Cristo Rey

Mateo 25: 31-46 

Estimados amigos, Este famoso texto del Evangelio no es tan sencillo y simple como parece a primera vista.

Yo no sé de ninguna persona que haya atendido más mujeres adictas sin hogar y en necesidad y a sus hijos que mi hermana que es monja. Si hacemos una interpretación literal del texto, ella no estaría en forma.

En realidad, ella es una servidora 24/7 de los pobres, como directora de un Centro de Rehabilitación de mujeres pobres adictas. Sus recursos están siempre al límite. A causa de que el programa es tan bueno, ella recibe más solicitantes de los que el espacio y el programa permiten. El resultado final es que ella mantiene a las mujeres en recuperación por dos años en la mayoría de los casos. El promedio de recuperadas que se mantienen libres de vicios es de más del 90%. Esto es fenomenal.

Este pasaje del Evangelio es trivializado por aquellos que se van de largo cuando se encuentran con un mendigo en la calle o en cualquier lugar.

Aquí hay un ejemplo para contextualizar la superficialidad de los individuos que están en esas esquinas o calles. Cuando voy a visitar un hospital o un asilo o una cárcel, con frecuencia me llaman muchas otras personas para pedirme oración y ayuda. Sin embargo, no importa a cuantos auxilie, hay muchísimos más justo enfrente de mí a los que no alcanzo.

Después de muchos años de experiencia pastoral, yo entiendo las poderosas y desafiantes palabras de Jesús de esta manera,

Necesitamos empezar con las responsabilidades de nuestra propia situación de vida. Necesitamos ser razonables y responsables sobre “quien” tiene prioridad en nuestro tiempo, talentos y tesoro. Necesitamos orar y ponderar la invitación del Evangelio para abrir nuestro corazón a las demandas del amor. Con fidelidad a nuestro compromiso para caminar con Jesús nuestros ojos permanecerán abiertos a los siempre amplios horizontes donde podemos encontrar el tesoro de nuestra vida en el amor.

El amor real nos apartará de la gracia barata del sentimiento de tener un dios al alcance de nuestra mano que nos cuesta muy poco y tiene mínimos inconvenientes. La llamada de Jesús siempre estará asaltando nuestra conveniencia y comodidad y tiempo. Siempre empezará en casa. Este es el verdadero significado de la frase “la caridad comienza en casa” que con frecuencia es distorsionada: el amor estará siempre llamándonos hacia nuevos y demandantes horizontes.

Mi buena amiga Santa Teresa de Ávila tiene algo muy bonito que decir sobre este tema del amor. En la séptima morada de su obra “El Castillo Interior” que es el máximo punto de conexión y entrega con Dios, ella tiene esto para decirnos: “si están en lo más profundo de la oración y las urgentes necesidades de una hermana vienen a tu conciencia, olvida la oración y ayuda a tu hermana”. Ella dice que al final del viaje místico sólo están “las buenas obras mis hermanas, las buenas obras”.

El mensaje principal del Evangelio de hoy es no poner límites a las demandas del amor. Necesitamos estar siempre listos para expandir nuestros horizontes y usar nuestra inteligencia para ver el verdadero amor que se nos abre no solamente a la misericordia y compasión sino a las más costosas demandas de justicia y paz.
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