VIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


Lucas 14: 1, 7-14


Estimados amigos,

El pasaje del Evangelio generalmente tiene muchos niveles. En el de hoy parece que Jesús nos está ofreciendo algún consejo práctico. Hace contacto en dos costumbres muy fuertes que había en sus días. La hospitalidad y la reciprocidad. Las dos estaban empapadas en la idea del estatus y el reconocimiento enraizado en falsos valores de prestigio, poder y privilegio: “Haces algo por mí y yo te devolveré el favor” “Bienvenido a mi club privado y especial”

Jesús, sin embargo, va mucho más profundo. La enseñanza de Jesús es sobre la transformación de los falsos valores del mundo. Él está proclamando la verdad del Reino. La enseñanza fundamental es la humildad. Esto significa reconocer quien es Dios y quienes somos nosotros. Es todo sobre el creador y la criatura. Estamos siendo llamados a un discipulado humilde que reconoce la presencia de Dios en todo, especialmente, los pobres, los olvidados y los marginados. Estamos siendo llamados a una nueva mentalidad, a compartir la visión con Jesús al identificar y servir con una actitud humilde que exalta al otro y no a nosotros mismos.

Jesús nos ofrece dos maneras prácticas que tienen ramificaciones para abrir las maravillas del mensaje del Evangelio. Esta iluminación nos dirige por el misterio del tema de reverso de Lucas. El servicio prevalece sobre el prestigio y el privilegio. La humildad reina tan claramente en contraste con las exaltaciones del mundo de la propia riqueza, el poder y la prominencia.

El sistema honor/vergüenza y el programa de auto servir reciprocidad en el tiempo de Jesús y el de nuestro tiempo le da paso al desafío del Evangelio. Jesús está llamando a un cambio revolucionario de mentalidad que penetra nuestro corazón y estilo de vida.

Lucas sitúa la enseñanza de hoy en el contexto de una comida. Muchas de las enseñanzas de los evangelistas son presentadas durante el compartir de una comida. Se ha dicho que podemos comer en nuestro camino a través del Evangelio de Lucas. Obviamente, Jesús siempre estaba invitando a sus seguidores a entrar a un nivel mucho más profundo de la experiencia humana que prácticos conocimientos de mesa. Él siempre está dirigiéndonos a la presencia de Dios que se abre a las cosas de la vida diaria hacia el misterio más profundo.

Lucas pone énfasis especial sobre la misión de Jesús para poner el mundo de cabeza. Él pone gran importancia en el tema de reverso: “Porque todo aquel que se exalte será humillado, pero aquel que se humille será exaltado” (Lucas 14: 11)

Las enseñanzas de hoy son dadas en forma de parábolas, el mensaje es sobre el reino: el gran reverso que está por venir. Estamos llamados a recibir al pobre y al más pequeño. Ahí encontraremos a Dios. Lo grande y poderoso de este mundo encontrará su destino enormemente falto y disminuido en el nuevo mundo de cabeza del reino. El llamado para nosotros en este gran reverso es ir más allá poniendo un chequecito o dando una limosna a la verdadera hospitalidad.

La hospitalidad en la enseñanza de Jesús no es un gesto simbólico sino un verdadero sacrificio e involucramiento con aquellos en necesidad en nuestro medio. Con mucha frecuencia, es en forma de recaudación de fondos y no servicio, sentirse bien y no entregarse que es lo que en realidad nos hace salir de nuestra zona de confort.

Jesús estaba desafiando las costumbres atrincheradas de servicio en sus días: un sentido distorsionado de hospitalidad y reciprocidad. Jesús está llamándonos a ir verdaderamente más allá del auto interés de compartir nuestra mesa y nuestra vida con aquellos que están en necesidad en nuestro medio. Esto no es una tarea fácil. Comparte el desarraigado y destrozado mundo de todas las dimensiones de las enseñanzas de Jesús. Con mucha frecuencia, las prácticas ordinarias de nuestro “ayudar a aquellos en necesidad” prueban ser un obstáculo y un estorbo en el mensaje del Evangelio de este día. Más frecuentemente que no, es más sobre auto satisfacción que sacrificio personal.

En el gran reverso del reino de Dios, Dios será el anfitrión. Como nos enseña Lucas en el Magnificat (Lucas 1: 51-53) y en las Bienaventuranzas y lamentos (Lucas 6: 20-26) los pobres y desamparados tendrán un lugar especial. La manera del mundo que se envuelve en actividad de auto servicio, en las actividades revueltas de la falsa hospitalidad y reciprocidad, llegarán a un final aplastante. Dios, como el anfitrión del banquete celestial estará al cuidado de todos los humildes y exaltados. Estas son las Buenas Nuevas: todos tenemos una invitación a la mesa. Los invitados serán medidos por servicio y no por prestigio y riqueza. El boleto es un corazón y una vida comprometidos en ayudar verdaderamente a aquellos que están en necesidad.
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VIGÉSIMO PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lucas l3: 22-30

Estimados amigos. La religión es siempre un problema que tiene varios lados. La cizaña y el trigo son una preocupación que está siempre presente. Hay mucho egoísmo que tiene lugar en nombre de Jesús. Con mucha frecuencia, lo que parece correcto es una búsqueda de la grandiosidad personal. San Lucas es muy fuerte al presentar el tema del reverso que dirige el problema de la auto-búsqueda espiritual. Hoy nos acercamos al Evangelio con otra expresión de Lucas que con frecuencia es repetida en el tema de reverso “Aquellos que sean los últimos, serán los primeros. Y los que sean primero, serán los últimos” (Lucas 13: 30)

Hay muchos que se hacen llamar cristianos y con frecuencia se imaginan a sí mismos como guerreros cristianos. Su trabajo principal es “atacar los pecados de los demás”. Alguna gente está a tiempo completo contra el aborto, contra la homosexualidad y otros cruzadistas contra el racismo y aquellos que están en contra de la reforma de inmigración. Ellos están completamente ocupados señalando cuan horribles son las otras personas. Otros tienen trabajo a tiempo completo señalando con su dedo a las personas que no observan en lo más mínimo las leyes de la liturgia, de la iglesia y de los sacramentos.

Un mensaje claro en el Evangelio de hoy es que todo mundo está invitado. Sin embargo, necesitamos trabajar en ello; necesitamos una responsabilidad personal primero y principalmente si vamos a participar en la gran fiesta que es el Reino de Dios.

La universalidad es una parte central del mensaje de Jesús que siempre está bajo ataque. Aún estamos en constante batalla con la exclusividad sobre si es una cuestión de racismo o de orientación sexual, el estatus inmigrante u origen étnico. Siempre hay algún punto sobre los problemas transgéneros que se están dando hoy en día. “Ellos contra nosotros” nunca se aleja de los encabezados.

La declaración de Jesús hoy es un llamado a despertarnos. “Yo no sé de dónde eres.” (Lucas 13: 25)

Jesús es muy claro sobre estos problemas “Por qué te fijas en la pelusa en el ojo de tu prójimo y no miras la viga que está en el tuyo…tú hipócrita remueve la viga de tu ojo primero.” (Mateo 7: 3-5)

Está muy claro que ser acomodador, lector, ministro de la eucaristía o miembro del comité de liturgia, puede ser muy admirable pero no es la preocupación principal. Jesús nos invita a ser humildes y siervos que perdonan en una iglesia de pecadores que buscan juntos la misericordia de Dios.

Santa Teresa de Ávila tiene dos enseñanzas fundamentales que dirigen al Evangelio de hoy. Jesús nos está diciendo que escuchemos su mensaje y que lo vivamos. Para hacer esto necesitamos conocernos a nosotros mismos. Teresa lo repite una y otra vez que el camino hacia Dios es primero y principal guiado por el auto conocimiento. Necesitamos saber que somos pecadores, pero pecadores amados y perdonados. Es por eso que la gran mística Carmelita dice que la historia de nuestras vidas es siempre, en el análisis final, la historia de la misericordia de Dios.

Este tema de la misericordia fue el centro del mensaje del Papa Francisco que inspiró y deleitó al mundo. Él dijo que ser un cristiano no era nunca caer y fallar. Esa debilidad humana es parte del viaje para todos nosotros. Es levantarse otra vez y abrazar la misericordia de Dios que está siempre ahí como una opción crítica para todos nosotros.
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VIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

LUCAS 12:49-53

Queridos amigos, Cualquier versión verdadera del Evangelio debe balancear dos elementos que están en tensión uno con el otro. Esta es la experiencia de la comodidad genuina en un desarraigo desafiante. La promesa de paz de los ángeles en el nacimiento de Jesús debe ser incorporado en el viaje de Jesús a Jerusalén y la pasión y muerte. El pasaje del Evangelio de hoy nos invita a buscar el balance entre el mensaje de esperanza y el encuentro profético del dolor y el conflicto que siempre nos confronta cuando elegimos colocar a Jesús primero que todo lo demás.

En el Evangelio de hoy nos encontramos uniéndonos a Jesús en el viaje a Jerusalén. Los diez capítulos de Lucas dedicados a este pasaje son en su mayoría una invitación para entrar en las enseñanzas de Jesús. Esta larga selección del Evangelio de San Lucas son una experiencia fundamental y esclarecedora de la realidad básica humana: el conflicto entre el bien y el mal.

Seamos conscientes o no, estamos totalmente inmersos en este conflicto. A través de Lucas, Jesús nos está diciendo que debemos tomar una decisión. Esta elección tiene consecuencias. Habrá fuego y división. Jesús ve su misión, concretada en el camino a Jerusalén, de exponer la realidad oculta por el engaño y la corrupción envueltos en el falso rostro de una práctica religiosa que no quiere ofender a nadie.

Cualquier experiencia religiosa auténtica siempre necesita la dimensión profética. Jesús abrazó este papel del profeta. Vino al mundo para atacar su mediocridad, su indiferencia y, sobre todo, su cautiverio en el mal. Jesús declara su deseo de fuego y bautismo. Este fue su destino desde el principio: la muerte redentora en la cruz que desataría la tormenta de fuego del Espíritu Santo.

Este conflicto final del bien y el mal fue revelado en la vida de Jesús, en su muerte y resurrección. Su proclamación del Reino expone una realidad que ya está en su lugar aunque esté oculta. Él busca destruir las divisiones que fluyen del pecado y la injusticia. El fuego y el bautismo del amor salvador de la Cruz conducen a la verdadera unidad y paz de la que el ser humano tiene hambre. Sin embargo, su mensaje y su vida, y especialmente la muerte y resurrección, atacan la fachada superficial de paz que evita y está cegada por la verdadera violencia de la pobreza desenfrenada, el sufrimiento, la separación y el aislamiento de "los demás". La verdadera paz siempre tiene el costo del sacrificio para todos ya sea en nuestra familia o en países distantes.

Cuando Jesús habla de la división en la familia en la selección del Evangelio de hoy, estaba exponiendo las duras realidades que su presencia desató en el mundo. El fuego y la división no son negociables en el camino a Jerusalén. Nosotros, como iglesia, como parroquia y como individuos, necesitamos examinarnos a nosotros mismos a la luz de este encuentro con la palabra de Dios. ¿Molestamos a alguien por nuestro compromiso con Jesús? ¿El nivel de nuestra comodidad permite suficiente espacio para vivir el desafío del verdadero Evangelio? ¿Hemos reducido el mensaje de Jesús a una práctica religiosa inofensiva que no molesta a nadie?

La palabra de Dios siempre desafía la aceptación irreflexiva de la falsa paz. La palabra de Dios producirá constantemente confusión y desarraigo a medida que conduce al verdadero camino de la paz que está arraigado en la justicia y la preocupación por los pobres y el clamor de la tierra. El amor nunca está exento de costos. Jesús nos desafía a estar en llamas por el Señor. Es por eso que sus prioridades trascienden incluso el más profundo de los amores humanos en la familia o en otros lugares.

La verdadera paz exige conversión. Esta es la transformación personal que acepta a Jesús como el centro. Sólo un corazón comprometido con Cristo experimentará esta verdadera paz. Jesús creará un corazón en verdadera armonía que nos librará del engaño del mal y de una cómoda mediocridad de indulgencia e indiferencia. La verdadera paz en Cristo transforma todo amor humano en el verdadero amor que brota del divino Misterio del Amor.
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DECIMONOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lucas 12:32-48


Queridos amigos, Tengo la impresión de que la mayoría de la gente viene a adorar el domingo para cambiar a Dios. Tienen problemas y preocupaciones reales. Tienen un plan de lo que es necesario para que ellos y sus seres queridos sean felices. Saben que necesitan la ayuda de Dios para llevar ese plan a término. Por lo tanto, vienen a orar y una parte importante de su oración es pedirle a Dios que acepte su plan.

Por otro lado, Dios también tiene un plan. Dios quiere que cambiemos. Dios quiere que compartamos su amor por toda la creación y especialmente por nuestros hermanos y hermanas en todos sus defectos humanos.

En el Evangelio de hoy, Lucas tiene la súplica aparentemente dura y poco realista para que vendamos nuestros bienes y demos limosna a los pobres. Este es un tema sobre la propiedad que Lucas repite a menudo de diferentes maneras a lo largo de su Evangelio.

El punto de Lucas es poner las cosas en perspectiva. La perspectiva es que, en primer lugar, hay más en la vida que nuestra seguridad y conveniencia inmediatas . En segundo lugar, Lucas nos enseña que el amor de Dios por nosotros en el plan de Dios de su Reino es nuestro verdadero tesoro. Cuando entendemos la maravilla y la belleza de este don misericordioso de Dios revelado en Jesús y su enseñanza sobre el Reino, entonces somos capaces de poner tanto nuestras preocupaciones como nuestras posesiones en perspectiva. Así es como Dios quiere que cambiemos y crezcamos. Necesitamos aprender que Dios tiene un plan mejor que nuestro plan. El mensaje del Evangelio nos dice que veamos nuestra vida y nuestras posesiones a la luz del Reino de Dios que está teniendo lugar ahora. Compartimos ese Reino cuando caminamos con Jesús en amor. Este amor nos llevará más allá de nuestra mortalidad a la vida más allá de la muerte.

Cuando ponemos las palabras de Jesús en este contexto, no parecen tan duras y poco realistas.

"No tengáis miedo un rebaño más grande, porque vuestro Padre está a favor para daros el Reino. Vende tu pertenencia y da limosna. Proveeros bolsas de dinero para vosotros mismos que no se desgasten, un tesoro inagotable en el cielo que ninguno de ellos puede alcanzar ni lo pueda destruir la polilla". (Lucas 12:32-33)

Dios tiene un plan. Es el Reino. Estamos invitados a comprar. Así es como Dios quiere que cambiemos. Eso es lo que significa cuando decimos. "Deja ir y deja actuar a Dios".
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LA NOCHE OSCURA DE JUAN Y EL MENSAJE DE TERESA-10

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Segunda parte


El autoconocimiento se abre a la misericordia de Dios
La gente gasta miles de millones de dólares en publicidad para animarnos a alimentar las demandas exageradas del falso yo. Las interminables presiones de una sociedad de consumo son un obstáculo singular y horrendo en el camino hacia el verdadero yo. Todas estas desviaciones trabajan juntas para debilitar, e incluso ocultar, el anhelo del verdadero yo que nos llama a pasar al centro para una vida más auténtica.

Una vez más, el autoconocimiento, la conciencia de lo que está sucediendo dentro de nosotros, es fundamental en la conversión necesaria que se produce cuando escuchamos la palabra de Dios y obedecemos la voluntad de Dios en la oración.

La importancia de la oración
La oración se convierte en una fuerza energizante en el paso hacia este autoconocimiento vivificante. El encuentro con la palabra de Dios y la voluntad de Dios en una profunda oración personal es nuestro boleto a nuestro verdadero destino en el centro. La oración es una invitación a reconducir nuestras vidas. La luz de las Escrituras a menudo abre nuevos horizontes en nuestra conciencia normal. Esto conduce a un autoconocimiento más profundo. Esta nueva madurez espiritual conduce a nuevas formas de aceptar a los demás. Nuestras relaciones y responsabilidades se mueven fuera de un mundo estrecho de preocupación por nosotros mismos. Crecen hacia una postura más amplia de apertura, aceptación y servicio a los demás.

Para Teresa, la oración era la respuesta a casi todos los problemas. Sin embargo, tenía una noción amplia de la oración. Tuvo lugar en el contexto de la relación entre Dios en el centro, nuestra persona y nuestra experiencia de vida. En la interacción de estos elementos en la oración, el autoconocimiento tiene un papel fundamental. El misterio de Dios se despliega en la dinámica de la oración y la experiencia de vida de la persona. La auto comprensión une este proceso. El movimiento, al aceptar la realidad del lugar de Dios y nuestro lugar, pone en primer plano la misericordia de Dios. A medida que Teresa avanzaba en el conocimiento de sí misma, se convencía más de su creencia tan repetida: "Mi vida es la historia de la misericordia de Dios".

El Creador amoroso y misericordioso y la criatura amada y perdonada

Teresa identificó dos elementos como fundamento de su espiritualidad. La primera era su pecaminosidad. A través del autoconocimiento, poco a poco aceptó su impotencia para cambiar. A través de la creciente luz de la presencia de Dios dentro de ella, ella realmente se vio a sí misma como una pecadora de clase mundial. En segundo lugar, se dio cuenta de que era amada y perdonada, a pesar de su opinión, de que tenía muchos defectos. El camino del autoconocimiento abrió poco a poco a Teresa a la grandeza de Dios y a su total dependencia de Dios. Ella era la criatura atrapada en el pecado, pero perdonada y amada como una hija de Dios. Su conciencia cada vez mayor de sí misma como una criatura pecaminosa le permitió darse cuenta de que vivía en un mar de misericordia. El autoconocimiento fue un componente crítico de la comprensión fundamental de Teresa de su realidad como pecadora amada y perdonada.

El Papa Francisco se hace eco de estas ideas de Teresa en Laudato Si. 1 Él dice que cualquier espiritualidad auténtica debe comenzar con el reconocimiento de Dios como el Creador todopoderoso. De lo contrario, nos colocamos a nosotros mismos o a alguna otra criatura, como el estado, como la medida final de todas las cosas. Esto conduce a una actividad destructiva contra Dios, nuestros hermanos y hermanas, y toda la creación. Las noticias de cada día nos cuentan la historia de los estragos del mal desatados por esta negación fundamental de toda realidad.

La única respuesta es aceptarnos tal como somos, criaturas necesitadas de ser liberadas de las fuerzas del mal a través de la misericordia de Dios.

Conclusión
En la noche oscura, Juan es el teólogo, que ofrece un análisis cada vez más amplio de los problemas que conducen a la experiencia de Dios. Sus dones son claros y su mensaje es poderoso.

Por otro lado, Teresa es un gran factor de equilibrio para el análisis a veces abrumador de John. El Castillo Interior expone el crecimiento de las experiencias espirituales y las consecuencias prácticas del viaje espiritual único al centro, la morada de Dios. El autoconocimiento y la búsqueda del verdadero yo son ayudados por la humildad y el amor. A lo largo del camino, describe muchos dones místicos como visiones, locuciones y absorciones. Sin embargo, siempre mantiene el enfoque claro.

El objetivo es llevar el corazón al verdadero centro donde mora Dios. Toda la búsqueda espiritual y el viaje es para moverse hacia el centro. Esto solo puede suceder con el verdadero autoconocimiento, el regalo interminable del autodescubrimiento. Para Teresa, esta sabia mujer de fe y verdadera hija de la Iglesia, este camino de autodescubrimiento la llevó a la Trinidad que habita en lo más profundo de su ser.

Una vez más, Juan y Teresa descubrieron y describieron el mismo destino, la unión con Dios. Su don era la claridad del análisis y la precisión en los detalles. Su don era más bien la cálida aceptación de la experiencia humana con un toque humano mucho más delicado.
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DECIMOCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lucas 12:13-21


Queridos amigos,

El mensaje de Jesús en el pasaje del Evangelio de hoy, es claro y directo. Nada es más destructivo en esta vida que preocuparse por adquirir bienes materiales que ultimadamente son lo trascendente. El hombre con los graneros más grandes olvidó que la vida en sí es un regalo temporal en este mundo. Es un préstamo que Dios puede reclamar en cualquier momento, independientemente si nosotros poseemos una extensa riqueza de los bancos recién llenos o fuertes cuentas en el banco.

Las Escrituras Hebreas tienen una comprensión clara de lo que constituye un tonto. Esta es una persona que ha negado u olvidado a Dios. En esta historia, el descuido de Dios se manifiesta en el agricultor codicioso con la tierra muy productiva. Era rico porque tenía muchas cosechas. Era un necio porque pensaba que estaba seguro: "Tenéis tantas cosas buenas almacenadas durante muchos años, descansad, comed, bebed y sed felices" (Lucas 12,19).

Al elegir a Dios, no estamos desperdiciando nuestra vida. Seguimos usando las cosas y las posesiones. De hecho, seríamos irresponsables si no lo hiciéramos. El mensaje de Jesús para nosotros el día de hoy es aclarar nuestras prioridades. Necesitamos evitar el poder cegador y paralizante de la codicia. La búsqueda constante por más no es una puerta a la seguridad. Descubrir lo que es verdaderamente suficiente tiene que ser el principio regidor al tratarse de nuestras posesiones. Nuestra tarea tiene que estar enraizada en la verdadera sabiduría si vamos a permitir que nuestras riquezas y posesiones, ya sean grandes o pequeñas nos lleven hacia Dios.

El propietario es claramente una persona que está ensimismada. La idea de compartir nunca entró en su planificación. Apostó por su cosecha. Las posesiones materiales eran su puerta de entrada a la felicidad. Se convirtió en un tonto simplemente por no ser real. La vida es una empresa pasajera. A pesar de todas las garantías del mundo publicitario, no hay felicidad duradera mientras los directores de funerarias sigan teniendo un negocio lucrativo. Aún si ellos dejan el negocio. La muerte es universal e inevitable para todos nosotros. La elección está entre las cosas y Dios. El tonto elige las cosas.

Jesús está señalando que las riquezas pueden ser destructivas. En la vida, la preocupación por adquirir y retener la riqueza es un embotellamiento para el llamado del Evangelio. La ironía es que la riqueza a menudo conduce a sentir más inseguridad.

Al elegir a Dios, no abandonamos la vida. Seguimos usando cosas y posesiones. De hecho, seríamos irresponsables si no lo hiciéramos. El mensaje de Jesús para nosotros hoy es aclarar nuestras prioridades. Necesitamos evitar el poder cegador y paralizante de la codicia. La necesidad constante de mineral no es la puerta de entrada a la seguridad. Suficiente tiene que ser el principio rector al tratar con nuestras posesiones si vamos a permitir que nuestra riqueza y pertenencias nos lleven a Dios.

Ya sea Chace o el Banco de América o cualquier banco son simplemente un medio para un fin. Jesús nos muestra claramente que no podemos almacenar nuestros tesoros en los bancos o graneros de este mundo. La codicia y la avaricia siempre restringen el corazón a la realidad. Las posesiones crean grandes decepciones a lo largo del camino de la vida. Necesitamos aclarar nuestros valores. Necesitamos liberar el corazón para que nuestra riqueza, no importa cuán pequeña o grande sea, sea un trampolín hacia el Reino. Todas las cosas nos liberan o nos constriñen en nuestro esfuerzo para caminar con Jesús.

Todas las enseñanzas de Jesús son una guía para liberar el corazón de todo lo que no es Dios. Justo en el pasaje anterior (Lucas 12: 1-12) Jesús aconsejó a sus discípulos contra toda ansiedad, diciéndoles que Dios conoce sus necesidades y deseos. Ellos nunca estarán más allá de la providencia de Dios.

Abandonado a sí mismo, el corazón es una máquina de fabricación de ídolos. Jesús nos está llamando a alejarnos de los ídolos sea cual sea la moda. Él nos dice que confiemos en el cuidado amoroso para nuestra seguridad. Jesús fue muy claro al enseñarle a sus discípulos y a nosotros la simple verdad. Nuestros esfuerzos no deberían estar dirigidos a tener más sino a ser más como Él. Necesitamos mantener nuestros ojos en el premio que es Jesús. Esta presencia amorosa de Dios será el único boleto seguro en el paso final e inevitable a través de la muerte, que es la parte más innegociable de la vida. Debemos llenar nuestros graneros con el único grano verdadero y duradero de esta vida: confianza, servicio, compasión, humildad y amor. "Entonces dijo a la multitud: Cuidad de protegeros de toda codicia, porque aunque uno sea rico, su vida no consiste en posesiones" (Lucas 12,15).
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DECIMOSÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

LUCAS 11: 1-13

Queridos amigos,

Hoy, tenemos la versión de Lucas del Padre Nuestro.  Esta oración especial es la culminación y la expresión más profunda de todas las oraciones en la Biblia. Ha sido descrito como el resumen del Evangelio.

A lo largo de los siglos, los santos, y particularmente los Doctores de la Iglesia, han cantado sus alabanzas. Santo Tomás de Aquino lo llamó una oración del fin de los tiempos. En nuestro momento presente experimentamos el misterio de la salvación en lo que se ha descrito como "ya pero aún no".  Esto significa que el Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Cristo ha logrado nuestra salvación. Sin embargo, estamos en un proceso de avanzar hacia la realización de esa realidad en nuestra vida cristiana y el destino final de la historia humana. Nos estamos moviendo hacia la plenitud del Reino de Dios, la restauración de la inocencia original. Sigue siendo un objeto de esperanza, un tiempo en el que estaremos completamente libres de las consecuencias del pecado: no más enfermedad, división, odio, violencia, ignorancia, deshumanización de la pobreza y los prejuicios y, finalmente, la muerte da paso a la vida eterna. El punto de Santo Tomás es que el Padre Nuestro es una oración por la venida del Nuevo Día y la Nueva Creación que es el Reino de Dios.

Cuando Jesús dio a sus seguidores el Padre Nuestro, estaba ofreciendo una forma de vida. Esta oración fue una guía de cómo debían vivir y relacionarse con Dios. Esta es la oración para aquellos que desean caminar con Jesús en el camino hacia el Reino.

Padre Nuestro

El gran don de Jesús es que nos hemos convertido en niños adoptados, lo que nos permite dirigirnos a nuestro Dios como Padre. Al dirigirse al Padre, Lucas hace que Jesúsnos ponga el término "Abba" y nos invita a hacer lo mismo. Esta es la expresión más íntima y familiar que un niño usaría para dirigirse a un padre.  Mateo usa el término que traducimos como "Padre".  Este término es más distinguido y majestuoso. Ambos evangelistas nos dirigen al gran misterio que Jesús revela en el Padre  Nuestro.

El término "Nuestro" nos identifica como parte de la familia de Dios. Jesús está creando una comunidad de creyentes para compartir su relación con el Padre. Todas nuestras oraciones incluyen las necesidades personales, pero también tienen en cuenta a todos los hijos de Dios. Todas las peticiones en esta oración son tanto comunitarias como personales.

Santificado Sea tu Nombre

Santificado significa santificar. La petición aquí es quereconociendo la santidad de Dios respondamos a esa santidad divina. Estamos llamados a ser testigos de la santidad de Dios mientras seguimos los pasos de Jesús en busca de su Reino.

Venga tu reino

Jesús revela el Reino como el plan de Dios.   Hson obras y enseñanzas y especialmente en la muerte y resurrección revelan laacción de Dios.  Esta es la iniciación de la destrucción de todas las consecuencias del pecado de Adán y Eva.

El amor, la justicia y la misericordia tienen la última palabra en el Reino. Nuestros pecados son perdonados, los enfermos sanados, los enemigos son reconciliados, los pobres comparten las bendiciones del Señor en abundancia y los cautivos son liberados. Todo deseo en armonía con el amor de Dios se cumple. La empresa humana se lleva a una resolución justa y pacífica.

En la versión de Lucas, la voluntad de Dios es claramente parte del Reino que buscamos en nuestra oración.  Jesús nos mostró el camino para cumplir la voluntad del Padre. El plan de Dios es para nuestra libertad que conduce a la felicidad eterna. Dios nos invita a ese tesoro más allá de nuestros sueños. En Getsemaní, Jesús mostró el poder de su entrega a la voluntad del Padre. Su aceptación de la voluntad divina produjo el paso de la muerte a la vida para toda la humanidad. La voluntad de Dios para nosotros, tanto personal como comunitariamente, continúa llamándonos a la plenitud de la vida.

Las Peticiones de Tú

Danos este día nuestro pan de cada día

Al decir "nosotros" estamos mostrando de nuevo nuestra comunión con todos nuestros hermanos y hermanas. El pan que pedimos incluye todas las necesidades materiales de nosotros mismos y de los demás, un suministro constante de sustento.  Como parte de una comunión, las necesidades de los demás, especialmente de los pobres, deben ser una prioridad. 

Al mismo tiempo, estamos orando por el Pan de Vida que incluye la Palabra de Dios y el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía. Estos dones del espíritu fortalecen y nos permiten responder generosamente para hacer realidad las peticiones en nuestra vida.

Perdónanos nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden

La reconciliación espera con interés la venida del Señor en juicio. Pedimos el gran don necesario para entrar en el Reino: el perdón. Sólo nuestra voluntad de perdonar abrirá el pasaje a una nueva vida. La falta de perdón endurece nuestros corazones y cierra el camino hacia el amor misericordioso de nuestro Dios. 

No nos sometas a la prueba final

Ahora reconocemos nuestra debilidad humana atrapada en la batalla del espíritu y la carne. Le estamos pidiendo a Dios que nos proteja y nos guíe lejos del pecado. Pedimos discernimiento, vigilancia y perseverancia.

Esta prueba final significa la liberación del Maligno que es Satanás. Estamos pidiendo guía a través del duro y horrible atractivo de todos los elementos en el mundo que están en total oposición a nuestra salvación. Le estamos pidiendo a Dios que nos libere de todos los males que son la obra implacable del Maligno cuyo deseo primordial es alejarnos de Dios.


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DECIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


LUCAS 10:38-42


Queridos amigos, La verdadera hospitalidad es uno de los muchos temas importantes en la historia de Marta y María. Marta, como sucede con frecuencia en la experiencia de nuestras vidas, permite que sus preocupaciones y ansiedades definan sus acciones. Está claro que su mayor deseo es poner un gran despliegue culinario. Ella está más presente para sí misma que para Jesús. Ella no está en sintonía con la situación de Jesús. Él está en medio de una experiencia traumática en el camino a Jerusalén. Por otra parte, María está enfocada en Jesús. Su hospitalidad está definida por las necesidades de su invitado.

No es una tarea fácil encontrar una postura balanceada que integre la oración y el servicio. Ambos elementos, oración y servicio, son distorsionados fácilmente. Solamente la verdadera madurez espiritual nos permitirá el suficiente autoconocimiento para ser conscientes del poder de nuestra auto decepción. Un patrón de oración personal profunda nos liberará para actuar con verdadera fidelidad, que de hecho integra la oración y el servicio.

Teresa de Ávila nos dice que es en la conclusión del viaje espiritual que las características de Marta y María se vuelven una en nosotros. Nuestra meta es alcanzar una libertad para el verdadero amor por Dios y por nuestro prójimo. Mientras tanto, la gracia está en la lucha para buscar esta integración y autenticidad en nuestra vida.

El breve pasaje de hoy del evangelio de Lucas parece una historia simple. Nos dice que debe haber un equilibrio entre la oración y la acción, el servicio y la contemplación. Sin embargo, cuando estamos profundizando en el evangelio de Jesús, siempre nos encontramos con un misterio de gran profundidad. Siempre hay nuevos niveles que nos invitan a múltiples etapas de comprensión y acción. Del mismo modo, estamos expuestos a la ruptura de nuestras normas culturales.

En la historia de hoy, Jesús nos desafía sobre el papel de la mujer en su época y en la nuestra. Aquí hay cinco puntos en los que el evangelio de hoy cuestiona el status quo:

  • En el tiempo de Jesús, a las mujeres no se les permitía ser estudiantes de la Ley. En nuestra historia tenemos a María en la posición de discípula, escuchando atentamente a los pies de Jesús.

  • Cuando el huésped es un profeta, la respuesta adecuada es escuchar la Palabra de Dios que se proclama. María está atenta a esta tarea. Vuelve a romper la función aceptada de su cultura como mujer.

  • En contraste con las múltiples historias bíblicas de conflicto entre hermanos, esta es la historia singular de conflicto entre hermanas.

  • Jesús entró en una casa con sólo dos mujeres presentes según la historia. Esto fue una violación deliberada del comportamiento esperado.

  • Todo el episodio de la interacción de Jesús con dos mujeres contiene múltiples violaciones de la cultura y proclama la dignidad de las dos hermanas. No hay mucho aquí para decir que el lugar adecuado para las mujeres es en la cocina.

Como siempre, el mensaje del Evangelio nos invita a ir más profundamente en nuestro corazón para ver con nuevos ojos las cosas ordinarias de la vida con la ayuda de las palabras y el ejemplo de Jesús. Siempre hay más para que nosotros veamos y hagamos los cambios que Jesús desea para nosotros.
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DECIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

LUCAS 10: 25-37


Estimados amigos, El abogado judío en el pasaje del Evangelio de hoy no estaba interesado en la respuesta de Jesús a la pregunta “¿quién es mi prójimo? Él tenía su propia agenda. Él estaba tratando de guiar a Jesús hacia algún tipo de violación de la ley judía y la tradición que lo llevaría a la humillación y castigo.

Mientras tanto, Jesús usa el contexto engañoso para darnos uno de los grandes mensajes del amor de Dios y el involucramiento en nuestros quebrantamientos humanos. Es una invitación para entrar en el maravilloso amor redentor de Jesús para todos nosotros. Jesús nos está invitando a participar en el gran acto de salvación por nuestro servicio y presencia sanadora para nuestro prójimo.

En la parábola de “El buen samaritano” Jesús revela la amplitud y profundidad de la presencia de Dios en todos los seres humanos. Esta historia del Buen Samaritano destruye cualquier configuración de la escasa definición que el prejuicio engendra continuamente. En verdad, la historia ha mostrado el tiempo increíblemente largo que podemos pasar aislados, deshumanizando, discriminando y simplemente odiando a nuestro prójimo.

“El buen samaritano” es muy fácil de entender en nuestros días. Incluso es definido en un diccionario como “una persona excepcionalmente caritativa o de ayuda.” Es un poco problemático para nosotros entender el poder de la contradicción que Jesús fija en esta parábola. Dependiendo de sus sensibilidades, su uso hoy en día pudiera ser un militante de Al Qaeda o un supremacista blanco o un odioso anti semita o cualquier otro que salga de su imaginación creativa.

Jesús, sin embargo, destruye todas las expresiones de la normalidad con el samaritano, los más despreciables de los enemigos de los judíos. Esta elección explosiva es seguida con un sentido de grandiosidad en el servicio que continua con el patrón de choque y temor. Cuando el enemigo benefactor paga la cuenta y promete más, estamos bien más allá de cualquier sentido de decencia generosa. Todo esto fluye de la nueva definición de Jesús de lo que es prójimo como alguien en necesidad.

El amor que Jesús devela no tiene límites. El corazón humano es capaz y trabaja constantemente en diseñar límites de este evangelio de amor. Frases como, “la caridad comienza en casa” son trascendidos por el mensaje de Jesús: el amor empieza con nuestra respuesta concreta a la persona que sufre en medio de nosotros.

Podemos identificar fácilmente tres cualidades del amor del samaritano en la parábola de Jesús. Primero, trasciende todo prejuicio y es totalmente inclusivo. Todo lo que él vio fue el dolor y urgente necesidad de la persona. Segundo, la situación fue vista como una oportunidad y no como una carga y gran agravio. Tercero, el amor del samaritano no cuenta el costo, los inconvenientes y la destrucción de sus horarios o calendario y la comodidad. No busca recompensa o reconocimiento.

Todos tenemos un desafío para abrazar estas tres sencillas características en nuestra vida diaria con todas sus responsabilidades y relaciones demandantes. No es tanto que la caridad comienza en casa sino que la caridad empieza donde sea que encontremos dolor y sufrimiento en todas sus variaciones en la escena humana.

La parábola de hoy nos desafía a ver la situación problemática en nuestra vida desde la visión del evangelio. Estamos llamados a compartir la extravagante hospitalidad del samaritano. Como el samaritano, estamos invitados a ver nuestros bienes como un medio de asistencia no exclusivamente como nuestra seguridad personal. Esto es posible solamente por medio de un retiro permanente desde una visión del mundo estrecha y cercada. El fluir de nuestra vida diaria y nuestras responsabilidades ofrecen incontables oportunidades para alcanzar el servicio amoroso. Las palabras de Jesús se mantienen iguales. Nuestra tarea es “Ir y hacer lo mismo.” (Lucas 10: 37)
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DECIMO CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


LUCAS 10: 1-11


Estimados amigos, Jesús fue muy claro. Los setenta y dos elegidos iban a proclamar la llegada del reino de Dios. Este mensaje fue directo y sencillo. Dios está actuando. Su mensaje es la buena nueva de que habrá un día de justicia. Habrá paz salvadora que tiene la última palabra sobre todo mal y toda violencia y sus designios interminables de nuevos horrores. Dios está respondiendo al mal y todas sus expresiones en la vida humana. La sanación que Jesús les encargó a los discípulos es el inicio de la transformación final de una realidad en paz, plenitud e integridad. La justicia prevalecerá sobre un mundo quebrantado y pecaminoso, sobre todas y cada una de las personas. Esta es la misión salvadora de Jesús que está siendo proclamada.

El pasaje del Evangelio de hoy nos invita a compartir el involucramiento de los primeros discípulos misioneros. Esta era la visión del Papa Francisco para todos nosotros. De estos primeros discípulos misioneros podemos aprender lo que es necesario para la ejecución de la tarea de proclamar la buena nueva. Su primera y principal responsabilidad era permitir que el mensaje de Jesús fluyera de un corazón de convicción personal profunda. Para hacer esto ellos debían viajar ligeros de equipaje y dejar los falsos valores y engaños del mundo y ser personas de oración personal profunda. Nuestro mundo hoy en día, como el mundo en el tiempo de Jesús, no tiene aceptación para los mensajeros de un Dios que atestigua contra los falsos valores, el materialismo y el hedonismo de nuestros días. La integridad de la presencia de los discípulos y el compromiso era la parte más importante de la proclamación del reino. Tenía que consumir su ser entero primero que todo.

Siglos más tarde, Francisco de Asís captó la profundidad de este misterio. Él dijo que debemos predicar el evangelio en todo momento y usar palabras solo cuando sea necesario. Tal persona ha sido descrita como un testigo cuya vida habla tan profundamente que uno no puede oír lo que ellos dicen.

Por casi cincuenta años los Papas, desde Pablo VI hasta Francisco, han sido insistentes sobre la gran importancia de la misión de la evangelización, la proclamación de la Buena Nueva. Pueden estar seguros que una de las declaraciones más sustanciales del Papa León XIV será sobre la tarea más fundamental de la iglesia, que es proclamar el Evangelio.

La primera declaración del Papa Francisco fue La Alegría del Evangelio es un cántico de las maravillas sobre el tema de la evangelización como la tarea auto definida del pueblo de Dios. En La Alegría del Evangelio, el Papa trae brillo y poder para la tarea fundamental del pueblo de Dios, proclamar el evangelio. Por el bautismo, todos somos llamados a la santidad. Todos somos llamados a ser discípulos misioneros.

Ya no más se predica el Evangelio como una especialidad formada teológicamente. Todos estamos llamados a ser testigos y proclamadores de Jesucristo.

El Papa visualiza un nuevo día para la iglesia. Toda esta renovación fluirá de un reenfoque sobre la conciencia del propósito e importancia de la evangelización. El Pontífice dice, “Sueño con una ’opción misionera’ que es, un impulso misionero capaz de transformar todas las cosas, ya sean las costumbres de la iglesia, las formas de hacer las cosas, tiempos y horarios, idioma y estructuras pueden ser canalizadas para la evangelización del mundo de hoy más que para su auto preservación” (# 27)

  1. Las características principales de la misión de la evangelización a las que nos llama el Papa son:
  2. Es la tarea fundamental de la iglesia. También es el ministerio principal de la parroquia y del discípulo de Cristo.
  3. La evangelización involucra no solo la transformación personal sino de toda la realidad en sus expresiones social, económica, política y cultural.
  4. La proclamación siempre debe centrarse en el amor salvador y la misericordia revelados en el Cristo crucificado y resucitado.
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DECIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

LUCAS 9: 51-62


Estimados amigos, Acabamos de terminar una extensa celebración del gran evento de nuestra fe. El amor de Dios revelado en el Misterio Pascual. Este es el gran acto de amor de la muerte y resurrección de Cristo. Ahora regresamos nuestro encuentro semanal con el Evangelio de San Lucas. Para las próximas veinte semanas la liturgia nos invitará a buscar dirección y guía en nuestra vida diaria a través del mensaje de la Palabra de Dios en el Evangelio de San Lucas.

El Evangelio de hoy revela el viaje de Jesús a Jerusalén. Esto se lleva diez capítulos completos de Lucas. Es casi como un Evangelio dentro de otro evangelio en la profundidad y amplitud de su mensaje. Consiste mayormente de enseñanzas de Jesús y unos pocos milagros durante este tiempo. Jesús ha crecido en conciencia que la profundidad de su conflicto con los líderes demandará un compromiso total. Aun si esto implica llegar hasta la muerte. Esto es lo que Lucas quiere decir con la frase, “Él estaba resueltamente determinado a viajar a Jerusalén.” (Lucas 9: 51) Nosotros estamos siendo invitados a contemplar el discipulado y el viaje en las huellas de un Mesías Sufriente.

El discipulado que Jesús está ofreciendo es descrito como un acompañamiento en el viaje a Jerusalén. Empezamos el viaje con el primer paso. En este viaje del discipulado, Dios siempre nos toma del lugar en donde estamos. Habrá muchos pasos para seguir pero si no damos el primer paso no sucederá nada.

Necesitamos dejar ir cualquier cosa que sea un obstáculo para nuestra elección de seguir los pasos de Jesús. En nuestro viaje a Jerusalén, lentamente vemos, con una claridad creciente, las muchas demandas de este compromiso. Todo saldrá eventualmente a la superficie. Creceremos en nuestra habilidad para determinar si nuestras acciones, posesiones y relaciones nos ayudan o truncan nuestra elección de Jesús. Aprenderemos que no podemos volver atrás.

El concepto de viaje o peregrinación es un patrón común en la Biblia. Revela cómo experimentamos a Dios. Demanda un propósito único. Definitivamente es un boleto solo de ida.

En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús habla de los requisitos para este viaje. Lo primero es dejar ir las hostilidades. Los discípulos de Jesús en el viaje deben ser personas de tolerancia y una aceptación de un número de gente que crece cada día. En el mundo de Jesús, las fronteras son solo nuevos pasajes para una mayor inclusión. Segundo, para ser un discípulo de Jesús debemos dejar la comodidad y conveniencia del pasado. Es una experiencia arraigada. El profundo deseo humano por establecerse con límites claros y tener el control debe ser eliminado. Jesús no está en hipotecas. Su camino demanda dejar ir, es un boleto de ida a un futuro desconocido. Tercero, Jesús demanda una lealtad que no permite ningún retraso. La elección es caminar a Jerusalén ahora. Con mucha frecuencia, esperamos evitar esa caminata. Jesús no está en los atajos. Rara vez hay un próximo tren.

Estamos llamados a tomar una decisión. Las reglas del viaje a Jerusalén demandan una disciplina que es desafiante y reconfortante. Estamos llamados a caminar con Jesús. Esta es la elección fundamental de la vida cristiana. Como muchos otros pasajes bíblicos, esta enseñanza ha sido distorsionada con el paso de los siglos. Jesús no quiere cortar las relaciones responsables a los familiares y demás personas. Él sencillamente quiere ponerlos en orden. Dios va primero.

Cuando se mantiene este orden, todas las relaciones son enriquecidas y mejoradas.

El verdadero compromiso del discipulado que Jesús requiere no es como “tener un segundo empleo” o un esfuerzo para trabajar con Jesús en nuestro horario conveniente. Todo absolutamente debe caer a un segundo plano
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EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO



LUCAS 9: 11B-17

Estimados amigos,

Para los primeros cristianos, la multiplicación de los panes y los pescados fue una parte muy importante en la historia de la salvación. Esto se repite seis veces en los cuatro Evangelios. Obviamente está conectado con el regalo del Mana en el evento del Éxodo. Se relaciona con muchos otros eventos de la hospitalidad de Dios de compartir el pan de vida en el Antiguo y Nuevo Testamentos. Más significativamente, presagia el gran regalo de la Eucaristía.

El pan que es “fraccionado” y compartido refleja a Jesús siendo “fraccionado” en la cruz. Este último acto de amor esta enraizado en el pasado y nos llama hacia el futuro. Nosotros experimentamos este mismo acto de amor en la liturgia de hoy y todos los días. Siempre somos desafiados a ir mas allá de las palabras y de la rutina de adoración.

Desde el momento del Vaticano II nosotros, como comunidad cristiana, hemos trabajado para crear una verdadera experiencia de la presencia amorosa de Jesús en nuestra participación en la Eucaristía. Esto es por medio de la renovación de la liturgia como fuerza directriz de la transformación comunal. En la participación activa en la liturgia nosotros continuamente tratamos de hacer de la oración de la liturgia la fuente y la cima de nuestra fe. Aquí encontramos a Jesús como lo hicieron los primeros discípulos. Esta visión es parte de la declaración icónica del documento litúrgico del Concilio Vaticano II.

“La celebración de la Eucaristía, como una acción de Cristo y el pueblo de Dios…es el centro de toda la vida cristiana, para la iglesia universal, la iglesia local y para cada uno de los fieles…la liturgia es la cima hacia la cual es dirigida la actividad de la iglesia; es también la fuente de la cual fluye todo su poder…todos los que fueron hechos hijos de Dios por fe y por el bautismo deberían unirse para adorar a Dios en medio de la iglesia, para tomar parte en el sacrificio y comer la Cena del Señor.” (Constitución de la Sagrada Liturgia, 1963, # 2, 10, 41)

En la Eucaristía, la verdadera participación activa significa que estamos pidiendo a Dios hacernos un instrumento de su paz y contribuyentes del plan de salvación de Dios. A través de la liturgia nos volvemos el Cuerpo de Cristo para continuar proclamando la Buena Nueva a toda la humanidad.

En la recepción de la comunión, nos energizamos en esta llamada para continuar la obra de Cristo. Jesús viene a nosotros en la forma más íntima posible para renovarnos en su imagen. Esta presencia es la primera y principal sobre Jesús llamándonos a una nueva realidad. Es tiempo de compartir a un nivel más profundo con aquel que nosotros sabemos que nos ama. Esta conversación debería ser más que todo sobre el plan de Dios. Luego podemos enfocar nuestras penas y preocupaciones. El amor es la dimensión dominante del momento básico de la Eucaristía de gracia e intimidad en la recepción de la comunión. Jesús está llamándonos a ir en un nuevo camino. Debería haber menos preocupación sobre nosotros mismos y más sobre la presencia de Dios en nuestros hermanos y hermanas junto con las necesidades de nuestra familia, amigos, comunidad y el mundo. Este es un momento muy apropiado para la oración de nuestros tiempos “Que Dios escuche el clamor de los pobres y los lamentos de la tierra”

En el momento de la recepción de la Eucaristía no podemos estar más cerca de las palabras de Teresa de Ávila que describe la oración como una conversación amorosa con alguien que sabemos que nos ama.

La profundidad y belleza de este encuentro con Cristo no puede ser más personal e íntimo si estamos realmente conscientes, receptivos y atentos a la presencia de Jesús en lo profundo de nuestro corazón. Junto con la experiencia personal del amor, la presencia de Jesús está siempre llamándonos a salir de nuestro ser y de nuestras pequeñas preocupaciones hacia el servicio a los demás especialmente en compartir la Buena Nueva del amor de Dios en Cristo crucificado y resucitado.

Todos haríamos bien en examinar nuestro ser para ver cuánto esfuerzo y atención damos a este encuentro con el Cristo viviente en el momento de la comunión.
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FESTIVIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

JUAN 16: 12-15


Estimados amigos, Jesús dijo, “Tengo mucho más para decirles pero es demasiado para ustedes.” (Juan 16: 12)

Nuestra celebración de esta Fiesta de la Santísima Trinidad es la expresión más profunda y más sencilla de toda realidad. Dios es amor. Un aspecto claro de esta verdad fundamental es la relación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Nosotros estamos invitados por medio del Evangelio a reflejar este amor en nuestras vidas.

Teresa de Ávila, la gran Santa Carmelita y Doctora de la iglesia fue una persona que aprendió como escuchar la verdad de Dios. Por medio de un largo proceso de experiencias de purificación mística y una vida dedicada a la oración y servicio, ella aprendió mucho del mensaje oculto de Jesús sobre el misterio de Dios que nosotros llamamos Trinidad.

Ella redujo sus visiones a una sencilla verdad, una verdad que transformó su vida. Dios es el Creador. Nosotros somos sus criaturas. Dios el creador, es un salvador amoroso y misericordioso. Nosotros, las criaturas, pecadores y quebrantables, somos sin embargo amados y perdonados. Esto llevó a Teresa a transformar su vida para poner a Dios en el centro y su yo en el borde. Ella llegó a entender su vida como la historia de la misericordia de Dios. Para Teresa, la Trinidad era una historia de amor que ella encontraba en la realidad vivida de su propia vida.

Un erudito pagano describió a los cristianos en el segundo siglo de esta manera: Ellos se aman unos a otros. Nunca dejan de ayudar a las viudas; salvan a los huérfanos de aquellos que podrían dañarlos. Si ellos tienen algo, dan de gratis a la persona que no tiene nada; si ellos ven a un forastero, lo llevan a casa y se sienten felices como si se tratara de un hermano. Ellos no se consideran a sí mismos hermanos en la manera tradicional, sino hermanos en el espíritu, en Dios.

En esta fiesta de la Santísima Trinidad, recordamos que Jesús es la revelación plena de Dios, un Dios de amor ilimitado e incondicional. Todas las enseñanzas de Jesús están atrapadas y contenidas en este mandamiento de que nos amemos unos a otros como Jesús nos ha amado. Es así como compartimos en el misterio de la trinidad. No es información que se gana. Es el mero fundamento de la realidad que debe guiar nuestras vidas. Es el amor que debe ser vivido.

El mensaje real de la trinidad no es una cuestión de profunda peligrosidad. Es una invitación a la plenitud del Evangelio de Jesucristo. Este mensaje del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo como amor está más claramente revelado en el Cristo Crucificado

En la séptima morada del Castillo Interior, Teresa tiene un mensaje sencillo para nosotros: abrazar la voluntad de Dios en las buenas obras, amar y perdonar a tus hermanas y hermanos. Al final, todo es sobre el amor. Es en esta relación amorosa con nuestro prójimo que manifestamos nuestra relación más profunda con Dios. Esta vida de amor a la vuelta, revela la acción salvadora de Dios en nuestras vidas. El amor hace que esta profunda complejidad se vuelva una entrada sencilla en el Dios que es amor.

Jesús nos invita a entrar en el misterio del amor y de la vida que es El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo. La elección es nuestra. Podemos aceptarla o rechazarla.

Esta elección nos lleva a la gran ironía de la vida, nuestro quebrantamiento nos lleva a actuar y a pensar como si nosotros tuviésemos un mejor plan que Dios. Nuestras elecciones nos llevan a buscar la verdadera felicidad. En el proceso muchos rechazan a Jesús también. Otros se pasan toda la vida buscando el lado correcto, apostando y tratando de reconfigurar a Jesús en una versión más cómoda. Queremos el precio correcto de acuerdo a nuestros estándares y no a los del Evangelio. Pocos tienen la franqueza para vivir como los primeros cristianos descritos por el erudito filósofo pagano.

La gran alegría de la fiesta de hoy y cada proclamación del Evangelio es que Dios nunca se cansa de nosotros. En Jesús, somos llamados constantemente a aceptarlo a Él como el camino, la verdad y la vida. Lentamente la vida tiende a enseñarnos que Jesús realmente tiene un mejor plan para aquí y para el futuro. Aprendemos que nuestra vida, como la de Teresa, es la historia de la misericordia de Dios.
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PENTECOSTÉS

JUAN 20: 19-23

Estimados amigos, Jesús acaba de experimentar la expresión más profunda del mal de todos los tiempos en su Pasión y Muerte. Este encuentro con las consecuencias del pecado y la muerte ha aterrorizado a sus discípulos. Ellos se escondieron por temor y confusión. La desesperación ha conquistado hasta la más mínima esperanza. La fe y la confianza se han ido con la llegada dela multitud al huerto.

Ellos ahora se acurrucan juntos en la cruda vulnerabilidad de su humanidad. De repente Jesús está en medio de ellos. Su mensaje no es de venganza. Sorprendentemente, él no los señala con el dedo por su cobarde colapso. Sus discípulos confiables estaban demasiado asombrados para sentir vergüenza. Fue un momento de sorpresa de mil grados.

Su mensaje fue directo, claro y sencillo: “La paz esté con ustedes.” (Juan 20: 19) esta paz no es solo un deseo o esperanza. Es una declaración divina. Esta es la paz que ha ganado la victoria del amor sobre el odio, de la vida sobre la muerte en el auto sacrificio de la muerte en la cruz.

En adición a la paz Él les da el poder del perdón. Estos dos regalos de paz y perdón están en el contexto de su puesta en marcha de los discípulos. “Como el Padre me envió, así los envío yo también. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo «Reciban el Espíritu Santo» (Juan 20: 21-23)

Recibir el Espíritu Santo es un símbolo de una nueva creación. Así como Dios sopló vida en Adán en el Jardín, así también, Jesús sopló nueva vida en los discípulos que los santifica y los lleva a conquistar el mal. Esto fue posible por el amor expresado en los regalos de paz y perdón.

Luego viene una segunda declaración de paz. Jesús confirma el regalo de paz a los discípulos y a nosotros. Con este segundo anuncio de paz y el regalo del Espíritu, el mandato es claro. El Evangelio debe ser proclamado a todo el mundo. Esta es una tarea que ha seguido en gracia y en pecado, en actos heroicos humanos y en lamentable negligencia por más de dos mil años, aún con la elección de un nuevo Papa de Chicago en medio de la cizaña y el trigo, la iglesia sigue creciendo. Aún, al día de hoy, seguimos siendo llamados a compartir la proclamación de la victoria del amor en un mundo quebrantado. i Esto es en verdad una buena noticia!

Después del encuentro con Cristo Resucitado, la historia de los discípulos es muy diferente. El temor da paso al coraje y al compromiso. Una nueva convicción los lleva a confrontar el poder con paciencia y perseverancia. El Evangelio es proclamado a pesar del conflicto y la confusión. Las barreras culturales y la estrechez parroquial autóctona se abre a una comunidad universal que sigue creciendo en apertura hasta el día de hoy.

Justo como en la resurrección de Jesús, los cambiados discípulos son testigos de la victoria del amor sobre el mal y la muerte. Las semillas de la nueva creación empezaron en los transformados corazones de estos débiles y pedestres seguidores de Cristo. Ellos iniciaron una comunidad de fe en continua expansión que ha sobrevivido y prosperado por estos más de dos mil años. Es nuestra responsabilidad continuar con la tarea de ser testigos del amor de Dios en nuestras vidas diarias.

Pablo nos dirige en el hermoso misterio de cómo esta nueva creación fluye de los corazones llenos del Espíritu de los que recibieron el Espíritu Santo. En Gálatas Pablo escribe: “Por eso les digo: caminen según el Espíritu y así no realizarán los deseos de la carne…en cambio el fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo.” (Gálatas 5: 16; 22-23)

Hoy, en esta fiesta de Pentecostés, estamos invitados otra vez a recibir los regalos de paz y perdón. Para eso necesitamos alejarnos del pecado que es un rechazo al amor. Como los primeros discípulos, el Espíritu nos llama a seguir expandiendo los horizontes de nuestro amor. Para la mayoría de nosotros esto demanda perdón con un riesgo envuelto en coraje.

La paz de Cristo viene con un precio. La paciencia y la amabilidad junto con la alegría y la mansedumbre y los otros frutos del Espíritu descritos por Pablo son siempre regalos preciosos. Son posibles solo en un corazón que busca la reconciliación que trae la nueva vida de Cristo en un mundo devastado por el pecado y la muerte. Esta es la llamada para nosotros en este Pentecostés: transformar nuestras vidas por el regalo de la paz de Cristo y su llamado al perdón. Lentamente, debemos entender que para el Espíritu no hay límites con respecto al perdón y la meta de la inclusividad es siempre expansiva y dinámica. Las numerosas descripciones de “aquella gente” en nuestro corazón tienen que darle paso a la nueva definición de “nosotros” en esta lucha por alejarnos de nuestro mundo cómodo, encontraremos el único camino que lleva al preciado regalo de la paz de Cristo.
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FIESTA DE LA ASCENSIÓN

LUCAS 24: 46-53


Estimados amigos, Es difícil contar todas las veces que con el paso de los años ha venido gran número de individuos, particularmente jóvenes, que han venido a mí con la noticia de que el mundo se iba a terminar. Ellos estaban muy seguros porque lo escucharon en la televisión o lo leyeron en el internet. Venían a mí para cubrir sus apuestas y saber qué hacer en caso de que fuera cierto.

De hecho, es cierto. La Biblia lo dice así, es parte de una revelación. El mundo está llegando a su final. El problema es que nosotros no sabemos cuándo. Es muy probable que no vayamos a saber nada sobre ese tan importante “cuando”

La primera lectura de hoy (Hechos de los Apóstoles 1: 11-11) nos dice como manipular esta realidad verdaderamente decisiva sobre nuestras vidas. El mensaje de Jesús está consolando y desafiando. Jesús les dice a los discípulos en la montaña de su Ascensión que no es nuestra preocupación. El tiempo de Dios determinará cuando va a terminar el mundo que conocemos. Nuestra tarea es usar el regalo de la vida y el regalo del momento presente para predicar el Evangelio.

Mientras tanto, Jesús nos ha dado una tarea. Vamos a ser testigos de la Buena Nueva que Jesús ha revelado en su vida, su mensaje y su pasaje final de la muerte a la vida. En Jesús, hemos llegado a conocer a Dios como un salvador amoroso y misericordioso. Nuestra meta como seres humanos es entrar en este misterio de amor. Esta es la Buena Nueva. Se nos ha regalado tiempo y vida para abrazar este regalo y compartirlo. Tenemos el Espíritu para guiarnos hacia esta llamada y aceptar el desafío de Jesús.

Con la partida de Jesús, los primeros discípulos deben haber sentido que tenían una tarea imposible por delante. Más pronto de lo que creían, ellos estaban en luchas de vida o muerte con los líderes del Pueblo Elegido. Luego, tuvieron que enfrentar la realidad de llegar con los Gentiles.

Las señales de los tiempos y el empuje del Espíritu parecían tareas imposibles. Aun así, ellos perseveraron. En su apertura al Espíritu, encontraron un camino, un camino que nunca se imaginaron en aquel monte donde Jesús los dejó llenos de temor y confusión.

Con el Espíritu como su guía y los ojos de su corazón para abrir el camino, fueron libres para proclamar el Evangelio a todos los rincones de la tierra.

En la primera lectura de los Hechos, Jesús responde a la pregunta de los apóstoles sobre el final del mundo con estas palabras: “No les corresponde a ustedes conocer los tiempos y las etapas que solamente el Padre tenía autoridad para decidir. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo cuando venga sobre ustedes y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los extremos de la tierra.”(Hechos 1: 7-8) El ángel pregunta: “Amigos galileos, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? (Hechos 1: 11) en otras palabras, sigan con la tarea de vivir y proclamar el Evangelio. Nosotros compartimos esa tarea.

En el Evangelio de hoy leemos: “Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos l tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después todas las naciones, invitándoles a que se conviertan. Ustedes son testigos de todo esto.” (Lucas 24: 46-48)

El significado de esta bella fiesta de la Ascensión esta capturada aún más en las palabras del prefacio de la misa:

Cristo, el mediador entre Dios y los hombres

Juez del mundo y Señor de todo

Ha pasado más allá de nuestra vista

No para abandonarnos sino para ser nuestra esperanza.

Cristo es el inicio, la cabeza de la iglesia;

A donde Él va, esperamos seguirlo.

La respuesta cristiana para el fin del mundo no es temor ni ansiedad. Es esperanza enraizada en la realidad de que Jesús está con nosotros todo el tiempo. Estamos llamados a ir más allá de la desesperanza y confusión. Es un sencillo compromiso para vivir con fe y confiar en un Dios que tiene un mejor plan. Estamos llamados a compartir la Buena Nueva. Estamos llamados a derribar barreras y a construir puentes. Estamos llamados a usar el regalo del tiempo y la vida para permitir que el mensaje de Jesús de amor y esperanza se encarne en nuestro presente amoroso para nuestros hermanos y hermanas.

Nosotros rezamos en la oración de introducción de la misa de la Ascensión, “que lo sigamos a Él en la nueva creación, ya que su Ascensión es nuestra gloria y nuestra esperanza.”
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