MARCOS 10: 2-16
Estimados amigos, los líderes religiosos no tenían interés real en la respuesta de Jesús sobre el divorcio. El estado general del dominio masculino era del 100 % a su favor. Las mujeres eran consideradas como propiedad y no tenían derechos. La única preocupación de los líderes era dirigir a Jesús hacia alguna declaración problemática en público.
Como de costumbre, Jesús cortó la propaganda egoísta y se enfoca en la verdad central de las relaciones auténticas a la luz de la venida del reino de Dios. Esta es una caída profunda en la realidad contrastando con las legales sutilezas de los escribas y los fariseos.
La enseñanza de Jesús estaba tratando verdaderamente sobre la prohibición del divorcio. Sin embargo, la sustancia de su mensaje era devastadora y absolutamente revolucionaria. Fue una sensación cultural. Devastaba el dominio aceptado del hombre y proclamaba la dignidad y derechos de las mujeres. La declaración negativa, “Y si ella se divorcia de su esposo, y se casa con otro, ella comete adulterio.” (Marcos 1: 12) Sembró la semilla del “trigo” contra la “cizaña” del monopolio de estructuras dominadas por los hombres de la sociedad judía. Es verdaderamente difícil comprender cuán radicalmente transformadoras fueron las palabras de Jesús en esta declaración. La mujer es transformada desde la visión de la sociedad de ser una pieza de propiedad a ser una persona con derechos y dignidad.
En este contexto, la prohibición del divorcio no es algún precepto legal. Es una invitación dentro del ideal del reino. La enseñanza sobre el divorcio no es para que sea trivializada. De igual manera, no es para ser proclamada con una rigidez inhumana. Tan al inicio como la primera carta de Mateo y Pablo a los corintios, la primera generación de cristianos estaba buscando una explicación más profunda de las enseñanzas de Jesús sobre el divorcio a la luz de nuestra quebrantada condición humana.
La iglesia hoy necesita tomar el mensaje total de Jesús y aplicarlo con su compasión característica y sensibilidad hacia la escena pastoral en la sociedad moderna. La santidad y singularidad del compromiso matrimonial debe pasa por medio del prisma de la misericordia de Dios y la compasión por su pueblo quebrantado y pecador.
Ya que la reflexión de Jesús sobre el matrimonio está enraizada en sus enseñanzas sobre todas las relaciones humanas en la luz del reino, Marcos agrega sobre el encuentro con los niños. Como es el caso con frecuencia, Jesús reprendió a los discípulos por su actuación. Esta vez es el rechazo a los niños. Otra vez, estamos tratando con el problema de la igualdad. El reino no tiene exclusión de nadie en su bienvenida. Es para todos. No hay “nadies” en el reino. De hecho, los niños, en su sencillez y vulnerabilidad, son grandes ejemplos de la naturaleza universal del reino. El reino es para los que tienen poco mérito. Uno no se gana el amor de Dios. Los niños son un modelo de esto. La conexión entre el problema del divorcio y el rechazo a los niños fluye de la enseñanza de Jesús sobre las relaciones humanas. Jesús consistentemente nos llamó a ir más allá de las fórmulas legales de la ley. El suyo fue un mensaje para abrazar la vida en todas las relaciones: con amigo y enemigo, padres e hijos, esposo y esposa. Todos están incluidos en el reino. No hay exclusiones como en la sociedad patriarcal o en la falla de los discípulos para ver en los niños “Lo que hicieron por uno de estos pequeños, a mí me lo hicieron” (Mateo 25: 45)
Como de costumbre, Jesús cortó la propaganda egoísta y se enfoca en la verdad central de las relaciones auténticas a la luz de la venida del reino de Dios. Esta es una caída profunda en la realidad contrastando con las legales sutilezas de los escribas y los fariseos.
La enseñanza de Jesús estaba tratando verdaderamente sobre la prohibición del divorcio. Sin embargo, la sustancia de su mensaje era devastadora y absolutamente revolucionaria. Fue una sensación cultural. Devastaba el dominio aceptado del hombre y proclamaba la dignidad y derechos de las mujeres. La declaración negativa, “Y si ella se divorcia de su esposo, y se casa con otro, ella comete adulterio.” (Marcos 1: 12) Sembró la semilla del “trigo” contra la “cizaña” del monopolio de estructuras dominadas por los hombres de la sociedad judía. Es verdaderamente difícil comprender cuán radicalmente transformadoras fueron las palabras de Jesús en esta declaración. La mujer es transformada desde la visión de la sociedad de ser una pieza de propiedad a ser una persona con derechos y dignidad.
En este contexto, la prohibición del divorcio no es algún precepto legal. Es una invitación dentro del ideal del reino. La enseñanza sobre el divorcio no es para que sea trivializada. De igual manera, no es para ser proclamada con una rigidez inhumana. Tan al inicio como la primera carta de Mateo y Pablo a los corintios, la primera generación de cristianos estaba buscando una explicación más profunda de las enseñanzas de Jesús sobre el divorcio a la luz de nuestra quebrantada condición humana.
La iglesia hoy necesita tomar el mensaje total de Jesús y aplicarlo con su compasión característica y sensibilidad hacia la escena pastoral en la sociedad moderna. La santidad y singularidad del compromiso matrimonial debe pasa por medio del prisma de la misericordia de Dios y la compasión por su pueblo quebrantado y pecador.
Ya que la reflexión de Jesús sobre el matrimonio está enraizada en sus enseñanzas sobre todas las relaciones humanas en la luz del reino, Marcos agrega sobre el encuentro con los niños. Como es el caso con frecuencia, Jesús reprendió a los discípulos por su actuación. Esta vez es el rechazo a los niños. Otra vez, estamos tratando con el problema de la igualdad. El reino no tiene exclusión de nadie en su bienvenida. Es para todos. No hay “nadies” en el reino. De hecho, los niños, en su sencillez y vulnerabilidad, son grandes ejemplos de la naturaleza universal del reino. El reino es para los que tienen poco mérito. Uno no se gana el amor de Dios. Los niños son un modelo de esto. La conexión entre el problema del divorcio y el rechazo a los niños fluye de la enseñanza de Jesús sobre las relaciones humanas. Jesús consistentemente nos llamó a ir más allá de las fórmulas legales de la ley. El suyo fue un mensaje para abrazar la vida en todas las relaciones: con amigo y enemigo, padres e hijos, esposo y esposa. Todos están incluidos en el reino. No hay exclusiones como en la sociedad patriarcal o en la falla de los discípulos para ver en los niños “Lo que hicieron por uno de estos pequeños, a mí me lo hicieron” (Mateo 25: 45)