MARCOS 12: 41-44
Estimados amigos. Como todas las enseñanzas de Jesús, la historia del óbolo de la viuda tiene muchos niveles. En el tiempo de Jesús, el papel de la viuda era particularmente doloroso y duro. Primero que todo, ella no tenía derechos. La herencia del esposo iría a su familia. La viuda era, de hecho, evitada de regresar a su familia si cualquier cosa se adeudaba en su dote. En algunos casos, la viuda era vendida como esclava para pagar la deuda de la dote.
De manera que para Jesús señalar a la viuda fue una elección específica y muy profunda. El contraste con los donadores ricos fue extremo.
Hay un segundo punto sobre la viuda de la historia del Evangelio y la viuda de la primera lectura alimentando a Elías en el Libro de los Reyes. No era cuestión de dos mujeres desesperadas guardando sus recursos. Ellas simplemente estaban lidiando con bolsos y bolsillos vacíos. Esto estaba más cerca de la norma en su estilo de vida ordinario.
El ejemplo de ambas viudas es un claro y poderoso ejemplo de confianza en Dios. Esta es la misma confianza que Jesús ha estado urgiendo sobre sus discípulos por muchos capítulos desde que le reconocieron como el Mesías. (Marcos 8: 27) Él dijo que en verdad era el Mesías pero su llamada a la plenitud era un viaje de confianza y entrega en el camino a Jerusalén. Los discípulos no entendieron pero el mendigo ciego si entendió. (Marcos 10: 52) El hombre rico no entendió (Marcos 10: 22) pero la viuda pobre si lo entendió.
Un nivel de la historia de hoy contrastando la donación de los donantes ricos y la viuda pobre es un llamado por Jesús para ser realista, para ver con ojos de fe que borre el engaño de la riqueza y las posesiones que nos hacen pensar que tenemos el control. Esa viuda es todos nosotros. La gran diferencia es que ella ve con claridad y fe profunda lo que significa ser una criatura. Todos nosotros somos totalmente y absolutamente dependientes de Dios. Cada día y cada momento es un regalo gratis. La viuda comprendió eso conforme comprendió el amoroso control total de un Dios de gracia. Los pobres donadores ricos estaban felices de compartir una ficha de su percibido poder y control con Dios. Pero en realidad, ellos eran pobres y débiles y la viuda era poderosa y libre en su aceptación de su total dependencia de Dios.
De manera que para Jesús señalar a la viuda fue una elección específica y muy profunda. El contraste con los donadores ricos fue extremo.
Hay un segundo punto sobre la viuda de la historia del Evangelio y la viuda de la primera lectura alimentando a Elías en el Libro de los Reyes. No era cuestión de dos mujeres desesperadas guardando sus recursos. Ellas simplemente estaban lidiando con bolsos y bolsillos vacíos. Esto estaba más cerca de la norma en su estilo de vida ordinario.
El ejemplo de ambas viudas es un claro y poderoso ejemplo de confianza en Dios. Esta es la misma confianza que Jesús ha estado urgiendo sobre sus discípulos por muchos capítulos desde que le reconocieron como el Mesías. (Marcos 8: 27) Él dijo que en verdad era el Mesías pero su llamada a la plenitud era un viaje de confianza y entrega en el camino a Jerusalén. Los discípulos no entendieron pero el mendigo ciego si entendió. (Marcos 10: 52) El hombre rico no entendió (Marcos 10: 22) pero la viuda pobre si lo entendió.
Un nivel de la historia de hoy contrastando la donación de los donantes ricos y la viuda pobre es un llamado por Jesús para ser realista, para ver con ojos de fe que borre el engaño de la riqueza y las posesiones que nos hacen pensar que tenemos el control. Esa viuda es todos nosotros. La gran diferencia es que ella ve con claridad y fe profunda lo que significa ser una criatura. Todos nosotros somos totalmente y absolutamente dependientes de Dios. Cada día y cada momento es un regalo gratis. La viuda comprendió eso conforme comprendió el amoroso control total de un Dios de gracia. Los pobres donadores ricos estaban felices de compartir una ficha de su percibido poder y control con Dios. Pero en realidad, ellos eran pobres y débiles y la viuda era poderosa y libre en su aceptación de su total dependencia de Dios.