Lucas 17: 11-19
En el lenguaje hebreo en el tiempo de Jesús, no existía una palabra para agradecimiento. Los judíos usaban palabras de alabanza, bendición y glorificación para expresar agradecimiento. Así como Naamán en la primera lectura, el samaritano responde a la sanación con una declaración de fe y alabanza. Esta es nuestra forma más común de oración en la Eucaristía. Cuál es la más grande oración de acción de gracias para el acto de salvación de nuestro salvador crucificado.
Es de mucha ayuda entender el trasfondo. Cualquier persona con alguna enfermedad de la piel era considerada como leprosa. Esto, por supuesto, incluía a los que de verdad padecían lepra que es muy contagiosa y mortal. Sin embargo, también incluía algunas enfermedades menores de la piel. Los leprosos estaban totalmente aislados y no podían acercarse a cincuenta yardas de sus seres queridos. Ellos no tenían participación en la vida social de la comunidad y dependían totalmente de la generosidad de otros para todas sus necesidades.
Las primeras palabras del pasaje de hoy de Lucas son “Así Jesús siguió su viaje a Jerusalén.” (Lucas 17: 11) hemos estado con Jesús por quince semanas en este viaje a Jerusalén y faltan tres más. Ha sido un tiempo de aprendizaje de cómo ser un verdadero discípulo.
Cuando empezó el viaje a Jerusalén los samaritanos le negaron el paso a Jesús por su territorio. Juan y Santiago respondieron sugiriendo que harían caer fuego del cielo. Jesús tenía una mejor idea. Su respuesta no violenta llevó a incluir a dos samaritanos en las historias de salvación: El Buen Samaritano y el samaritano agradecido y lleno de fe de este día, limpiado de lepra y recipiente de salvación. Estos dos individuos encajan en el tema de la inclusión de Lucas que fluye de la dimensión del mensaje de Jesús. Ambos incidentes realzan a los samaritanos, los odiados enemigos de los judíos. De igual manera, ambas historias rompen las barreras de la salvación. Todos están incluidos en las enseñanzas de Jesús y en las prácticas del reino.
Así, cuando Jesús los sanó, fue un gran problema. Luego, la trama se complicó. El samaritano regresó. “Y uno de ellos dándose cuenta de que había sido sanado, regresó glorificando a Dios en voz alta y él cayó a los pies de Jesús y le agradeció.” (Lucas 17: 15-16) es fácil entender la libertad increíble que los otros nueve leprosos sentían. Ellos ahora podían estar con sus seres queridos. Ellos ahora podían participar en la vida de la comunidad. No es difícil entender como ellos podrían estar distraídos y olvidadizos.
Tan importante como es la lección de gratitud, Lucas tiene un mensaje más profundo para nosotros en la persona del samaritano. Él se da cuenta que la sanación va más allá de los componentes físico y social de la recuperación. El agradecido samaritano es un encuentro con un Dios amoroso y salvador. Él pudo ver en Jesús no solamente a aquel que le resuelve su problema físico y material sino a uno que también podía satisfacer el hambre fundamental del corazón humano por la felicidad y la libertad que va más allá de la maravilla de la sanación física aún con todos sus maravillosos beneficios. El samaritano mantuvo sus ojos en Jesús y aceptó la sanación más profunda que él necesitaba. De manera que Jesús pudo decir: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado.” (Lucas 17: 19)