Mostrando las entradas con la etiqueta CICLO-B-2021. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta CICLO-B-2021. Mostrar todas las entradas

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

SOFONÍAS 3: 14-18, FILIPENSES 4: 47, LUCAS 3: 10-18 

Estimados amigos, es sorprendente cuantos preguntan sobre la candela de color rosa en la Corona de Adviento. Es diferente así que la gente quiere saber el por qué. La respuesta viene en la segunda lectura de hoy de San Pablo. Pablo dice, “Estén siempre alegres en el Señor. Lo diré otra vez: Alégrense.” (Filipenses 4:4) la candela rosada representa el regocijo. Nos estamos acercando a la venida del Señor. El día de la salvación. Nuestro Dios será fiel a sus promesas. Él nos libertará.

En la primera lectura, tenemos un mensaje del porqué deberíamos regocijarnos. Sofonías dice, “El Señor su Dios está en medio de nosotros, un salvador poderoso; Él saltará de gozo al verte a ti y te renovará su amor.” (Sofonías 3: 17) Pablo nos dice que no nos preocupemos, que pongamos nuestra confianza en Dios. “Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4: 7) En el Evangelio, Juan el Bautista nos dice por qué deberíamos alegrarnos, “Está para llegar uno con más poder que yo.” (Lucas 3: 16) Este es el mensaje de Adviento. Esta es la razón por la que estamos llenos de esperanza. Esta es la razón por la que nuestra oración de adviento es tan poderosa y está en nuestra mira, ¡Ven Señor Jesús!

Nuestro mundo y cada uno de nosotros necesitamos salvación. Es fácil para Pablo decirnos que no nos preocupemos pero sabemos que hay muchas cosas que nos causan angustia, puede ser una enfermedad o el trabajo, nuestros hijos o la familia. Las calles son un día a día, hora a hora de desafíos. La esperanza no es fácil de encontrar en la oscuridad de nuestra realidad.

Esta es la razón por la que tenemos la candela rosada. Dios no nos ha abandonado. Esta es la razón por la que Sofonías puede decir, “El Señor ha alejado de ti a tus enemigos. No tendrás que temer desgracia alguna, pues en medio de ti está Yahvé.” (Sofonías 3: 15) La esperanza es el tesoro revelado en nuestra celebración de Adviento. Santa Teresa de Ávila captó este espíritu en su bella y clásica oración.

Nada te turbe
Nada te espante
Todo se pasa
Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza
Quien a Dios tiene nada le falta
Solo Dios basta.
Compartir:

ADVIENTO 2021

ADVIENTO 2021 


El Evangelio de Lucas: El regalo del viaje de este año litúrgico

Lucas, como los otros tres Evangelios, no es una biografía de Jesús. Es una reunión de información basada en una visión de fe en la verdad de Jesús como el Salvador crucificado y resucitado. Es una oportunidad para toda la gente de tener un encuentro salvador con Jesús justo como lo experimentaron los discípulos. En este nuevo año litúrgico, empezando en el adviento de 2021, estamos invitados a viajar con Lucas en nuestra celebración semanal del Dios de amor en el Misterio Pascual.

Jesús es una invitación para entrar en el Misterio de Dios. En el último versículo del Evangelio de Juan leemos: “Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros.” (Juan 21: 25)

Lucas, entonces, ha elegido verdaderamente una cantidad limitada de material. Él la ha organizado en una manera específica para ayudar al lector a conectarse con Jesús en una cita salvadora y dadora de vida. Lucas comparte grandes similitudes con Marcos y Mateo. Esto los une bajo el título de Evangelios sinópticos. Lucas también tiene mucho que es diferente y así nos ayuda a tener un conocimiento más amplio y profundo de Jesús.

Como sus compañeros Evangelistas, Lucas nos invita a ser participantes en la historia de Jesús. Necesitamos vernos a nosotros mismos como recipientes de la sanación. Nosotros, igual que Pedro y los otros discípulos, necesitamos aceptar la llamada para viajar a Jerusalén. Detrás de todas las escenas de las historias de Lucas yace la realidad de Jesús en nuestra vida llamándonos a entrar en el reino de la paz de Dios, justicia y amor eterno. Uno de los regalos especiales de Lucas es su habilidad para dirigirnos dentro de la extravagancia del amor de Dios.

Uno de los muchos talentos especiales de Lucas es su don para contar historias. La historia del rico tonto, Lázaro, el Buen Samaritano, y el Hijo Pródigo son historias con gran riqueza y muy peculiares de Lucas.
Compartir:

FESTIVIDAD DE CRISTO REY

JUAN 18: 33-37 

Estimados amigos, esta fiesta tiene un claro y formidable mensaje para nosotros. También tiene una función significativa en nuestro año litúrgico.

En el Evangelio de Juan, la historia de Jesús y Pilato es una de las partes más importantes de la narración de la pasión. Contiene siete escenas diferentes.

Una dimensión de la historia es que Jesús es definido como rey en contraste a los líderes terrenos. Su posición está enraizada en el estatus, exclusividad, anillos y mantos, que son expresiones de riqueza y poder, títulos y la habilidad de manipular todas las cosas y todas las personas en su propio beneficio. El reinado de Jesús está designado por el llamado a testificar a la verdad, a servir, a ser libre en la pobreza y la falta de reconocimiento, para dar la medida final de amor a todas las decisiones. En su reinado, todas las cosas vienen de Dios y llevan a Dios.

Jesús ofrece la expresión más clara de este reinado ante los soldados en el momento de la flagelación y la burla. Jesús había dicho claramente, “mi reino no pertenece a este mundo.” (Juan 18: 36) Jesús está aunando el mensaje total de su ministerio y vida. Él nos está invitando a recibir todas sus enseñanzas por medio de la lente de su reinado ante los soldados y en la cruz.

Podemos ver en Pilato a alguien que claramente rechaza a Jesús. Es un desafío para nosotros abrirnos al reino de Dios. Esto es una petición para la transformación personal en las huellas de Jesús. Estamos invitados a aceptar un nuevo significado de poder y grandeza. Estamos llamados a un siempre expansivo mandato de servir a todos. Estamos llamados a mantener nuestros ojos fijos en Jesús en oración y servicio. El reino de Jesús es un viaje de amor.
Compartir:

TRIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


MARCOS 13: 24-32

Estimados amigos, conforme llegamos al final del año litúrgico tenemos un mensaje sobre el fin del mundo. Siempre es dramáticamente diferente que el mensaje sensacionalista que escuchamos cada tantos meses de un grupo loco u otro. El mensaje del Evangelio es claro. Nosotros no sabemos y no sabremos de manera que necesitamos estar en vigilia. Todas las demás especulaciones son inútiles. La narrativa de hoy se entiende más como una invitación a la vigilancia y preparación de cómo vivimos y esperamos la venida del Hijo del Hombre.

Sin embargo, hay otra dimensión para el mensaje del Evangelio de hoy que encaja muy bien con la experiencia humana. Se refiere a algo muy común que nos ocurre a todos. Hay cambios repentinos y dramáticos en nuestra vida que vienen de la enfermedad, la muerte, las fallas en las relaciones personales, el desastre económico o cosas similares. Cuando estas cosas suceden, parece como si nuestro mundo llega a su final. Tenemos que enfrentarnos a una nueva realidad que es atemorizante y extraña.

Uno de los eventos más poderosos de esta clase para mí fue una experiencia profundamente traumática de mi hermana, Mary. De repente se vio como madre de seis niños en un lapso de ocho años. Una mañana su esposo despertó con un severo dolor en el estómago. Varias semanas después ella era una joven viuda ya que un devastador cáncer se llevó a su esposo. Con su muerte también se fue su mundo que se centraba en el amor y apoyo de su esposo.

Mary estaba totalmente agobiada. Por muchas semanas difícilmente pudo salir de la cama. Finalmente, un día enfrentó su nuevo mundo. Como una mujer de fe muy profunda, ella tomó la tarea de criar a sus niños. Ella hizo un trabajo totalmente fantástico sobrellevando toda clase de obstáculos incluyendo el hecho de tener seis adolescentes al mismo tiempo. Cualquier madre se habría regocijado de tener esos jóvenes que salieron de esa familia.

Este es un ejemplo claro de lo que el Evangelio nos dice que necesitamos hacer cuando nuestro mundo parece ser devastado. Esto es algo que va a sucedernos a todos un par de veces durante nuestra vida. El Evangelio de hoy dice que cuando veamos todas estas cosas suceder “entonces verán al Hijo del Hombre venir entre las nubes.” (Marcos 13: 26) eso significa que cuando nuestro mundo personal se cae, y el fondo de nuestras vidas también se cae, estaremos listos para ver pasar la fealdad y para ver a través del dolor hacia la última realidad de las cosas. A pesar de las apariencias, Dios aún está a cargo, todavía está al cuidado, todavía tiene el poder para hacer las cosas correctas y todavía pretende hacer justo eso – en el buen tiempo de Dios.
Compartir:

TRIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 12: 41-44 

Estimados amigos. Como todas las enseñanzas de Jesús, la historia del óbolo de la viuda tiene muchos niveles. En el tiempo de Jesús, el papel de la viuda era particularmente doloroso y duro. Primero que todo, ella no tenía derechos. La herencia del esposo iría a su familia. La viuda era, de hecho, evitada de regresar a su familia si cualquier cosa se adeudaba en su dote. En algunos casos, la viuda era vendida como esclava para pagar la deuda de la dote.

De manera que para Jesús señalar a la viuda fue una elección específica y muy profunda. El contraste con los donadores ricos fue extremo.

Hay un segundo punto sobre la viuda de la historia del Evangelio y la viuda de la primera lectura alimentando a Elías en el Libro de los Reyes. No era cuestión de dos mujeres desesperadas guardando sus recursos. Ellas simplemente estaban lidiando con bolsos y bolsillos vacíos. Esto estaba más cerca de la norma en su estilo de vida ordinario.

El ejemplo de ambas viudas es un claro y poderoso ejemplo de confianza en Dios. Esta es la misma confianza que Jesús ha estado urgiendo sobre sus discípulos por muchos capítulos desde que le reconocieron como el Mesías. (Marcos 8: 27) Él dijo que en verdad era el Mesías pero su llamada a la plenitud era un viaje de confianza y entrega en el camino a Jerusalén. Los discípulos no entendieron pero el mendigo ciego si entendió. (Marcos 10: 52) El hombre rico no entendió (Marcos 10: 22) pero la viuda pobre si lo entendió.

Un nivel de la historia de hoy contrastando la donación de los donantes ricos y la viuda pobre es un llamado por Jesús para ser realista, para ver con ojos de fe que borre el engaño de la riqueza y las posesiones que nos hacen pensar que tenemos el control. Esa viuda es todos nosotros. La gran diferencia es que ella ve con claridad y fe profunda lo que significa ser una criatura. Todos nosotros somos totalmente y absolutamente dependientes de Dios. Cada día y cada momento es un regalo gratis. La viuda comprendió eso conforme comprendió el amoroso control total de un Dios de gracia. Los pobres donadores ricos estaban felices de compartir una ficha de su percibido poder y control con Dios. Pero en realidad, ellos eran pobres y débiles y la viuda era poderosa y libre en su aceptación de su total dependencia de Dios.
Compartir:

TRIGÉSIMO PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 12: 28-34 

Estimados amigos, en su respuesta a la pregunta de los escribas, Jesús empieza con la frase, “Escucha, oh Israel” (Marcos 12: 29) con estas palabras Jesús coloca su respuesta dentro de la tradición bíblica. Estas tres palabras iluminan la declaración de Jesús sobre el amor de Dios y el amor al prójimo. Primero que todo, él pone su respuesta en el contexto de la llamada de Israel en la cual Dios ha tomado la iniciativa del amor divino. Dios nos ama primero. La segunda consecuencia de las palabras de Jesús es la invitación para escuchar. Escuchar es la forma más segura dentro del misterio del amor de Dios.

La primera parte de la respuesta de Jesús sobre el amor de Dios fue una frase muy familiar. Era simplemente tan bien conocida por el judío promedio en aquel tiempo como la señal de la cruz lo es hoy para los católicos. Jesús, sin embargo, agrega a esa familiaridad la llamada a amar al prójimo. Jesús está haciéndonos señas para entrar en una comunidad de amor. El amor que es iniciado con Dios debe ser retornado no solamente a Dios sino ese amor que necesita incluir a nuestros semejantes. De esta forma, somos traídos a una comunidad enraizada en este amor divino. Aquí el amor está fluyendo de Dios hacia nosotros y para nuestro prójimo y de regreso a Dios.

Esto nos trae hacia mi descripción favorita de la Biblia. Declara que el mensaje de la Biblia es sencillo: Dios es amor y Jesús nos enseña lo que es el amor. Al escuchar para encontrar el amor y la sabiduría, nuestra búsqueda nos lleva a Jesús.

Jesús nos enseña quien es Dios y cómo ama Dios. En nuestro encuentro con Jesús, experimentamos la compasión y la misericordia de Dios. En Jesús, aprendemos que no hay límites para el amor de Dios, no hay valla ni etiquetas de exclusión. En Jesús, escuchamos a Dios y escuchamos el lamento del pobre y del marginado junto con los olvidados que son aislados en formas que solo el quebrantado corazón humano puede desarrollar. En Jesús en la cruz, la palabra de Dios se despliega ante nosotros un desafío para poner cada cosa y cada persona en segundo lugar de manera que “amemos a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza…debes amar a tu prójimo como a ti mismo.” (Marcos 12: 30-31)

Los cuatro Evangelios son la más rica sinfonía del amor de Dios que es Jesús. En los Evangelios, escuchamos la llamada para responder a nuestra realidad diaria con un corazón abierto y receptivo. Estar abiertos a la vida nos pone en contacto con Jesús. Confrontamos los limitantes y estrechos límites de nuestro egoísmo. Las necesidades de nuestro prójimo serán fijadas ante nosotros en una nueva claridad y urgencia.

Este amor de Dios y amor al prójimo es para lo que nuestros corazones fueron hechos. Sin embargo, esto no es siempre lo que nuestros corazones quieren. Si estamos escuchando a Jesús, no podemos evitar oír el difícil mensaje. Amar significa perder nuestra vida para salvarla. Amar significa buscar ser el sirviente y no el que manda. Amar significa lavar los pies de todos. Amar significa caminar con Jesús a Jerusalén. Amar significa que ganamos al perder.
Compartir:

TRIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 10: 46-52 

Estimados amigos, la historia de Bartimeo parece como la historia de un milagro sencillo pero es mucho más que eso. Es la historia de lo que es un verdadero discípulo. Por dos capítulos y medio, Marcos tiene a Jesús desafiando a los discípulos para que se den cuenta que la obediencia fiel de la voluntad del Padre es el destino que le espera a Él en el camino a Jerusalén.

Esto le llevará a la cruz y a la resurrección.

Los discípulos simplemente no lo entendían. Están confundidos, intimidados y temerosos. Por tres veces Jesús anuncia su destino de ser un Mesías sirviente y sufriente. Cada una de las veces los discípulos respondieron en una forma que muestra su ignorancia y confusión.

En la historia de Bartimeo, Marcos nos da las características de un discípulo verdadero y fiel. Primero que todo, hay un hambre en el corazón que lo lleva a uno a buscar a Jesús. Bartimeo no permitiría que la multitud lo intimidara a él de manera que siguió gritando hasta que recibió la llamada por parte de Jesús.

Jesús tiene la misma pregunta para él, así como la tuvo para Juan y Santiago, “¿Qué quieres que haga por ti?” (Marcos 10: 51) a diferencia de la vergonzosa ambición de los dos hermanos, el mendigo ciego busca la luz de Jesús. Este es un símbolo del mensaje de sabiduría y verdad que Jesús ha estado tratando de enseñar a los discípulos.

Luego, cuando Jesús lo llama, Bartimeo tira su manto. Este es un gesto muy profundo y poderoso. El manto que era su única posesión. Él lo usaba para ponerlo enfrente y pedir limosnas que era el único medio para suplir sus necesidades de vida. De igual manera, era su única protección en las noches frías. A diferencia del hombre rico que se fue triste ante la petición de Jesús de dejar todas sus posesiones, Bartimeo, “Tiró a un lado su manto, saltó y vino hacia Jesús.” (Marcos 10: 50)

La primera parte de su respuesta a Jesús está en completo contraste a la confusión y temor de los discípulos. “Inmediatamente, él recibió su vista y lo siguió por el camino.” (Marcos 10: 52)

Los discípulos se moverían con la integridad y claridad de Bartimeo solamente después de la resurrección. El ángel se lo diría a las mujeres en la tumba. “Vayan con los discípulos y Pedro y digan ‘Él irá delante de ustedes a Galilea, ahí lo verán’” (Marcos 16: 7)
Compartir:

VIGÉSIMO NOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"La caridad ve la necesidad no la causa"

MARCOS 10: 35-45


Estimados amigos, hoy tenemos el tercer episodio de Marcos sobre Jesús con los discípulos en el camino a Jerusalén. Cada vez que Jesús anuncia su pasión y muerte, seguido por un incidente muestra a los discípulos en un estado de shock por la ignorancia. Esto lleva a Jesús a compartir un elemento verdaderamente iluminador del mensaje de su Evangelio.

Nosotros somos la población que es el blanco de este genio literario de Marcos. Por el tiempo en que Marcos estaba escribiendo, los discípulos no solamente ya habían entendido el mensaje de Jesús sino que también habían vivido y muerto por él en una forma heroica.

El pasaje de hoy esta precedido por la predicción más detallada de la pasión y muerte. De hecho, en la historia de Marcos, el viernes Santo fue solamente seis días más tarde.

Es difícil entender la testarudez y la ambición cegadora expresadas por Juan y Santiago. Es totalmente contraria a las enseñanzas de Jesús. La mentalidad de los hermanos era compartida por los otros diez. Era seguramente un caso para como para crear una imagen de Dios de la pasión y hambre de la ambición personal.

Considerando todo el tiempo y la inversión de Jesús en los discípulos, la paciencia de Jesús con Santiago y Juan está verdaderamente más allá de lo espectacular. La misma paciencia asombrosa es también nuestro regalo. Sin embargo, hay un tiempo límite en ello. Necesitamos más que la fe y la confianza en un Dios que cuidara de nosotros y nos ayudara con nuestros planes para nuestra felicidad.

Marcos tiene un tremendo desafío para nosotros. Necesitamos no solamente en su pasión y muerte, necesitamos compartir en ese sufrimiento de salvación. En el primer episodio, Jesús nos dice que necesitamos estar abiertos a todo lo que trae la vida de una manera que seguramente involucrara tomar nuestra cruz en todo momento. La segunda llamada para compartir con Jesús la muerte salvadora es aceptar a todos nuestros hermanos y hermanas con una inclusividad que esté siempre en expansión. Finalmente, hoy estamos llamados a una vida de servicio, especialmente en nuestro liderazgo. Este programa de tres páginas es el centro del Evangelio donde los primeros son los últimos, el más pequeño de todos es igual de importante y el verdadero poder es el servicio a los demás. Esto es compartir genuinamente en el mundo al revés de Jesús revelado en su vida, pasión, muerte y resurrección. En este mundo, la grandeza significa ser el más chico de todos. Ser el líder, el que tiene poder, encuentra el verdadero significado solamente en el servicio.

La declaración de Jesús en Marcos 10: 45 es una de las más profundas en todas las escrituras. “El Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate de muchos.”
Compartir:

VIGÉSIMO OCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 10: 17-30 

Estimados amigos, justo después de mi ordenación, mi mejor amigo me trajo un enorme problema. Él estaba seguro que yo tenía la respuesta después de muchos años de estudio en el seminario. Su hermana había dejado la iglesia para unirse a un grupo de evangélicos. Esto le rompió el corazón. Él estaba convencido que yo podría traerla de regreso a la iglesia. Yo no pude y por muchos años mi amigo no me permitió olvidarlo.

Una de las razones principales porque yo fallé es que la teología que yo había estudiado en los días previos al Concilio Vaticano II daba poco énfasis a las escrituras y a la relación personal con Jesús. Esta fue su atracción principal hacia los Evangélicos.

Desde el Concilio Vaticano II, hemos sido invitados a ver la tarea principal de la iglesia como evangelización. Necesitamos recordar continuamente que el centro de nuestra fe siempre será el mismo: el Dios que reveló su inmenso amor en el Cristo crucificado y resucitado. Toda la evangelización es sobre el llamado para tener una relación personal con Jesús. Esto viene primero, antes que toda la otra catequesis y estudios. Necesitamos un encuentro personal con Jesús que nos toque en la parte más profunda de nuestro ser.

En la historia del Evangelio de hoy del hombre rico, Jesús invita al hombre a enfocar su atención no tanto en lo que tiene que hacer, sino en darse cuenta de la bondad y generosidad de Dios. El texto tiene una increíble belleza en la declaración, “Jesús, lo vio y lo amó.” (Marcos 10: 21) el hombre no vio este amor ni lo experimentó porque estaba atrapado en sus riquezas, las cuales Jesús le pidió poner a un lado. “Al escuchar esto él se alejó muy triste, porque tenía muchas posesiones.” (Marcos 10: 22)

¿Cuáles eran sus posesiones? No era un carro, tal vez un burro o dos. Si él era realmente rico, un caballo. Dos o tres mantos a lo mejor pero los de K-Mart estaban mucho más allá de sus sueños. Sin doctor ni medicina. Probablemente no podía leer ni escribir, sin televisión, cine o periódicos por no mencionar un celular. Usted puede seguir la lista. Para estas pocas cosas que él pensó que lo hacían rico, él fue incapaz de dejarlas ir para seguir a Jesús. Es un buen espejo para nosotros.
Compartir:

VIGÉSIMO SÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 10: 2-16 

Estimados amigos, los líderes religiosos no tenían interés real en la respuesta de Jesús sobre el divorcio. El estado general del dominio masculino era del 100 % a su favor. Las mujeres eran consideradas como propiedad y no tenían derechos. La única preocupación de los líderes era dirigir a Jesús hacia alguna declaración problemática en público.

Como de costumbre, Jesús cortó la propaganda egoísta y se enfoca en la verdad central de las relaciones auténticas a la luz de la venida del reino de Dios. Esta es una caída profunda en la realidad contrastando con las legales sutilezas de los escribas y los fariseos.

La enseñanza de Jesús estaba tratando verdaderamente sobre la prohibición del divorcio. Sin embargo, la sustancia de su mensaje era devastadora y absolutamente revolucionaria. Fue una sensación cultural. Devastaba el dominio aceptado del hombre y proclamaba la dignidad y derechos de las mujeres. La declaración negativa, “Y si ella se divorcia de su esposo, y se casa con otro, ella comete adulterio.” (Marcos 1: 12) Sembró la semilla del “trigo” contra la “cizaña” del monopolio de estructuras dominadas por los hombres de la sociedad judía. Es verdaderamente difícil comprender cuán radicalmente transformadoras fueron las palabras de Jesús en esta declaración. La mujer es transformada desde la visión de la sociedad de ser una pieza de propiedad a ser una persona con derechos y dignidad.

En este contexto, la prohibición del divorcio no es algún precepto legal. Es una invitación dentro del ideal del reino. La enseñanza sobre el divorcio no es para que sea trivializada. De igual manera, no es para ser proclamada con una rigidez inhumana. Tan al inicio como la primera carta de Mateo y Pablo a los corintios, la primera generación de cristianos estaba buscando una explicación más profunda de las enseñanzas de Jesús sobre el divorcio a la luz de nuestra quebrantada condición humana.

La iglesia hoy necesita tomar el mensaje total de Jesús y aplicarlo con su compasión característica y sensibilidad hacia la escena pastoral en la sociedad moderna. La santidad y singularidad del compromiso matrimonial debe pasa por medio del prisma de la misericordia de Dios y la compasión por su pueblo quebrantado y pecador.
Compartir:

VIGÉSIMO SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 9: 38-43, 45, 47-48

Estimados amigos, El Evangelio de hoy, como es usual, parece una simple lección que se nos está enseñando sobre la presencia del bien afuera de la comunidad y el quebrantamiento adentro de la comunidad. Una vez más, las palabras de Jesús nos llaman a ir más profundo en el misterio del reino de Dios. El mensaje de hoy tiene en verdad unas enormes ramificaciones para nuestras vidas como individuos y como comunidad buscando caminar en los pasos de Jesús.

Hay tres puntos sobre la declaración de Juan y la reacción de Jesús que nos ayudan a entender el múltiple significado del mensaje de Jesús. Primero, Juan pierde la realidad genuina del reino que está teniendo lugar en ese momento. La persona estaba siendo liberada de los poderes del demonio. Este es el conflicto básico del bien y el mal, pecado y gracia, la cizaña y el trigo. A través de los Evangelios, los escribas y los fariseos perdieron el mismo punto en los milagros de Jesús. El poder de Dios fue desplegado justo frente a sus ojos. Su única preocupación era proteger sus intereses de lo invertido. Segundo, Juan está más absorto en mantener el poder y privilegio ejemplificado en su frase “uno de nosotros” usada para atacar al enemigo del reino. (Marcos 9:38) Tercero, Juan está interiorizando para salvaguardar los intereses del grupo y que nadie más pueda celebrar y ejercer la misión del reino. La iglesia ha sufrido de esta arrogancia e interés egoísta e institucional a través de su historia.

En la segunda parte, Jesús está usando un lenguaje increíblemente fuerte para realzar la necesidad de construir la comunidad. El hambre de prestigio y poder y un elitismo y sentido de privilegio por parte de los líderes es un escándalo para “los pequeños.” Estos son la multitud todavía en las primeras etapas de desarrollo en su fe. La hipérbola profética de Jesús es una demanda para mantener nuestro ojo en la bola. La misión de la comunidad de fe que llamamos iglesia es para proclamar el reino.
Compartir:

VIGÉSIMO QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 9: 30-37 

Estimados amigos, nuestra fe católica con frecuencia es descrita como un servicio de la cuna hasta la tumba. Actualmente, en realidad, somos muy enfáticos que empieza antes de la cuna en el momento de la concepción. Creo que todos tenemos dificultad con esta demanda universal de nuestra fe.

Cuando yo tenía 11 años, nació mi primer sobrino. En los años siguientes nacieron muchos más sobrinos y sobrinas. Pronto descubrí que realmente disfrutaba jugar con los niños especialmente de las edades de 3 a 5 años. Yo solía decir a mis hermanas y cuñadas que yo pensaba que los niños no eran humanos hasta que tenían tres años. Definitivamente lo mío no era con los bebés. Con el paso de los años, mejoré mucho pero no con respecto a cómo pienso de los bebés.

Al otro lado del espectro, necesito realmente darme fuerza para visitar enfermos cuando ellos ya no reconocen a nadie.

En ambas situaciones, las familias están inspiradas en su amor y servicio a estos seres humanos indefensos.

En el Evangelio de hoy, Jesús está usando su segunda predicción de su pasión y muerte para enseñarnos que no hay “nadie” ante los ojos de Dios.

En el tiempo de Jesús, un niño era realmente un “nadie” para todo mundo excepto para su familia. El niño no tenía derechos, reconocimiento o voz en nada. Jesús le dio vuelta a esa visión en su mensaje del Evangelio de hoy. Él no solamente puso sus brazos alrededor del niño en un tierno abrazo de reconocimiento sino que dijo, “cualquiera que recibe a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, no solamente me recibe a mí sino también al que me envió.” (Marcos 9: 37)

En esta declaración y abrazo amoroso, Jesús nos está enseñando que no hay “nadie” ante los ojos de Dios. Necesitamos ver que toda esa humanidad, en todas sus increíbles y diferentes expresiones, es una imagen de Dios. Sin embargo, si deseamos ser un líder, necesitamos celebrar esta manifestación divina en todo por un servicio que nos hace sirviente de todos.
Compartir:

VIGÉSIMO CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 8: 27-35 

Estimados amigos, este pasaje de hoy es la pieza central del Evangelio según San Marcos. Todo lo que le ha precedido lleva a la pregunta crítica de Jesús, ¿Quién dicen ustedes que soy yo? (Marcos 8: 28) para los discípulos y para nosotros, no hay pregunta más importante a la que nos debemos dirigir en nuestra vida.

Hasta este punto en el Evangelio de San Marcos todo en el texto es sobre la identidad de Jesús. Sus milagros, sus enseñanzas, su llamado a los discípulos, sus conflictos, religiosos y seculares, y sobre todo, su persona. Todo esto combinado para levantar el problema de la identidad de Jesús que Pedro declaró tan simplemente, “Tú eres el Cristo.” (Marcos 8: 29)

Jesús insinuó que ellos estaban en lo correcto. Luego les dijo que no le dijeran a nadie. Jesús solo profundizó más en la confusión de ellos cuando les habló de su sufrimiento, rechazo y muerte. Esto llevó a Pedro a increpar a Jesús solamente para recibir una respuesta que, sin duda, aplastó el mundo de Pedro. “Aléjate de mí satanás, tú no estás pensando como Dios sino como los seres humanos.” (Marcos 8: 33) cuando Jesús dijo a los discípulos que ellos necesitaban sufrir y tomar su cruz, su desconcierto fue total. La segunda mitad del Evangelio de San Marcos es una elaboración de la fidelidad de Jesús a este mensaje y la falla de los discípulos para descubrirlo.

El problema central fue la diferencia para entender el papel del Mesías. Jesús entendió el misterio que hay en la vida solamente dándola. Para los discípulos la meta de la vida es encontrarla al conseguir de todo.

Como Pedro lo declaró, Jesús era en verdad el Cristo. Sin embargo, Jesús entendió que él iba a hacer material el plan del Padre por medio del sufrimiento, darse a sí mismo y con el servicio a los demás. Todas sus enseñanzas tendrían que comprenderse en este contexto, el contexto del Cristo crucificado.

La increpación de Pedro estaba basada en el problema real para los discípulos y para nosotros. Nosotros, como Pedro, queremos hacer a Cristo a nuestra imagen. Estamos buscando una versión más cómoda. Pedro y los discípulos tenían un plan para Cristo: el proveedor de prosperidad y privilegios, seguridad y alegría. Jesús estuvo de acuerdo con esta realización humana tan básica pero a un nivel muchísimo más diferente. Jesús insistió en que esto es posible solamente al ser generoso no egoísta. Debemos aprender a centrarnos en Dios más que en nosotros mismos. Esto es lo que significa “El que quiera venir en pos de mí debe negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme.” (Marcos 8: 34) El camino a Jerusalén es la forma para entrar en esta verdad cristiana tan fundamental: la vida conquista la muerte solamente al centrarse en la voluntad del Padre y no en la nuestra.

Los discípulos eventualmente entendieron el mensaje cuando Jesús los invitó a Galilea después de la resurrección. Él iba a darles una segunda oportunidad. Él nos da muchas veces más que una segunda oportunidad. Él hace esto al darnos una segunda pregunta para ponderar: ¿Cómo morimos con Jesús? Necesitamos aceptar a Jesús en sus términos cuando contestamos esa pregunta fundamental de la vida, “¿Quién dicen ustedes que soy yo?” (Marcos 8: 27) esto lleva a la segunda pregunta, ¿Cómo muero con Jesús?
Compartir:

VIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 7: 31-37 

Estimados amigos, en el tiempo de Jesús, la gente tenía una mayor convicción sobre el demonio de lo que es el caso en nuestro tiempo. Ellos veían el conflicto básico del bien y el mal como una lucha entre Dios y el poder de la oscuridad que reside en los demonios. La enfermedad, la dominación política y los desafíos interminables de la naturaleza y el clima todos eran vistos como expresiones del control demoniaco sobre la libertad humana. El Mesías era visto como aquel que finalmente terminaría esta lucha sin fin. Él traería de regreso la libertad original del Jardín del Edén.

Todas las acciones de Jesús fueron un movimiento hacia la libertad humana de este control profundamente atrincherado del demonio. La sanación de hoy del sordomudo habría sido vista como un exorcismo que dejó a la víctima libre de la esclavitud demoniaca.

La condición del hombre lo había puesto en un aislamiento severo. Es extremadamente difícil para nosotros imaginar la consecuencia destructiva de ser incapaz de oír y de hablar.

La acción de Jesús en esta sanación es claramente parte de la misión para proclamar la Buena Nueva del Reino de Dios. (Marcos 1: 14-15) Jesús realiza este milagro en un territorio de dominio de los gentiles. Esta fue otra forma que Él usó para expandir los horizontes de su misión mucho más allá de la limitada visión de sus seguidores. Él estaba sembrando las semillas de la realidad aplastante que la salvación era para todos no solamente para la nación judía. En la iglesia Jesús nos llama para siempre estar esforzándonos por romper las restricciones de la cultura y convenio.

Deberíamos vernos a nosotros mismos en el sordomudo. Con frecuencia estamos atrapados en un mundo enmudecido por del mensaje del consumismo y privilegio y de exclusión. Necesitamos a Jesús para que nos libere de la dominación de una cultura que envuelve el llanto de los pobres mientras proclama un mensaje de auto indulgencia con una matriz aparentemente interminable de nuevos productos que garantizarán nuestra felicidad. Vivimos en un mundo donde nuestra voz para proclamar el mensaje del evangelio es drenado por el ruido de una cultura que siempre busca más comodidad, más mimos y más seguridad. Justo como el personaje sordomudo en nuestra lectura de hoy, Jesús nos libera para escuchar la palabra de liberación de Dios y para sacarnos del aislamiento y entrar a una comunidad salvadora.
Compartir:

VIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 7: 1-8, 14-15, 21-23

 
Estimados amigos. Como es frecuente el caso, Jesús usa las quejas hostiles de los fariseos y los escribas para llamarnos a ir a una dimensión más profunda de su mensaje. En el Evangelio de hoy, Jesús aborda las leyes de la pureza. Con el paso del tiempo, estas buenas prácticas han perdido el verdadero significado. Eventualmente se volvieron una fuente de división y elitismo, hipocresía y aislamiento. Se había vuelto casi un trabajo de tiempo completo responder a los detalles interminables de las leyes de la pureza. Los trabajadores pobres lo encontraban como una carga imposible de soportar. Como ejemplo, los pastores eran considerados totalmente fuera de la categoría de respeto a causa de su falla para ritualizar las demandas abrumadoras de las leyes de la pureza.

Al principio, las leyes de la pureza fueron una guía para la verdadera integridad. Ellas fueron un medio para expresar la verdadera santidad del Pueblo Elegido en medio de sus vecinos paganos. Sin embargo, su perversión con el paso del tiempo había evolucionado en una expresión de poder y control así como en una fuente de ingresos económicos para la élite.

Jesús cortó justo por el centro del problema en la cita de Isaías.

Este pueblo me honra con sus labios,
Pero sus corazones están lejos de mí;
En vano me adoran
Enseñando como doctrinas los preceptos humanos.

El problema fundamental es el corazón cuando se trata de la relación de uno con Dios. Esta presencia central dentro de la persona nutre toda moralidad verdadera y auténtica. Cualquier uso de la ley que no está enraizada en la verdadera fidelidad de corazón pronto se vuelve una caricatura, reduciendo el compromiso del diente al labio y una reverencia vacía. La hipocresía nunca está lejos.

El mensaje constante de Jesús es sobre la fidelidad que es el producto de un corazón puro. Para que el corazón logre este sentido de santidad y pureza necesita la palabra de Dios. Esta presencia divina guiará e inspirará en toda circunstancia. De igual manera, involucra una conciencia que aumenta el potencial para el mal dentro de cada persona. Este autoconocimiento es un componente crítico de la experiencia del Evangelio. Enlistando doce expresiones comunes del mal, Jesús entonces dice: “Todas estas maldades salen de dentro y hacen impura a la persona.” (Marcos 7: 23).

Jesús está constantemente invitando a las multitudes y a los discípulos y a nosotros a ir más allá de las palabras de la ley para el dominio más profundo del espíritu, el hogar del corazón. Este es un llamado para ver en Jesús a aquel que verdaderamente es la absoluta revelación del Dios del amor y la misericordia. Él es la plenitud de la verdad y la libertad. En nuestro esfuerzo para caminar con Jesús, que es la verdadera vida cristiana, encontraremos la verdadera ley que es la fuente de toda moralidad verdadera. Este es el regalo de la nueva ley de Jesús, amor de Dios y amor de nuestro prójimo.
Compartir:

VIGÉSIMO PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


JUAN 6: 60-69


Estimados amigos esta es la quinta selección del discurso del Pan de Vida. En estas últimas cinco semanas hemos pasado casi tanto tiempo como en la Cuaresma. El centro de la lección es que Jesús es la revelación de Dios, un Dios de salvación que nos llama a la vida eterna por medio de Jesús. “Es el Espíritu que da vida; la carne es inútil. Las palabras que he hablado a ustedes son espíritu y vida.” (Juan 6: 63)

Las palabras finales de Jesús hoy son sobre la necesidad de fe, una fe abre para recibir el llamado del Espíritu. Subyacente y penetrante, este examen completo del Pan de Vida es la Encarnación, “El Verbo hecho carne e hizo su morada entre nosotros, y vimos su gloria, la gloria del Hijo único del Padre, lleno de gracia y verdad.” (Juan 1: 14). Jesús retornará al Padre en el evento de auto sacrificio de su muerte y resurrección. Para aceptar la maravilla de esta invitación al amor, necesitamos la fe para permitir que el Espíritu llene nuestros corazones. Tenemos ante nosotros la respuesta al anhelo más profundo de nuestros corazones. Tenemos ante nosotros el Pan para satisfacer nuestra hambre más profunda. Tenemos ante nosotros el llamado a la libertad total y a la vida eterna. Necesitamos unirnos a la maravillosa declaración de Pedro: “¿Maestro, a quién iremos? Tú tienes las palabras de vida eterna. Nosotros creemos y estamos convencidos que eres el Santo de Dios.” (Juan 6: 69)

Las palabras de Jesús abrieron los ojos y los corazones de los discípulos. Al proclamarse a sí mismo como el Pan de Vida enviado desde el cielo, Jesús tocó sus anhelos más profundos. Ellos permanecían confundidos y humildes. Ellos aún anhelaban la claridad y la seguridad de un mejor entendimiento. Aun así habían llegado a la convicción y al compromiso de aceptar a Jesús como “El Santo de Dios” (Juan 6: 69) Su fe los había liberado para empezar la peregrinación a Dios al abrazar a Jesús como el Pan de Vida.

Este mismo desafío de aceptar a Jesús está siempre presente en nuestra vida. Es la elección más básica para enfrentarnos como seres humanos. Debemos contestar la pregunta de Jesús que es similar a su declaración en el Evangelio de San Marcos, “¿Quién dicen ustedes que soy yo?” (Marcos 8: 27) necesitamos aceptar a Dios en los términos de Dios no importa que tan impactante parezca: “Aquel que coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.” (Juan 6: 54) Necesitamos dejar ir el mundo engañoso que nuestro sentido común construye para cegarnos en nuestra seguridad y comodidad. Necesitamos abrazar la fe en el grande e incomprensible misterio de Jesús como el Pan de Vida. Él ha tomado carne en nuestro mundo para que podamos ser transformados en el Espíritu. Como Él, nuestra fe y compromiso para caminar sobre sus huellas nos llevará por la muerte a la vida eterna.
Compartir:

VIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B

JUAN 6: 51-58

Estimados amigos, Este es el cuarto de los cinco domingos sobre el discurso del capítulo de 6 de Juan sobre el Pan de Vida. Hasta este punto, el mensaje ha sido Jesús como el Pan de Vida revelando el plan amoroso y el llamado del Padre. Hemos experimentado a Jesús como la sabiduría de Dios. Ahora hay un cambio sutil para incorporar a Jesús como el Pan de Vida que nutre la Eucaristía.

Es de mucha ayuda mantener en la mente un escenario del pasado de los ricos temas bíblicos de la Pascua Judía y el Éxodo conforme ponderamos las palabras de Jesús en el pasaje del Evangelio de hoy.

La primera cosa que debemos recordar es que Jesús no está hablando en el lenguaje de la ciencia moderna, como química, biología o medicina. Él estaba hablando el lenguaje del corazón relacionado con la amplia tradición de las escrituras del pueblo judío. Él estaba hablando de su humanidad como la presencia del mensaje de Dios. Ambas cosas, la nueva pascua de su muerte y resurrección y el Nuevo Maná de la Eucaristía son un mensaje que divide a la multitud. Él estaba presentándose a sí mismo como el regalo de Dios que va mucho más allá de la generosidad que tuvo Dios con el Maná en el desierto. Él es ahora el pan que ofrece vida eterna. Él es el nuevo Cordero Pascual que guiará la liberación de todo elemento de esclavitud. Él nos librará de todo lo que nos impide amar a Dios con todo nuestro corazón y todo lo que obstaculice el verdadero desarrollo humano.

Lo que Jesús está diciendo en el regalo de su carne y sangre es que estamos llamados no solamente a una nueva vida sino a la vida eterna. Como la historia de la vid y los sarmientos, Jesús está usando la petición para ser uno con Él en su cuerpo y sangre. Esto hará su vida y nuestra vida una sola en una misión de amor. Esta participación dadora de vida en la Eucaristía para compartir el sacrificio y amor salvador por el mundo de Jesús. Por medio del compartir la comunión con Jesús, nosotros participamos en su amor por todos.

Aquellos en la muchedumbre que rechazaron el mensaje entendieron claramente. Ellos no estaban listos para abandonar sus antiguas tradiciones. Jesús estaba proclamando un nuevo día. Jesús era transparente. Dios está hablando ahora por medio de Él. Tenemos que unirnos con Jesús para escuchar verdaderamente la palabra de Dios y para abrazarla en nuestra vida al compartir en el amor a los demás. Esto es posible por medio del regalo de la Eucaristía donde Jesús nos da el Pan de Vida para caminar en el sendero del amor.
Compartir:

DECIMO NOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

JUAN 6: 41-51


Estimados amigos, en el Evangelio de hoy continua el discurso sobre el Pan de Vida en el capítulo seis del Evangelio de Juan. El mensaje de Jesús enfatiza su identidad como el Pan de Vida. Es solamente por medio de Él, como el Pan de Vida, que lograremos conocer al Padre. De igual manera, es solamente por medio de Él, como el Pan de Vida que seremos alimentados por el Padre en el viaje a la vida eterna. La próxima semana toda la atención estará centrada en este segundo elemento de este discurso, Jesús como el Pan de Vida en la Eucaristía.

El Evangelio de Juan siempre está invitándonos para ir a un nivel más profundo. Una forma en que el autor nos guía a las profundidades espirituales es su mensaje sobre el mundo. Él fija un contrate entre la palabra de Dios y el camino del mundo. Se nos ha dicho que podemos estar “en” el mundo pero no ser “del” mundo. Esto sucede cuando traemos el mensaje de Jesús como la fuerza de vida en el fluir ordinario de nuestra experiencia diaria. Nuestras responsabilidades y relaciones siempre son el punto de inicio para encontrar a Dios en nuestra vida diaria. Somos llamados a vivir de tal manera que la verdad de Cristo brille desde dentro de nosotros. Somos testigos de un conjunto diferente de valores que son la norma de nuestra sociedad. Nuestro testigo es una nueva luz en un mundo encerrado en la oscuridad. Desafía a otros a considerar el misterio de la vida como es visto y entendido en la luz de la palabra de Dios, Jesús.

El rechazo de la multitud hacia Jesús en el Evangelio de hoy tiene que ver con la Encarnación. La limitada imagen de Dios que tiene la gente no les permitía ver que Dios podía usar a uno como nosotros para revelar su verdad. Con muchos ecos de la historia del Éxodo, el conflicto muestra a Jesús probando los límites de su imaginación. En la limitada visión del mundo de la multitud, Jesús, como el pan baja del cielo, simplemente no se conecta como una posibilidad. Ellos no se quieren mover mucho más allá de la superficie de su mundo y cultura. Ellos verdaderamente apreciaron la generosidad de Dios con el Mana a sus antepasados. Aun así ellos fallaron en ver cuánto más grande fue el regalo de Dios del Pan de Vida en Jesús justo frente a sus ojos.

La verdad es que por medio de la humanidad de Cristo somos llamados a su divinidad. Esta verdad está disponible no al alejarse de las verdades tradicionales de las tradiciones religiosas del Pueblo Elegido. Jesús señala que nuestro llamado es para entrar más profundamente en la tradición al aceptar a Jesús como el Pan que viene del cielo. Jesús complementa y reemplaza esa revelación inicial. Jesús es la oferta de vida más abundante de Dios que nosotros pudiéramos imaginar. El maná en el desierto es solamente un pequeño destello del último regalo de Dios en Jesús como el Pan de Vida.

Jesús está diciéndole al pueblo y a nosotros, que la única forma en la que podemos entenderle es a un nivel más profundo. Ese nivel más profundo está disponible para nosotros cuando nos abrimos al hambre más intensa en nuestros corazones. Estas son hambres que solamente Dios puede satisfacer. San Agustín habló elocuentemente de esta hambre por Dios: “Tú nos has hecho para Ti oh Dios y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en Ti”
Compartir:

DECIMO OCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

JUAN 6: 24-35 

Estimados amigos, los amigos en el Evangelio de hoy estaban felices con la comida gratis de pescado y pan pero tenían sus ojos fijos en apuestas mucho más grandes. Ellos estaban esperando que Jesús fuera la respuesta a los siglos de viejos anhelos para el regreso de la gloria para Israel. Ellos tenían visiones de un nuevo día de prosperidad y abundancia. El hambre en sus corazones iba mucho más profunda que el hambre en sus estómagos. Ellos esperaban que Jesús aquel que finalmente cumpliría las promesas que impregnaron los 2000 años de historia de la nación judía.

Jesús, en cambio, ofrece a ellos una alternativa muy diferente. Jesús estaba capacitado para ver más allá de sus deseos de poder y gloria, riqueza y privilegio. Jesús sabía muy bien que había una gran diferencia entre lo que la multitud quería y lo que ellos en realidad necesitaban.

En el dialogo, ellos llaman a Jesús “rabbi” (rabino) pero no querían que él les enseñara. Ellos quieren un pan diferente al que Jesús estaba ofreciendo. Ellos prefirieron el pan que perecería y no el pan que traería vida eterna.

Nuestro viaje de fe lucha con estos mismos cálculos equivocados. Todos tenemos un plan para Dios. Estamos claros en lo que queremos que Dios haga. Estamos claros en lo que necesitamos para ser felices. Muchas veces nos encontramos tratando de hacer que Dios se ajuste a nuestros planes y proyectos.

Una gran parte de nuestro viaje de fe está luchando contra una visión del mundo que siempre muestra muy claramente que Dios no ve las cosas tan sencillas como son en nuestra mente y corazón. Va de regreso a ese problema fundamental: ¿Cómo entender la diferencia entre lo que queremos, muy frecuentemente envuelto en bondad y virtud y rectitud, y lo que necesitamos.

En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús es directo: “No trabajen por la comida que perece sino por el alimento que dura para la vida eterna que el Hijo del Hombre les dará…esta es la obra de Dios en la que ustedes creen, aquel que fue enviado por Él” (Juan 6: 27-29) la gente estaba viendo al pasado en la experiencia del maná de sus antepasados y hacia el futuro con sueños de riqueza y poder. Jesús los desafió a vivir en el presente al aceptarlo a Él como el verdadero Pan de Vida.
Compartir:

DECIMO SEPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINAR

JUAN 6: 1-15

Estimados amigos, justo en la mitad de nuestro viaje con Marcos, tomamos tiempo para considerar una selección del discurso de Juan sobre el Pan de Vida en su maravilloso capítulo seis. Estas lecturas serán nuestro texto del Evangelio por los próximos cinco domingos.

Hay dos temas principales en esta enseñanza sobresaliente de Juan. El capítulo tiene dos temas entretejidos sobre Jesús: la revelación dadora de vida del cielo y el pan de vida del cielo. Centra las implicaciones de la aparición de la Eucaristía en este capítulo especial.

La historia de hoy de los panes y pescados aparece seis veces en los cuatro Evangelios. Tiene sus raíces en el Antiguo Testamento y señala hacia la Eucaristía. Es un despliegue poderoso del tema de la divina hospitalidad del reino. En la versión de Juan, el mismo Jesús alimenta a la gente. El cuarto Evangelio acentúa en esta manera, que la gente recibe la nutrición directamente y abundantemente por parte de Jesús.
Compartir: