Estén despiertos porque no saben el día ni la hora

Mateo 25: 1-13 

Estimados amigos, Conforme nos acercamos al final del año litúrgico, en tres semanas, la iglesia tiene un mensaje para nosotros sobre este tiempo. Podría ser mejor decir que la iglesia nos invita a ponderar el misterio de este tiempo.

En el Evangelio de hoy sobre las diez vírgenes, las precavidas y las descuidadas, y la próxima semana sobre los tres hombres que se les dio una suma de dinero para desafiar su responsabilidad, se nos pide considerar las consecuencias del tiempo que está llegando a su final. Luego, después del domingo final, que es Cristo Rey, empezamos un nuevo año litúrgico. En los primeros tres domingos de Adviento también se nos pide considerar el tiempo que empieza. Estos dos enfoques al tiempo nos ofrecen un desafío para investigar nuestra vida a la luz del Evangelio.

La historia de las vírgenes y el Evangelio de la próxima semana sobre los talentos nos llama a la responsabilidad para nuestra vida. El mensaje es claro y sencillo. Permanecer despiertos y ser responsables. Lo que hacemos con nuestro tiempo tiene consecuencias. Nos llamarán a responder por eso. Definitivamente hay un límite para este tiempo. “Más tarde llegaron las otras jóvenes y llamaron: ‘Señor, Señor, ábrenos, pero Él respondió: en verdad se los digo que no las conozco. Por tanto, estén despiertos porque no saben el día ni la hora.”

El tiempo tiene límites para nosotros. Necesitamos estar preparados siendo responsables. Todas las selecciones de Mateo de este año han señalado un camino muy claro y un plan de cómo podemos ser responsables en las huellas de Jesús.

Luego, después de la Fiesta de Cristo Rey, empezamos el viaje otra vez con el Evangelio de San Marcos. Los primeros tres domingos de Adviento tienen otro enfoque para el misterio del tiempo. Ellos trazan un plan de tiempo empezando con la venida de Jesús. El mensaje es ¡Maranatha!, ¡Ven, Señor Jesús!

Aquí se nos enseña que estamos invitados a una nueva realidad, a un nuevo tiempo. Jesús nos deja saber que el tiempo está impregnado con nuevas posibilidades. El tiempo es un regalo lleno de esperanza y una invitación a una nueva vida. El tiempo tiene el regalo que ha estado anhelando nuestro corazón. El tiempo no es una amenaza sino un regalo. No es escurridizo sino la venida envuelta en el amor de un Dios de gracia y salvación.

En este tiempo de cierra del año y el inicio de otro, estamos confrontados con la paradoja. El tiempo se va y vuelve uno renovado. Por supuesto, esto es un arreglo para ayudarnos a entender que cada día de nuestras vidas abraza este misterio del tiempo que va y viene. Cada día es un regalo lleno con la oportunidad una nueva vida y de nuevo amor. Al mismo tiempo, cada día está más cerca de nuestra muerte.

En una misa de cuerpo presente tenemos una visión más fuerte de esta paradoja del tiempo. El prefacio de la misa proclama, “En Él, que resucitó de entre los muertos está la esperanza de nuestra resurrección. La tristeza le da paso a la promesa de la inmortalidad. Señor, para tu pueblo fiel, la vida no termina, solo cambia.”

En esta paradoja del tiempo llegando a su final y el nuevo inicio, estamos llamados a enfrentar la muerte como un aspecto dominante de nuestra realidad. A pesar d todo, en Jesús compartimos la victoria sobre la muerte.

Este mensaje del misterio del tiempo nos llama a vivir el hoy a toda plenitud, para vivir hoy llenos de alegría y esperanza. Estamos llamados a ser responsables y atentos, para ser amorosos y confiables. Cuando caminamos con Jesús, estamos listos para enfrentar la realidad del hoy con el Covid 19 y con todo lo que traiga el mañana.

Es muy sabio, no malhumorado ni melancólico, darse cuenta que el hoy nos trae un día más cerca de la muerte. Esto sencillamente significa que el hoy es el más bello de los regalos. De manera que verdaderamente podemos decir “Este es el día que ha hecho el Señor, gocémonos y alegrémonos en él.” (Salmo 118: 24)
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