El celo de tu casa me devora

Tercer domingo de Cuaresma

Juan 2: 13-25

Estimados amigos, La acción de Jesús de la limpieza del Templo fue un evento profundo. Tenía un significado más profundo que simplemente hacer largar a los mercaderes codiciosos de animales y monedas. Él estaba haciendo una declaración radical. El templo, como un lugar de adoración, estaba ahora nulo y sin efecto. Jesús iba a ser el nuevo lugar de verdadera adoración en el Espíritu. Este fue el primero de muchos cambios que Jesús cumpliría en su presencia salvadora. Este anuncio de una nueva realidad sigue un patrón en el Evangelio de Juan. El enfoque diferente de Juan resalta a Jesús reacomodando muchas de las prácticas e instituciones profundamente enraizadas del Antiguo Testamento con su nueva presencia y poder. La historia de hoy del Templo nos dice que el sacrificio de animales sería reemplazado por el último y final sacrificio de Jesús en la cruz.

En respuesta a las demandas de los líderes para justificar sus acciones, Jesús dice: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar.” (Juan 2: 19) Las autoridades judías lo tomaron literalmente y lo rechazaron de inmediato. Solamente después de la resurrección los discípulos empezaron a entender la verdadera y completa aclamación de Jesús. Sin embargo, somos los beneficiarios de la historia completa. Necesitamos ver el significado más profundo que Jesús intenta: la realidad abrumadora de su muerte salvadora y su resurrección. Es por medio de unirnos todos nosotros en fe en el Cristo que estamos verdaderamente en casa en la Casa de Nuestro Padre, el verdadero templo que no tiene nada que ver con ladrillos y morteros. Aquí encontramos el camino a la verdadera adoración que lleva a la vida eterna.

El Evangelio de Juan casi siempre tiene niveles múltiples que desafían al lector para que siempre busque más profundo en el mensaje. Uno de los problemas más profundos que está escondido más profundo en la historia de hoy es el de Jesús en el templo es el dinamismo entre lo sagrado y lo profano. Juan está desafiando a la práctica demasiado común que aísla la experiencia de Dios solamente en el contexto de lo sagrado. Jesús está confrontando esa distorsión en el Evangelio de hoy y en todo el Evangelio de Juan.

El mensaje de la Encarnación, “El Verbo se hizo carne.” (Juan 1: 14), señala hacia la presencia de Dios en los eventos diarios de la vida. En Jesús, Dios está revelando su deseo de habitar en medio de toda la gente. Justo antes del texto de hoy tenemos un ejemplo perfecto de Dios en el fluir ordinario de la vida en las bodas en Caná.

Una forma de entender mejor la relación de lo sagrado y lo profano es entender el verdadero propósito de la liturgia y la oración. La liturgia y la oración están destinadas a iluminar el resto de la vida que parece ser removida de lo sagrado. Estas actividades espirituales, como encuentros con lo sagrado están destinadas a develar la presencia de Dios en el fluir de la vida diaria. El principio sacramental de nuestra fe usa rituales de lo ordinario para entrar más profundamente en el misterio de la vida. Nos alejamos de la rutina diaria solamente al entrar más profundamente en ella con la ayuda de la gracia y la percepción de la liturgia y la oración. La presencia de Dios es la misma para la misa del domingo por la mañana que en la comida familiar un domingo por la tarde. La única diferencia es nuestra comprensión de esa presencia. La vida está donde tenemos la más importante y consistente experiencia de Dios. La vida es la gracia más grande.

La historia de hoy de la limpieza del templo es otro paso en nuestra preparación para la meta de Cuaresma: celebrar el gran acto de amor en el Triduo, la muerte y resurrección de Jesús. El llamado del Miércoles de Ceniza para “Arrepentirse y Creer en el Evangelio.” (Marcos 1: 15) necesita volverse más apremiante cada día de nuestro viaje común de Cuaresma. La limpieza del templo todavía no ha sido completada. Jesús siempre está llamándonos a hacer nuestras prácticas de adoración más sinceras, más auténticas y más devotas.
Compartir: