La Felicidad de María

(Lucas 11: 27-28)

El falso yo es como la taquifrafía para nuestra tendencia de buscar seguridad para nosotros mismo“Señor, Señor” y no hacer lo que Él nos dice. (Lucas 6: 46).
s. Se aferrará a cualquier cosa para conseguir lo que quiere. La religión está destinada a abrirnos hacia Dios. Pero podemos usarla para reforzar nuestra propia imagen. No hubo nada malo con lo que la mujer en la multitud gritó en el texto de nuestra escritura, pero Jesús tomó la oportunidad para señalar que, en lugar de clamar una relación física con Él, era mucho mejor oir la palabra de Dios y guardarla. Jesús dijo en otro lugar que no tiene sentido llamarlo,

Lo que importa entonces no es el hecho de que nos llamamos cristianos, sino cómo vivimos actualmente nuestro dia a dia. La oración auténtica tendrá un efecto en cómo actuamos y reaccionamos. Usualmente los efectos no serán dramáticos, pero es como el goteo constante de agua en la roca; eventualmente el agua desgastará la roca. Gradualmente nuestros motivos serán puestos al descubierto. ¿Por qué oramos? Algunas personas meditan para relajarse, o para obtener otros beneficios físicos o psicológicos. La oración, por otro lado, es una relación con Dios. Nosotros somos atraídos por lo que obtenemos de dicha actividad, pero estos sentimientos placenteros se secan tarde o temprano. Yo ya he mencionado (en la reflexión 9) la enseñanza de San Juan de la Cruz sobre “La Noche Oscura”, o por lo menos la primera parte. Si somos serios con respecto a la relación con Dios, nuestra motivación pronto será desafiada. El propósito del desafío no es castigarnos en ninguna manera, sino ayudarnos a crecer. Dios nos aleja de la leche espiritual para empezar a darnos alimento sólido, y mientras tanto no seremos muy felices. Es como si la luz se alejara, y no podemos ver los objetos familiares a nuestro entorno. Se lleva un buen rato para que nuestros ojos se acostumbren a la falta de luz y para nosotros acostumbrarnos al cambio de dieta.

En el camino espiritual nuestra motivación gradualmente será purificada de manera que no estaremos buscando sutilmente nuestro propio beneficio en lugar de permitirle a Dios cumplir su voluntad en y a través de nosotros. No deberíamos ser tan rápidos en insistir que nuestra motivación es completamente pura. Creo que es probablemente purificada por completo en el pasaje a la vida eterna. Hasta entonces, tenemos que luchar con nuestra naturaleza humana, y el elemento egoísta en cada persona para buscar nuestro propio beneficio aun en la más santa búsqueda. En el camino de las oraciones, se requiere de gran honestidad como será demostrado donde nuestra motivación no es tan pura. Sin embargo, tenemos que ejercitar la humildad, que simplemente significa conocer y aceptar la verdad sobre nosotros mismos para aceptar que no somos tan santos como pensamos secretamente. Tenemos que escuchar y estar pendientes cuando Dios nos revele a nosotros mismos de diferentes formas. Puede venir de un comentario que hizo alguien. Nuestra reacción inicial puede ser rechazar directament lo que se ha dicho, pero si podemos contemplar ese comentario honestamente más adelante, veremos que más bien hay un mensaje importante para nosotros ahí.

MI REFLEXIÓN:

Cuando entramos en el mensaje del Evangelio sobre Jesús, nos movemos a un mundo nuevo, lo que parece que es no es, y lo que no es, parece que es. De las muchas declaraciones contradictorias, aquí hay algunas: los primeros serán los últimos y los últimos los primeros; para salvar tu vida necesitas perderla; el verdadero líder es el sirviente y el que lava los pies; benditos son los pobres.

El pasaje en la escritura de hoy es una clara expresión de estas reversiones comunes en las enseñanzas de Jesús. En parte, Jesús está señalando la verdadera felicidad de su Madre. Su apertura a Dios y su fidelidad en todas las cosas son su verdadera fuente de santidad en lugar de su conexión física con Jesús.

Chalmers continua su meditación sobre la oración y la espiritualidad Carmelita. Él muestra que el falso yo es fuente de muchos problemas en nuestra jornada hacia Dios. La tarea fundamental en este peregrinar espiritual es poner a Dios en el centro. Cuando esto sucede, gradualmente vemos a nuestro ser en una luz diferente. Esta es la dificultad y el proceso maravilloso para llegar a conocernos a nosotros mismos.

Alejarnos de la perspectiva de nuestro egoísmo nos ayuda a poner a Dios en el centro. Este cambio lleva a una transformación total de cómo experimentamos la vida y el mundo. Aquí es donde las enseñanzas de reversión de Jesús empiezan a tener sentido para nosotros. Aquí es donde lentamente vemos como los primeros serán los últimos. Llegamos a un punto de experimentar el registro en nuestro ojo. Entendemos verdaderamente que es mejor servir que ser el centro de atención y el recipiente de el servicio y estima de los demás. Cuando aceptamos verdaderamente el mensaje de reversión de Jesús, estamos en camino a ser santos.

El movimiento en nuestro corazón y en nuestra mente para poner a Dios en el centro es la muerte gradual del falso yo y la lenta pero bella evolución del verdadero yo. Esta transición sucede cuando aceptamos y reconocemos a Jesús como el camino, la verdad y la vida.

María fue bendita debido a que su humildad la abrió para asentir a Dios como el centro y a ella misma como la sierva humilde del Señor. La oración fue el poder que dirigió su crecimiento. En Belén, Lucas nos dice, “María guardaba todas estas cosas, y las reflexionaba en su corazón.” (Lucas 2: 19)

La oración personal profunda también es nuestra puerta para el encuentro transformador con Dios. Thomas Merton resaltó dos puntos en su definición de oración: un entendimiento personal de la palabra de Dios junto con el conocimiento de la voluntad de Dios y la intención de hacer de esta nueva luz la fuente de nuestro movimiento del falso yo hacia el verdadero yo.
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