Vigésimo quinto domingo del tiempo ordinario

Mateo 20: 1-16 

Estimados amigos, cada domingo el Evangelio nos invita a entrar a un nuevo mundo, un mundo donde los valores de Jesús nos llaman y nos desafían a cambiar. En este mundo, se nos dice que los primeros deben ser los últimos, el líder debe ser el sirviente de todos. La respuesta a la violencia no es la venganza sino que debemos poner la otra mejilla. Estas son sólo algunas de las visiones del mundo inexorables que Jesús tiene para nosotros.

Las parábolas son un método particular que Jesús usa para desmoronar nuestro claro y confiable entendimiento sobre la mentalidad del sentido común de cómo pensamos que las cosas son realmente.

Nuestra respuesta inmediata a la parábola de hoy es una clara y contundente “De ninguna manera” ¿cómo pueden los trabajadores “De sol a sombra” no quejarse por la desigualdad del “Grupo que trabajó una hora” y obtienen igual salario?

Por supuesto, como en todas las parábolas, Jesús nos está preparando para un cambio. Él nos está invitando a un nuevo mundo de la generosidad de Dios. Cuando se trata de la justicia y de la misericordia usamos una medida pequeña para trabajar en la medida justa. Jesús nos está enseñando que la misericordia y justicia de Dios están retratadas verdaderamente como un torrente donde no hay instrumentos de medida ni límites en la entrega de amor.

Pocos años atrás tuve un encuentro particular con la realidad de la parábola de Jesús de los trabajadores en el viñedo.

Me pidieron visitar a un joven que estaba paralizado de los hombros para abajo. Él era la víctima inocente de unos disparos desde un coche. Naturalmente, me sentí un poco aprehensivo ya que tenía muy poco en mi saber sobre consejo pastoral que tuviese algo de sentido en esta situación.

Inmediatamente, el joven me la puso fácil. Él compartió su historia de cómo algunos de los veteranos que tenían condiciones similares habían ministrado en él para alejar la desesperación y llamarlo a abrazar la vida. Él compartió como estaba de agradecido porque estaba con vida, que podía ver a su hija, y aún de poder disfrutar del campeonato de los L.A Lakers. Su primo murió el mismo día de su tragedia y él compartió su dolor con la familia.

Si hubo un trabajador “De sol a sombra” en las circunstancias de la vida, yo estaba en presencia de él en la persona del hombre paralizado. No había una fiesta de lástima por la injusticia de la vida aunque toda la sala de rehabilitación del hospital estaba llena con víctimas de las arbitrariedades de la vida.

Nuestro encuentro con la parábola de Jesús nos invita a apreciar el regalo de la vida que coloca a la mayoría de nosotros en el “Grupo de una hora de trabajo” aun cuando nosotros imaginamos que hemos estado en la viña de la vida larguísimas horas. Jesús quiere provocarnos a contar nuestras bendiciones con nuevos ojos y corazón abierto. La fusión de la justicia y misericordia de Dios siempre está en nuestro medio. Nuestra tarea es crecer en una conciencia de la abrumadora bondad de Dios y no cegarnos por las cargas pasajeras de nuestra vida diaria.
Compartir: