Décimo sexto domingo del tiempo ordinario

SAN MATEO 13: 24-30
Queridos amigos. Yo tenía una introducción para esta parábola de la cizaña y el trigo cuando era un estudiante de segundo año en la escuela. Era el tiempo de audiencias en TV de McCarthy. Los políticos del tiempo eran como infiltración de comunistas en nuestro gobierno y sociedad. Yo estaba muy interesado en esto.

Al principio, era muy confuso porque había dos temas que eran muy claros en mi mundo. Los comunistas eran tan malos como se pueda imaginar y los católicos eran buenos. Conforme evolucionaba el drama en la TV, yo tenía que cambiar lentamente. Aun cuando el Senador McCarthy estaba en contra de los comunistas y él era un católico, empecé a darme cuenta que él estaba equivocado. Eventualmente, él fue sensurado por el Senado, solamente fue una de tres de dichas condenas en la historia de nuestro país.

Este fue el inicio del viaje de toda una vida donde el claro blanco y negro de mi mundo no iba a darle paso a la aceptación del gris de un mundo complejo.

La parábola de hoy de la cizaña y el trigo, como todas las parábolas, nos habla de la venida del Reino de Dios, el mensaje principal de Jesús. Conforme entramos en la parábola empezamos a ver como es que experimentamos la presencia y acción de Dios en nuestra vida diaria. Es claro que Dios está a cargo de la cosecha. Nosotros tendemos a hacernos cargo del trabajo. La mayoría de nosotros tiene al menos un grado académico en determinar quienes son las buenas personas y quienes las malas. Jesús más bien permitiría que el Padre tome esa tarea. Es por eso que “poner la otra mejilla” está más a tono con el mensaje de Jesús que un puño cerrado.

Entre otras cosas, esta parábola nos está llamando a una visión que siempre está en expansión de inclusión y aceptación de los demás. Nuestro corazón es un campo con abundancia de cizaña que nos inclina a dividir y separar y aislar. La parábola de la cizaña y el trigo nos abre al misterio de la justicia y misericordia de Dios.

Si solamente tomo el tema de la raza, la inclinación sexual y el respeto por las mujeres puedo ver toda una vida de ceguera, ignorancia, abierta hostilidad y prejuicio profundo bajando y fluyendo hacia una evolución muy dolorosa de cambio. La venida del Reino me ha desafiado lentamente para crecer en tolerancia, confianza y paciencia. El autoconocimiento solamente viene con esta apertura a la llamada de Dios para el cambio. El autoconocimiento siempre revelará un corazón floreciente con una cosecha plena de la cizaña y el trigo. La lucha continuará hasta el fin.

Santa Teresa de Ávila tenía un entendimiento lleno de dones y gracia de ella misma. Aun cuando ella eventualmente sería reconocida como Dra. de la iglesia y una famosa santa Carmelita, ella claramente vio sus cizañas. Ella sabía que era un regalo de Dios. De manera que ella lo decía con frecuencia, que la historia de su vida era ultimadamente la historia de la misericordia de Dios. Ella verdaderamente tenía tolerancia hacia los demás, confianza en Dios y paciencia con ella misma. Ella comprendió, así como nosotros necesitamos entender hoy, que el Reino de Dios viene pronto y con el viene el amor y la misericordia y la justicia que vemos revelada en Jesús que nos llama a ser una cosecha fructífera.


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