Mateo 24: 37-44
Estimados amigos, el adviento nos invita a un año nuevo en el que viajaremos con el Evangelio según San Mateo. Este es un tiempo de gracia en el cual estamos convocados una vez más a un encuentro con Cristo como nuestro Salvador y Señor. El tiempo de adviento primero nos guía para prepararnos para la segunda venida y, en los días finales nos sumergimos en el misterio del verbo hecho carne.El adviento nos hace mirar hacia atrás para poder mirar hacia adelante. Ambas vistas nos llaman a vivir en el presente. El adviento no es un tiempo de penitencia sino una celebración. Estamos llamados a regocijarnos en el regalo que es Cristo. Recordemos que viene hoy, viene en la pobreza desde la primera cuna. Un elemento especial del adviento es el desafío de hacer que la segunda venida produzca consecuencias en nuestra vida diaria. Jesús enfatiza la brusquedad y la sorpresa de las horas finales. Habrá un juicio rápido que tamiza lo bueno de lo malo con una decisión que es final y absoluta. Sin embargo, Él no nos llama a hacer algo diferente más allá de la importancia absoluta de nuestra responsabilidad y relaciones ordinarias. En ambas situaciones, la encarnación y la segunda venida tenemos una invitación poderosa para abrazar el regalo del hoy, el hoy del momento presente, como una oportunidad concreta para caminar con Cristo.
Isaías es el autor que presentó el tiempo de Adviento en el Antiguo Testamento. La belleza de su poesía está llena con esperanza para la entrega y el anhelo para la expresión final del poder salvador de Dios.
El mensaje de Mateo en este tiempo de adviento, está basado en la confianza fundamental que fluye del mensaje cristiano. Cristo volverá en gloria y con Él volverá la plenitud de la redención. Un nuevo día se acerca. Mateo es enfático: necesitamos estar preparados.
Este anhelo por la venida del Señor refleja el anhelo apasionado expresado en Isaías. Aun así, está increíblemente enriquecido y sostenido por nuestro regalo de la realidad del evangelio. Pablo nos dice: “Revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne.” (Romanos 13: 14) de esta manera nos reunimos en nuestras liturgias de adviento y en nuestras vidas para proclamar el anhelo del adviento “¡Ven Señor Jesús!”
Mientras tanto, Isaías, Pablo y Mateo tienen un mensaje claro y sencillo para nosotros. Vivir el hoy en fidelidad al Señor. Entrar en nuestra realidad. No conocemos el futuro, pero se nos ha obsequiado el presente. Estamos llamados a vivir el evangelio con actos de misericordia y perdón, con la preocupación por la justicia y la lucha constante “Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces.” (Isaías 2: 4)
Espadas y rejas de arado no son arsenal ordinario en nuestras batallas diarias. Con frecuencia tenemos miradas, palabras y actitudes que están listas para el trabajo de antagonizar a nuestro vecino. Nuestro enojo y resentimiento se unen con nuestro prejuicio para crear muros de aislamiento y hostilidad. Tenemos una forma de hacer de nuestro tiempo, intereses y conveniencia la medida de nuestras acciones, todo en detrimento de la caridad fraternal. Con muchísima frecuencia se hace con una fachada de rectitud. El adviento es un tiempo para deponer las armas de la hostilidad y la división y el aislamiento. Es un tiempo para orar con un corazón verdaderamente humilde, ¡” Ven Señor Jesús”!
El adviento nos desafía a mirar las oportunidades perdidas, el tiempo desperdiciado y mal dirigido. Todos tenemos más que suficiente con lo que contar. El adviento nos llama a reunirnos y vivir el hoy, con el regalo del momento presente. El mañana está en las manos de Dios. En verdad necesitamos gritar “Ven Señor Jesús” Una vida buscando caminar con Jesús en este momento hace nuestra oración de adviento más real y enfocada.
Dios es muy capaz de mantener la agenda. Él hará su trabajo de finalizar el programa en el tiempo apropiado. Es un tanto normal para nosotros usar esa pregunta familiar de nuestra juventud “¿ya llegamos?” Dios nos dejará saberlo. Mientras tanto, nuestra tarea es ser fieles al mensaje del evangelio y expresar el hambre en nuestro corazón por un nuevo día con la bella oración de adviento ¡Ven Señor Jesús!















