Bien, siervo bueno y fiel

MATEO 25: 14-30 

Estimados amigos, El mensaje para nosotros en el Evangelio de hoy es muy claro: darnos cuenta que Dios está llamándonos a usar nuestro tiempo, talentos y tesoro para hacer crecer el Reino de Dios. Nuestro llamado es para crear y apoyar la vida en toda su variedad de manifestaciones. Los vestidos sin costura de la vida, desde el vientre hasta la tumba. Estamos invitados a entrar y abrazar el mensaje del Evangelio de Jesús al descubrir siempre nuevos horizontes de inclusión, aceptación y celebración. Nuestra tarea humana fundamental es permitir que la realidad abra la presencia escondida de nuestro Dios amoroso en todas las manifestaciones de la humanidad.

Tenemos que movernos más allá de los “esto sí, esto no” de la religión. El tercer sirviente trabajó con una mínima inversión de tiempo, talento y tesoro. Él ve un “ir a misa los domingos” como un esfuerzo nominal para satisfacer a un estricto y demandante juez que trae consigo la amenaza del castigo eterno. Él pone a Dios al margen de la vida, una obligación necesaria pero onerosa.

La imagen de Dios es una fuerza central en la historia de los tres sirvientes. Para los primeros dos, aun cuando difieren un poco en los regalos personales, Dios fue visto como un benefactor generoso y amoroso. Ellos ven a Dios llamándolos a la vida en cada manera posible. La invitación a una vida responsable estaba enraizada en el amor misericordioso de Dios.

Para el tercer sirviente, el temor fue la consecuencia de una imagen de Dios como un juez duro y demandante. Esta imagen relegó su mundo a un mínimo de generosidad y un máximo de evasión de cualquier error. El amor simplemente no era un factor.

Necesitamos una imagen de Dios donde el amor y la misericordia nos liberen y enriquezcan. Estamos empoderados para avanzar en confianza con los regalos de nuestro tiempo, talentos y tesoro. Dios nos está llamando para compartir en la creación de su reino al caminar con Jesús.

La selección del Evangelio de hoy está en el contexto del final del tiempo para el año litúrgico pero más importante aún resalta el hecho de que nuestro mundo, personal y comunal, llegará a su final tarde o temprano. El regalo de la vida expresado en nuestro tiempo, talentos y tesoro necesita ser querido. También necesita ser desarrollado conforme enfrentamos el implacable reloj que nos mueve hacia la conclusión de nuestro viaje en la tierra. Esta acción responsable es nuestro camino para entrar en el Misterio. No hay nada en la vida que sea más importante para nosotros.
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