mientras Él está dirigiendo la falta de los líderes judíos, también está hablando aún más forzadamente a los discípulos sobre el liderazgo en la comunidad cristiana. El servicio debe ser lo primero y lo principal. “El más grande entre ustedes debe ser el sirviente.” (Mateo 23: 11)
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Parroquia de San Lorenzo


Estimados feligreses, Yo crecí en la parroquia de San Lorenzo en el lado sur de Chicago. Fue una experiencia linda y enriquecedora en muchas formas. Pero sobre todo fue muy humana, sufría de la ceguera revelada en el Evangelio de hoy. Con el paso de los años he crecido en conciencia de los muchos prejuicios y de la ignorancia que fueron implantados en mí por la formación católica irlandesa de mis primeros años.

Primero que todo, teníamos una puerta abierta directo al infierno para todos los demás. Protestantes y católicos caídos, especialmente los divorciados,  encabezaban el desfile. El papel de las mujeres era muy claro: en la cocina y preferiblemente embarazadas. La “gente de color”, el término operativo de respeto para los afroamericanos en mi juventud, eran inferiores y felices de permanecer al otro lado de la calle, donde Dios los había puesto. Como católicos éramos muy patrióticos y con apoyo completo a la locura de la escalada nuclear.

Estábamos orgullosos de ser católicos liderando el camino en la censura de películas para mantener la ortodoxia pélvica. Nunca concedimos nuestros pensamientos para glorificar las borracheras, humo de cigarro y la violencia de Hollywood. Los únicos hispanos que conocía eran los mexicanos y eso era por medio de películas solamente. Ellos eran siempre los perdedores superados únicamente por el salvajismo de los nativos americanos cuando atacaban los asentamientos de los blancos.
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Vigésimo Noveno Domingo del Tiempo Ordinario

Mateo 22: 15-21 

Estimados amigos, el evangelio de hoy es el primero de una serie de diferentes grupos que tratan de poner trampas a Jesús y así poner en peligro su vida. En cada caso, Jesús convierte el problema en una oportunidad para dar una enseñanza.

El mensaje de hoy no es la separación entre la iglesia y el estado. Es un mandato muy claro sobre la centralidad de nuestro compromiso hacia Dios en todas las cosas que hacemos. El mensaje del Evangelio es una clara y fuerte invitación para hacer de Dios el centro de todas nuestras actividades.

El problema de la imagen en la moneda es contada por la continua y persistente enseñanza de Jesús que nos dice que en cada ser humano está la imagen de Dios. “Lo que hicieron por el más pequeño de mis hermanos o hermanas por mí lo hicieron.” (Mateo 25: 40)
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Vigésimo Octavo Domingo del Tiempo Ordinario


Mateo 22: 1-14 

Estimados amigos, en la lectura del Evangelio de hoy, Mateo tiene mensajes múltiples. Quiero profundizar en dos puntos. Hemos recibido una invitación a la fiesta de bodas y eso tiene consecuencias para nosotros. 

En la Biblia, el tema de la invitación o la llamada se repite con frecuencia. Abraham es el primero, luego Moisés, David y los profetas. En el nuevo testamento es Pedro y los apóstoles y finalmente, Pablo. Nosotros nos unimos a ese prestigioso grupo en nuestras propias vidas. Estamos invitados a la fiesta de bodas; estamos llamados a seguir a Jesús. Con la llamada hay responsabilidades.

La historia, con frecuencia, confusa, de la prenda de bodas nos ayuda a entender esta realidad. Cuando Dios llama, y Él lo hace con frecuencia, necesitamos actuar. Tenemos que aceptar el mensaje de Jesús. Queremos hacer que nuestro “si” se exprese en sí en una nueva forma de vida. La prenda de la boda significa que nuestro estilo de vida está tratando de expresar los valores del Evangelio. Las demandas del mensaje de Jesús no se conoce con un esfuerzo sencillo o siguiendo a la multitud. Demanda un cambio en el corazón, una conversión.
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Vigésimo séptimo domingo del tiempo ordinario


Mateo 21: 33-43 

Estimados amigos. Rápidamente nos acercamos al final del año litúrgico y a nuestro viaje por el Evangelio según San Mateo. Los próximos domingos tendremos las selecciones que realzan dos cosas: el conflicto de Jesús con los líderes judíos y su llamada a tomar decisiones sobre su mensaje. 

A través de la historia de la iglesia estos capítulos finales de Mateo han sido distorsionados para producir un anti-semitismo que ha sido la gran distorsión del Evangelio y de las actividades que han sido abominablemente inhumanas e injustas en las relaciones entre judíos y cristianos.

El mensaje básico de la parábola de los inquilinos asesinos del viñedo no pide enfrentarnos a la necesidad de tomar decisiones. ¿Seremos administradores de los dones que Dios nos ha dado?, ¿Estamos viviendo el mensaje del Evangelio en nuestra familia?, ¿Estamos haciendo una contribución a nuestra comunidad para hacerla más dadora de vida para todos?, ¿Estamos siendo responsables y no estamos despilfarrando las bendiciones de nuestro medio ambiente?, ¿Estamos respondiendo al llamado para actuar justamente y ser instrumentos de paz?
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Vigésimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario

Mateo 21: 28-32 

Estimados amigos, el mensaje del Evangelio de hoy tiene un contexto. Fue después de la entrada gloriosa de Jesús en Jerusalén sobre el lomo de un burro. Luego Él limpió el templo. El impacto de estos eventos llevó a un conflicto aún más profundo con los líderes religiosos. Con la parábola de hoy de los dos hijos Jesús no es sutil al abordar la tensión. 

La parábola de los dos hijos expuso la contradicción del programa de los líderes y de toda la misericordia inclusiva de Dios revelada por Jesús. El punto de Jesús sobre los recaudadores de impuestos y de las prostitutas entrando al reino antes que los sumos sacerdotes y los ancianos era a propósito como un desafío para aquellos que pensaban en sí mismos como los elegidos de Dios y, por lo tanto, los hijos e hijas favoritos. Más tarde esto iba a ser una prueba para los judíos cristianos al tener que aceptar a los gentiles en la primera iglesia. Esto también cuestiona nuestra aceptación de la invitación en constante expansión del evangelio por los marginados de nuestros días en la forma que sea que ellos invaden nuestra complacencia.

A un nivel personal, la parábola nos ayuda a entendernos a nosotros mismos. No es difícil que nosotros compartamos la ambigüedad del compromiso que revela Jesús. La perenne inconstancia del corazón humano nunca se aleja de nosotros. Todos somos hijos en un determinado momento de nuestras vidas. La lucha para nosotros es la búsqueda constante de la unidad del propósito. Necesitamos hacer nuestro SI a Dios más fiel y más determinado en nuestras vidas diarias.
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Vigésimo quinto domingo del tiempo ordinario

Mateo 20: 1-16 

Estimados amigos, cada domingo el Evangelio nos invita a entrar a un nuevo mundo, un mundo donde los valores de Jesús nos llaman y nos desafían a cambiar. En este mundo, se nos dice que los primeros deben ser los últimos, el líder debe ser el sirviente de todos. La respuesta a la violencia no es la venganza sino que debemos poner la otra mejilla. Estas son sólo algunas de las visiones del mundo inexorables que Jesús tiene para nosotros.

Las parábolas son un método particular que Jesús usa para desmoronar nuestro claro y confiable entendimiento sobre la mentalidad del sentido común de cómo pensamos que las cosas son realmente.

Nuestra respuesta inmediata a la parábola de hoy es una clara y contundente “De ninguna manera” ¿cómo pueden los trabajadores “De sol a sombra” no quejarse por la desigualdad del “Grupo que trabajó una hora” y obtienen igual salario?
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Vigésimo Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario


Mateo 18: 21-35 

Estimados amigos, Una vez más, Jesús usa la mal informada buena voluntad de Pedro para llevarnos más profundo en el misterio del amor de Dios.Para entender el mensaje de hoy, hay muchos puntos previos que son de mucha ayuda.

Primero, Pedro y la sugestión con el número siete era bastante generosa en contraste con la ley que operaba en ese momento que era “Ojo por ojo”. Segundo, los diez mil talentos era la cantidad más alta imaginable para tener una deuda en las matemáticas de ese tiempo. Tercero, la deuda del sirviente era más o menos tres meses de salario. Cuarto, el rey era tan amable que su perdón de la deuda fue un shock.

El mensaje principal de la parábola es que el Reino manifiesta todo un mar de misericordia divina. Necesitamos expresar las consecuencias de este regalo de gracia en nuestra responsabilidad hacia nuestros hermanos y hermanas. Esta es nuestra lucha, la realidad de la cizaña y el trigo dentro de nuestros corazones que están confrontados con la obvia y abrumadora demanda de perdón hacia los demás.
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Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario

Mateo 18; 15-20

Estimados amigos,
El mensaje de hoy sobre el perdón y la reconciliación es donde el Evangelio se concretiza, donde se pone bueno.

Este mensaje es parte de una sección especial (Mateo 18; 1-35) sobre la iglesia como comunidad. La comunidad cristiana está hecha de humanos defectuosos que tienen gran necesidad de sanar las siempre presentes diferencias y conflictos, Jesús nos pide enfocarlo con humildad y con perdón radical.

Recordar el sermón en el Monte (Mateo 7: 5). Hay toda clase de enseñanzas sobre perdón y reconciliación. Uno realmente relevante en el caso de hoy es, “Quita primero la viga que está en tu ojo para que puedas ver con claridad y quitar la pelusa en el ojo de tu hermano.” (Mateo 7: 5)
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Vigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario

MATEO 16: 21-27

Estimados amigos.

En el inicio del Evangelio de Juan encontramos una proclamación muy sorprendente “El verbo se hizo carne” (Juan 1: 14). Esto es el plan de Dios. Así es como Jesús aceptó la llamada para salvar al mundo. Volverse de carne no fue un evento aislado. Es aceptar la totalidad de su humanidad que Dios escogió para salvar al mundo. Esto significa que Él aceptó a Pedro y a todos nosotros como parte de Su realidad.

Así, cuando Jesús nombró a Pedro como la piedra sobre la que edificaría su iglesia, aceptó a Pedro y a todos nosotros, sus seguidores, tal como somos: quebrantados y en necesidad de ser reparados. Esta es la razón por la que es tan difícil para nosotros entender la iglesia. Es un hogar para pecadores con necesidad de ser sanados, un hogar para los quebrantados y perdidos en necesidad de plenitud y nueva dirección.
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Vigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario

Mateo 16: 13-20

Estimados amigos.

Pedro absolutamente realizó todo un viaje desde el momento en el que Jesús le pidió dejar su barca y sus redes para seguirlo. Él lo vio todo: los ciegos viendo, los cojos caminando, demonios echados fuera, los panes y los pescados multiplicados y, por supuesto, su corto y desafortunado intento de caminar sobre el agua y mucho más. Ahora Jesús les hace la pregunta “¿Quién creen ustedes que soy yo?” (Mateo 16: 15)

Pedro estaba listo, o por lo menos es lo que él pensaba y le dice: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo” (Mateo 16: 16) Pedro acertó. Jesús dijo, “Carne y sangre no te han revelado esto sino mi Padre Celestial.” (Mateo 16: 17)
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Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario

Mateo 15: 21-28 

Estimados amigos,

Para nosotros es difícil comprender que tan profundo, los judíos en el tiempo de Jesús estimaban su rol de “pueblo elegido” de Dios y la exclusión de todos los demás. Coloreaban su realidad con una clara visión y agudamente custodiado fijan los protocolos que definían toda interacción social con los Gentiles.

La iglesia cristiana de los primeros días luchó por dos generaciones para liberarse de esta esclavitud de la exclusividad. A lo largo de la historia la iglesia y todas las sociedades han seguido manufacturando una imagen de este elitismo.

La historia de hoy del Evangelio de San Mateo es tan relevante como el blog más reciente que llena el internet cada hora.

Con el paso de los siglos, las voces de los cristianos han producido algunas fantasías increíbles para explicar el lenguaje duro de Jesús al dirigirse a la mujer canaanita. Aún permanece como lo que es: una declaración de los ciegos prejuicios de su tiempo. Me gustan especialmente aquellos que dicen que era protocolo no prejuicio.
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Décimo noveno domingo del tiempo ordinario

Mateo 14: 22-33

Estimados amigos,

El Evangelio de hoy trae la historia de Jesús caminando sobre el agua, está llena de simbolismo y ecos del Antiguo Testamento. Más inmediatamente la historia del bote en la tormenta es la manifestación de las luchas de la iglesia en los primeros años de su existencia y a lo largo de la historia. De igual manera, el episodio de Pedro vacilante es una expresión de la experiencia básica humana de ser totalmente vulnerables.

Pedro es audaz y aventurero cuando le grita a Jesús, “Si eres Tú Señor mándame ir hacia Ti sobre el agua” (Mateo 14: 28) Pedro inicia su caminata pero la realidad lo agarra en su débil fe. Cuando Pedro enfrenta su momento de la verdad y empieza a hundirse su grito “Sálvame Señor”  (Mateo 14: 30), expresa la verdad desnuda y sin filtrar de nuestra humanidad. Al final, somos totalmente dependientes de Dios.

Jesús dice “No teman” (Mateo 14: 27). Esta frase es una de las más comunes en toda la escritura. Es pronunciada más de trescientas veces en la Biblia. Cada vez revela la presencia de un Dios salvador y compasivo. Para llamarla una declaración de comodidad es demasiado corta. Revela a un Dios profundamente comprometido en la lucha humana con el poder de sanación y liberación. En el episodio de hoy como un ejemplo, Pedro termina de regreso en el bote en lugar de en el fondo del mar.

Todos tenemos nuestros momentos de “Señor sálvame” Estos tienden a ser pocos pero más intensos conforme pasan los años. Al final, hay un claro crecimiento lento de que verdaderamente estamos en la tormenta y estamos cerca de hundirnos.

La realidad de la necesidad para que Jesús crezca en nuestro corazón, puede ser una crisis en la salud, tan prevalente en esta pandemia, un chico que ha caído en las drogas, la pérdida de un ser querido, las consecuencias de una economía fuera de nuestro control, o sencillamente el inexorable proceso del envejecimiento. Hoy estamos inmersos en el trauma del Covid 19, la convulsión racial, una economía inestable y el estrés de un año de elecciones (en Estados Unidos) que ponen presión extraordinaria sobre nuestra vida personal, familiar y comunitaria. Cualquiera que sea la situación, todos estos eventos recaen en la última experiencia humana, nuestra mortalidad. La profundidad del grito “Señor, sálvame”, se vuelve más intensa y más dominante. Al mismo tiempo, la necesidad por alcanzar la mano de Jesús se vuelve más clara y fuerte e increíblemente más importante. Necesitamos mantener nuestros ojos fijos en Jesús.

Quiero regresar a mi santa Carmelita preferida, Santa Teresa de Ávila, para hacer una conclusión clara de la historia de hoy. Teresa dice que la historia de su vida es la historia de la misericordia de Dios. Con esto ella quiere decir que cuando llegó al momento más profundo y claro de su vida, su momento de “Señor, sálvame” le enseñó lo que significa ser una criatura. Ella abrazó el hecho de su realidad como criatura porque para ella significaba ser acunada en las manos amorosas de un creador de gracia revelado en su gran amigo y salvador, Jesucristo. Al final, la misericordia infinita de Dios es su victoria. Para nosotros es un viaje saber que nuestra vida es también, en su expresión final, la historia  de la misericordia de Dios. Que, ciertamente es una bella verdad, como la que Pedro encontró en el pasaje del Evangelio de hoy.

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Un lento viaje de amor por la Palabra de Dios


I

Era el año 1954, nueve años antes del Concilio Vaticano II. Yo tenía todo empacado y listo para salir hacia el seminario Carmelita. El dilema era que aún tenía una gran Biblia que fue un regalo. Como la mayoría de los católicos de ese tiempo, no tenía interés en la Biblia. Sin embargo, tenía gran amor y respeto por mi párroco que me la había regalado. El amor por mi mentor ganó. De mala gana tomé la Biblia.

Con el paso de los años, seguí arrastrando la Biblia conmigo hasta que en mis pocos años finales empecé a usarla en mis estudios. Después de cerca de una década de estudios y formación, finalmente empecé a desarrollar algo de aprecio y un poco de entusiasmo por la Biblia. Lentamente, supe que mi espiritualidad estaba completamente vacía del regalo de la Palabra de Dios. Fue solamente después de las enseñanzas del Concilio Vaticano II que empecé a filtrar mi conciencia en mis primeros años como sacerdote cuando empecé un viaje que me guiaba hacia el verdadero amor por la Biblia. Ahora, después de 58 años como sacerdote, puedo decir que no pasa un solo día en el que no aprecie aún más la Biblia. Es una fuente de sabiduría y luz y una guía para la experiencia diaria.

Una de las claves para mí en el viaje de la ignorancia y la indiferencia hacia el amor y el compromiso por la Palabra de Dios fue esta: empecé a entender la Biblia como una historia que es, en verdad, nuestra historia.

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Decimo Octavo Domingo del Tiempo Ordinario

MATEO 14: 13-21


Estimados amigos,

El pasaje de hoy de Mateo es sobre los panes y los pescados. Esta historia aparece en seis ocasiones diferentes en los Evangelios. De igual manera, es la única historia sobre milagros que aparece en los cuatro Evangelios. No cabe duda, tiene un poderoso mensaje para nosotros.

La historia mira hacia adelante y atrás en el plan divino. Claramente, tiene ecos del maná en el desierto (Éxodo 16) y un pasaje similar de Elías que alimentó a una multitud con unos pocos panes (2 Reyes 4: 42-44) más importante aún, el lenguaje que Jesús usa es similar al de la institución de la Eucaristía en la Última Cena. (Mateo 26: 26). Finalmente presagia el banquete mesiánico en el final de los tiempos.
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Decimo Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario

MATEO 13: 44-52

Estimados amigos,

Hoy es el tercer domingo de parábolas en el capítulo trece de San Mateo. Muchos eruditos de la Biblia dicen que la parábola de hoy sobre el tesoro es la más importante de todas.

Empieza con la declaración “El Reino de los cielos es como…” (Mateo 13: 44) en los tres Evangelios sinópticos ésta frase “el reino de los cielos” o “el reino de Dios” en Marcos y Lucas, se encuentra en el centro de la enseñanza y ministerio de Jesús. En su expresión más básica, es el plan de Dios en Jesús de vencer el mal con amor. Es un proceso de liberación de todas las consecuencias del pecado. Así los milagros son siempre manifestaciones de la presencia de Dios trayendo integridad y libertad. La última expresión del afluente del poder diario está en la conquista de la muerte en la Resurrección.

El Reino es un regalo de Dios. Nosotros no lo ganamos porque Él nos lo da, pero necesitamos estar atentos a su llamado. El Reino es una situación que nos permite entrar y participar en la mismísima vida de Dios. El Reino es caminar con Jesús, donde los valores del mensaje del Evangelio llenan nuestro corazón y nuestra vida.  En el capítulo trece de Mateo la frase “el reino de los cielos” aparece nueve veces. Así que la pregunta para nosotros ahora es esta: ¿Cómo la sencilla historia del encuentro del tesoro nos conecta a esta gran acción salvadora y liberadora de Dios revelado en Jesús? La parábola del tesoro, más claramente que la mayoría de parábolas, nos dice cómo experimentamos a Dios y lo que necesitamos hacer cuando este gran regalo nos envuelve.

Hay tres sencillos pasos en la parábola: un encuentro, una venta y una compra.

El encuentro es algo muy común con alguien o con algo. El encuentro toca el hambre más profunda en el corazón humano. Puede ser algo tan profundo como enamorarse, tener un hijo o perder a un ser querido. O puede ser algo tan mundano como decidir si estudiar en  la universidad o volverse más activo en la parroquia o en la comunidad. Las expresiones sin final de este encuentro llenan nuestro viaje humano. Todos ellos, sencillo o profundos, son la acción de la gracia de Dios. Dios nunca termina con su llamado y en su venida.

Para llevarnos el regalo necesitamos vender, necesitamos vaciarnos. Necesitamos hacer espacio. Necesitamos morir a nuestra comodidad y control. Necesitamos aceptar el hecho de que nuestro pequeño mundo necesita un cambio real. Al final, vender no cuesta menos que todo lo demás.

Cuando aceptamos el desafío nos volvemos libres y empoderados para entrar en el nuevo mundo, una nueva realidad donde Dios toma un lugar más prominente de honor. Esta es la compra. 

El proceso nunca termina. Es todo guiando a una transformación personal y social. Esto es lo que se llama el reino de los cielos en el Evangelio de San Mateo.

La parábola del tesoro con su sencillez nos muestra cómo experimentamos a Dios en curso normal de nuestra vida diaria. Es un llamado interminable que viene de un Dios de gracia para saciar el hambre sin fin de nuestros inquietos corazones. La última expresión del tesoro es Jesús.

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Decimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario

MATEO 13: 24-30


Estimados amigos,

Recibí la introducción a esta parábola de la cizaña y el trigo cuando era un estudiante de segundo año en la secundaria. Era el tiempo de las audiencias de McCarthy en la televisión. Los políticos de ese tiempo hablaban sobre infiltración de comunistas en nuestro gobierno y sociedad. Yo estaba muy interesado en esto. 

Al principio, era muy confuso porque había dos artículos que eran muy claros en mi mundo. Los comunistas eran tan malos como te los puedas imaginar y los católicos eran buenos. Conforme evolucionaba el drama en la televisión yo tenía que cambiar lentamente. Aun cuando el Senador McCarthy estaba contra los comunistas y él era un católico, empecé a darme cuenta que él estaba equivocado. Eventualmente, él fue censurado por el Senado, una de las únicas tres condenas en la historia de nuestro país.

Este fue el inicio del viaje de toda una vida donde el claro blanco y negro de mi mundo tenía que dar paso a una aceptación del gris de un mundo complejo.

La parábola de hoy de la cizaña y el trigo, como todas las parábolas, nos habla de la venida del Reino de Dios, que es el mensaje principal de Jesús. Conforme entramos en la parábola empezamos a aprender como experimentamos la presencia y acción de Dios en nuestra vida diaria. Está claro que Dios se encarga de la cosecha. Nosotros tendemos a tomar ese trabajo. La mayoría de nosotros tiene una maestría para diferenciar a las buenas personas de las malas. Jesús preferiría que permitiéramos que el Padre haga esa tarea. Es por eso que poner la otra mejía está mucho más en sintonía con el mensaje de Jesús que un puño cerrado.
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