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APRENDIENDO COMO ORAR


UN LLAMADO A LA ORACIÓN PERSONAL PROFUNDA

Esta es la primera de una serie de reflexiones de aprendiendo a orar en el contexto de la Espiritualidad Carmelita

I

LA VISIÓN FUNDAMENTAL DE TERESA


Yo he leído el clásico de Teresa El Castillo Interior, muchas veces. He puesto un poco más de atención a la tercera, cuarta y quinta moradas. Ellas parecen más relevantes para enseñarle a la gente como orar con el enfoque práctico y pastoral que ha sido el contexto de la mayoría de mi vida.

La primera morada siempre ha sido como un rompecabezas para mí. En retrospectiva, esta sección no conectaba con mi expectativa de cómo empezar a orar. En mi lectura más reciente, se encendió la luz. Puedo ver que me perdí el mensaje casi completamente.

Permitan que trate de explicar esto. Recientemente escribí un libro sobre Espiritualidad Carmelita, “Continuando la Peregrinación hacia Dios.” Yo usé dos preguntas básicas para ayudar a penetrar el claro propósito del viaje espiritual: ¿A dónde vamos? Y ¿Cómo llegamos ahí?

En mi última lectura de la primera morada, vi que hay una pregunta más fundamental que Teresa dirige muy astutamente, esa pregunta es: ¿Quién soy yo?

En el clásico de Teresa, el símbolo del castillo está realmente dirigiendo a la persona. Ella dice que todas las moradas pasos para llegar al centro donde reside el Rey. De hecho, ella está diciendo que nuestro viaje espiritual es hacia nuestro centro más profundo donde Dios reside en lo más profundo de nuestro corazón. Para Teresa, cualquier respuesta para “¿Quién soy yo?” tendrá que lidiar con esta realidad básica. Como seres humanos, estamos divinamente enraizados y divinamente destinados. Estamos hechos para ser uno con Dios. Esta es la base de nuestra dignidad y de nuestro llamado.

Teresa está diciendo que toda realidad humana está envuelta en un destino común, la unión con Dios. Ya sea que se trate del Papa o de un campesino, un musulmán o un evangélico, un doctor o un paciente, toda la humanidad comparte un propósito común y una meta, ser uno con Dios. Si entendemos este llamado universal, puede enfocar toda la vida y la muerte con una claridad singular. Esto es hacia dónde vamos y como llegar ahí tiene mucho más sentido. Esta visión singular es fundamental para el autoconocimiento que Teresa realza en la primera morada.

La base de esta conciencia más profunda de “¿Quién soy yo?” es una conciencia creciente de nuestro viaje hacia Dios en el centro. Todas las demás son distracciones y distorsiones de nuestro esfuerzo por buscar nuestra verdadera vocación. Buscar ser uno con Dios abre un camino de luz y verdad. Cualquier otro sendero nos mal dirige hacia la oscuridad y a la temida esclavitud. Estamos hechos a imagen de Dios y, como templos del Espíritu Santo, nuestro propósito es vivir de manera que aclare y anime esta extraordinaria meta: ser uno con Dios. Esta es la respuesta a la pregunta más fundamental de “¿Quién soy yo?”

El Castillo Interior es una descripción de la clara y bella llamada de cada ser humano. En contraste, todo sobre el mundo y el atractivo de la carne y el poder del ego nos está alejando de Dios. Aquí el mensaje es que somos el centro. En este engaño, la meta de la vida es ser visto como el realce de nuestra importancia y con el llamado a la indulgencia y asegurar nuestro control. La gente está gastando billones de dólares para definirnos como consumidores con necesidades sin fin. En este esquema, la verdadera felicidad y la seguridad serán complementadas en proporción de la grandiosidad de nuestras posesiones e indulgencias. Como dice la calcomanía pegada en el carro: “El que tenga más juguetes al final es el que gana.”

Este proceso de nuestra mejoría con privilegio, prestigio, poder y posesiones crea un falso ser. Encontramos aparentes caminos sin salida donde la verdadera felicidad se vuelve siempre más elusiva. Por otro lado, cuando el falso ser está en dominio, el poder incesante de nuestra mortalidad tiene la última palabra creando siempre nuevos niveles de frustración.

La visión de Teresa en la primera morada se centra en el desafío y la importancia del autoconocimiento. El verdadero autoconocimiento lentamente nos llevará a entender que fuimos hechos para ser uno con Dios. De igual manera, aprenderemos que Dios es el amante divino, un regalo que va más allá de nuestros sueños. Este mensaje maravilloso se entiende solo lentamente y dolorosamente porque el pasaje al autoconocimiento es posible solamente cuando tiramos el equipaje que no se usa de una sociedad consumista y la agenda engañosa del ego. Teresa nos dice esto sobre el potencial de la liberación del autoconocimiento: “Oh, pero si está en el espacio del autoconocimiento, ¡Cuán necesario es este espacio! – ustedes me entienden – aún para aquellos que el Señor ha traído a la mera morada donde el reside. Porque nunca, por exaltada que fuera el alma, hay algo más apropiado para ello… para la humildad, como la abeja haciendo miel en el panal, siempre está trabajando. Sin ello todo está mal. (Castillo Interior 1.8)

Teresa sigue diciendo que la avenida más clara y directa para aprender la verdad sobre nosotros mismos es ponderar la grandeza y belleza de Dios. En contraste podemos ver nuestra pequeñez y la magnitud de nuestro quebrantamiento. La realidad de ser una criatura en la presencia de un creador que no conoce límites en el amor por nosotros nos ayuda a aceptar nuestra pecaminosidad y la misericordia ilimitada de Dios.

Este sendero del autoconocimiento lentamente toma el énfasis de nosotros y empieza el proceso de reconocer a Dios en el centro. Este es el trabajo de toda una vida pero el paso más importante está en la primera morada.

En esta transición del falso ser hacia el verdadero ser, enraizado siempre en el autoconocimiento, empezamos a aceptar la llamada para vernos a nosotros mismos sumergidos en la misericordia de Dios y en su amor. El Dios de los evangelios es descrito verdaderamente como el Sabueso del Cielo, un Dios buscándonos siempre en misericordia y amor.

Teresa nos dirige en esta pregunta verdaderamente dadora de vida, ¿Quién soy yo? La chispa inicial de la fuga que trasciende el corazón de uno. Puede ser un buen libro o película, el testigo de una persona autentica pero que más bien es una crisis personal o una pérdida. Ahora nos damos cuenta que de alguna manera no hay más que la vida. Tan sencilla como esta observación puede parecer, encierra el poder de empezar la destrucción del egoísmo y del encerrado mundo que intenta excluir a Dios. La guerra ha empezado.

En esta crítica coyuntura, descubrimos el verdadero contexto de la oración. La oración es la clave para movernos más allá del entendimiento de todo lo que se nos dirige tan fuertemente lejos de Dios. El sendero de la libertad y la vida verdadera es guiado por el autoconocimiento y la oración. Dios está llamándonos al centro de nuestro corazón, nuestra verdad más profunda, donde el amor verdadero ha sido siempre nuestro verdadero destino.
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LA PARTE NO NEGOCIABLE EN LA CRISIS: EL COMPROMISO PERSONAL


Nos encontramos en las profundidades de una crisis medioambiental que es comprendida por muy pocos de nosotros. Sin embargo, necesitamos actuar ahora. Necesitamos involucrarnos personalmente, no como víctimas pasivas, tampoco como contribuyentes no pensantes con la venida de la catástrofe.

La respuesta más obvia es la desesperanza. ¿Qué puede hacer una persona a la luz de la magnitud del problema? La esperanza en un Dios amoroso demanda que hagamos todo lo que podamos y confiemos en Dios para que haga el resto. Nunca estamos solos en la lucha por la vida y la justicia y la libertad.

Solamente la transformación de la conciencia nos librará de nuestra ignorancia. Desafiará los mitos de la propaganda industrial. Saldrán a la superficie los valores del Evangelio para concursar con la aparente llamada sin fin de la autocomplacencia y del ensimismamiento. Levantará preguntas sobre el uso razonable de la energía y atacará el enorme desperdicio que es la base del estilo de vida indulgente que se nos propone como la puerta hacia la felicidad. Necesitamos ver el mundo de manera diferente. No hay un prisma más grande para la verdad real, la belleza y la justicia que el Evangelio de Jesucristo. Si aceptamos la llamada para amar a Dios y a nuestro prójimo, eso seguramente incluirá salvar nuestro mundo de su destrucción continua. Significará examinar nuestro estilo de vida. Significará sacrificarse como Jesús nos dice con tanta frecuencia: toma tu cruz y sígueme, pierde tu vida, sirve a tus hermanos y hermanas, vende tus bienes y dáselo a los pobres, etc.

Ahora estamos atrapados en una visión del mundo creada por motivos de ingresos económicos. El potencial por más ingresos es mejorado por nuestra indiscutible ignorancia. Nuestro mundo dirigido por el consumismo define nuestras necesidades y es incesante creando nuestros deseos. Nos dice lo que necesitamos para ser felices. Pero en realidad nos dirige a la ansiedad y a la infelicidad ya que vivimos con temor de que no tenemos el último modelo…de lo que sea. Incluso implica la inmortalidad al sugerir la posibilidad de eterna juventud al comprar la comida correcta, la bebida correcta, los programas correctos de bienestar de mente y cuerpo, los últimos diseños de la moda, las medicinas apropiadas y los planes de viajes.

Así que, ¿qué podemos hacer para superar un sentido de desesperanza cuando nos volvemos conscientes de cuán profundamente estamos personalmente atrapados en la crisis medioambiental? Lo primero y más importante, permitir que los valores del Evangelio nos ayuden a ver que estamos llamados a la sencillez en nuestro diario vivir. Nutridos por una conciencia siempre creciente de la presencia de un Dios de gracia en toda la creación, deberíamos cultivar una mentalidad de la belleza y maravilla de este regalo y del horror de la devastación que apoya nuestro estilo de vida. También necesitamos abrir nuestros corazones a los pobres que están en medio de nosotros. Ellos son victimizados con más frecuencia por nuestra negligencia continua del medioambiente. El Papa Francisco tiene esto para ofrecernos: “La felicidad significa aprender cómo limitar algunas necesidades que solo nos disminuye y estar abiertos a muchas y diferentes posibilidades que la vida puede ofrecer.” (Laudato Sí # 223)

Nuestro reconocimiento creciente de la profundidad del pecado y la injusticia en esta área nos animará a actuar, a empezar los cambios en el largo camino a la libertad y la justicia ecológica.

En el 2000, en una reunión en La Haya, fue desarrollada y proclamada La Carta de la Tierra. Fue un paso significativo en la extensa búsqueda para estimular la acción de la humanidad para evitar el desastre que se acercaba. La carta de la tierra dirigió el problema del cambio personal y el compromiso. “Como nunca antes en la historia, el destino común nos llama a buscar un nuevo comienzo…permitamos que el nuestro sea un tiempo recordado por el despertar de una nueva reverencia por la vida, la firme resolución para alcanzar la sostenibilidad, la aceleración de la lucha por la justicia y la paz, y la alegría de la celebración de la vida.”

Una visión tan bella necesita volverse realidad por las pequeñas cosas a nuestra disposición. Podemos hacer que viajar en el bus sea una opción igual con usar nuestro carro. Podemos elegir usar un suéter en lugar de más calefacción, preparar menos comida que programar una dieta. Podemos volvernos conscientes que cada compra es una decisión moral para o contra la verdadera preocupación por el medioambiente. Crear una conciencia apasionada por reciclar, especialmente el plástico y el papel, darnos cuenta de las implicaciones del consumo de energía en la calefacción, la luz y el consumo eléctrico de cada cosa, y nutrir y plantar árboles y plantas pueden volverse las normas de nuestro nuevo estilo de vida. Estos cambios son el inicio. El involucramiento personal más profundo abrirá más opciones. En un ensayo llamado “Piensa Pequeño” Wendell Berry resumió el estilo de vida problema con estas palabras: “Si está temeroso de la destrucción del medioambiente, aprenda a dejar de ser un parásito medioambiental.”

Este compromiso más intenso será sustentado solamente por una espiritualidad que es apoyada por el crecimiento de las virtudes. El Papa Francisco dice en Laudato Sí : “Vivir nuestra vocación para ser protectores de la obra de Dios es esencial para la vida de la virtud; no es un aspecto opcional o secundario de nuestra experiencia cristiana.” (# 217)

La transformación personal evolucionará de la llamada de Dios para apreciar el regalo de la creación junto con el amor por nuestros hermanos y hermanas. Revelará nuevos horizontes de acción. Mientras la respuesta empiece con el individuo, debe llevar a una acción común con los demás. Los problemas sociales demandan una respuesta por parte de la comunidad. Debe haber redes de grupos para trabajar. El cambio más duradero previsto en la conversión ecológica llevará a la conversión de la comunidad y a la acción de la comunidad.

Sin embargo, la verdadera conversión de la comunidad siempre encontrará su fortaleza y su propósito en el realce y compromiso de los individuos que hacen la comunidad.
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UNA ESPIRITUALIDAD PARA LA CRISIS MEDIOAMBIENTAL


“la santidad está en todas partes en la creación, es tan común como las gotas de lluvia y las hojas o la grama, pero no suena como periódico.” Wendell Berry

A lo largo de la historia cristiana, han evolucionado varias espiritualidades. Muchas han estado enraizadas en tradiciones religiosas específicas tales como los Benedictinos, Franciscanos, Carmelitas, Jesuitas. Otras espiritualidades han surgido para encontrar necesidades históricas específicas tales como el programa de los doce pasos de los Alcohólicos Anónimos en nuestros días.

Todas las espiritualidades apuntan a facilitar nuestra experiencia de Dios. Ellas enfatizan la oración, las prácticas espirituales, el desarrollo de las virtudes, transformación de conciencia y conversión a niveles siempre en aumento de crecimiento espiritual.

En todas las espiritualidades, el compromiso básico empieza con la búsqueda de Dios del corazón. Podemos llamarlo felicidad o el anhelo del significado. Como quiera que lo llamemos, es más de lo que tenemos ahora. Hay un vacío que queremos llenar. Esta búsqueda eventualmente lleva a la oración.

La oración nos trae una mejor comprensión de la palabra de Dios y un deseo de abrazar la voluntad de Dios. Esto lleva a la iluminación inicial. Hay un cambio de valores pero también una reacción negativa que resiste a las enormes demandas de sacrificio personal. Esta lucha lleva a una nueva dimensión: el autoconocimiento. Empezamos a ver un quebrantamiento dentro de nosotros y en toda la realidad. En una parábola, Jesús lo llamó la cizaña y el trigo.

La fidelidad continua, en lugar de la lucha, trae más claridad a la búsqueda de Dios. De igual manera, el cambio personal lleva a una mayor autenticidad y purificación. Ultimadamente, este proceso espiritual hace clara la meta de Dios. Estamos llamados al amor y a la libertad.

La implementación de esta visión espiritual tiene consecuencias en nuestras vidas. Empezamos a comprar en el mundo al revés del Evangelio donde los primeros son los últimos: para volverse el sirviente, para perdonar a nuestros enemigos, para tomar la cruz y mucho más en el camino a Jerusalén.

Uno de los regalos de la Espiritualidad Carmelita es explicar cómo el viaje espiritual es una purificación personal y una transformación que nos lleva lo más profundo posible en la experiencia de Dios en esta vida. El individuo, siempre con la gracia de Dios, alcanza una armonía única de lo sensual y lo espiritual. La persona no solamente se ve en Dios como verse en un espejo, ellos también ven todas las cosas en Dios (Castillo Interior 7.2.8) Esta experiencia de ver a Dios en todas las cosas es un detalle esencial de cualquier espiritualidad ecológica evolutiva.

Con el paso de los siglos, la excelencia de la espiritualidad Carmelita, junto con la mayoría de las espiritualidades, se han distorsionado. Hubo un énfasis excesivo y casi exclusivo sobre el componente personal. Hubo un retiro del mundo. Las luchas terrenales de la vida ordinaria y especialmente la vida política fueron trivializadas. Esto incluía ignorar los problemas medioambientales.

El Concilio Vaticano II ofreció un desafío muy singular a esta deformidad privatizada de la vida espiritual. En el documento “Emergiendo en el mundo en el que el hombre y la mujer son principalmente definidos por su responsabilidad hacia sus hermanos y hermanas y hacia la historia.”

La iglesia del post Vaticano II tomó el desafío de integrar lo personal y lo social en nuestras espiritualidades.

Hoy, cualquier espiritualidad madura tratará el cuerpo y toda la naturaleza con dignidad. Esto ha llevado a una nueva apreciación de los elementos históricos de encarnación y espiritualidad. La actitud más holística ha estado creciendo en significado en la mayoría de espiritualidades en los cincuenta años pasados. La dimensión social del evangelio, la llamada para la justicia y la paz, la nueva preocupación por los pobres y marginados, ha tenido un prominente crecimiento junto con la dimensión personal al guiar nuestra búsqueda de Dios.

Ahora, Laudato Sí está animando hacia una dimensión ecológica para nuestra espiritualidad. Estamos invitados a ver a Dios reflejado en cada criatura. Dios ha puesto adelante un plan en el mundo natural que Jesús celebró en los Evangelios. El Papa Francisco nos exhorta:

Cuando uno lee en el Evangelio que Jesús habla de los pájaros, y dice que «ninguno de ellos está olvidado ante Dios» (Lucas 12,6), ¿será capaz de maltratarlos o de hacerles daño? Invito a todos los cristianos a explicitar esta dimensión de su conversión, permitiendo que la fuerza y la luz de la gracia recibida se explayen también en su relación con las demás criaturas y con el mundo que los rodea, y provoque esa sublime fraternidad con todo lo creado que tan luminosamente vivió san Francisco de Asís. # 221

Francisco el Papa y Francisco el santo están llamándonos a salir del enfoque egoísta que tenemos de la creación. En el común modelo de hoy en día, el mundo natural es visto solamente como un recurso para la conveniencia de la humanidad, para su comodidad y con mucha frecuencia, la búsqueda demandante del beneficio económico. Esta visión de la creación está totalmente fuera de relación con cualquier experiencia espiritual en la exploración de Dios. Las criaturas sencillamente se vuelven objetos desconectados de una presencia divina muy distante.

Alejarse de esta actitud estática hacia la creación es el primer paso hacia una auténtica espiritualidad ecológica. Esta transformación de conciencia es un ingrediente fundamental de cualquier solución a largo plazo de la crisis medioambiental. Debemos cultivar un sentido de misterio y belleza sobre la creación en apertura a la presencia de Dios en todo, incluso la menor partícula de polvo.

Esta nueva conciencia nos ayudará a reconocer nuestro origen común, nuestra mutua pertenencia ahora y en el futuro para ser compartida con todos y con todo. Necesitamos ver que la creación no es una declaración divina final en un pasado lejano. Está, de hecho, en marcha y es una realidad dinámica en la cual todos los seres participan en el Ser de Dios. En la creación, experimentamos la presencia de Dios en cada criatura. La creación nos ofrece un sendero para entrar en el Ser escondido de Dios.

El siguiente paso en este nuevo desarrollo de espiritualidad es un nuevo estilo de vida. Esto sucederá solamente por medio de una expansión del autoconocimiento que expone nuestra esclavitud a la economía consumista que nos envuelve.
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DE UN CORAZÓN DE PIEDRA A UNO DE CARNE


I
Conforme empezamos a buscar un sendero espiritual que nos saque del dilema ecológico, hay dos puntos que necesitamos realzar. Estas ideas deben estar al inicio de nuestra búsqueda, en medio y al final. Es difícil exagerar la importancia que tienen.

Lo primero es que no estamos solos en la lucha. Dios está con nosotros sin importar qué tan abrumador pueda parecer el desafío. De hecho, nuestra pobreza y aparente impotencia son extremadamente de gran ayuda para revelar nuestra dependencia de Dios.

Es por eso, que necesitamos darnos cuenta que nuestros pequeños esfuerzos personales son importantes. Ellos benefician a la sociedad en una forma que con frecuencia está escondida de nosotros. De igual manera, ellos levanta nuestra auto estima, nos animan a permanecer en la batalla.

Lo segundo, la mayoría de nosotros necesitamos cambiar nuestro entendimiento sobre la creación. La visión más común es que Dios creó el mundo y todo lo que es bueno en él.

Voy a presentar otra manera de experimentar la creación en este texto. En esta vista, la creación no es estática sino dinámica. La creación está llena con la presencia de Dios. En Laudato Sí, (# 8 & 9) El Patriarca Ecuménico Bartolomé, habla elocuentemente sobre esta presencia dinámica de Dios en la creación. Él declara que la violación del medioambiente natural es una afrenta directa a Dios. La tala de bosques y contaminación de los ríos, lagos y océanos son actos no neutrales sino violaciones directas de la presencia de Dios y el plan para la creación. Bartolomé suplica por la participación responsable con la naturaleza, no la negación violenta de la responsabilidad. Este pecado contra el mundo natural es un pecado contra nosotros mismos y contra Dios.

II

La creación como la presencia de Dios:

Una historia de conversión


Todas las experiencias de conversión empiezan con una ceguera predominante. Entonces hay un desafío que el individuo rechaza. Este primer encuentro lleva a una serie de visiones graduales que cortan dentro de los profundos problemas de visión. Este es el inicio de una transformación de conciencia que eventualmente erradica el error de nuestros caminos. Esto usualmente es un proceso que lleva un largo periodo de tiempo.

En mi caso, yo estaba totalmente inconsciente que estaba operando desde la vista estática de la creación que niega la presencia dinámica de Dios en unión con la humanidad y el mundo material. Yo estaba operando con una mentalidad que se centraba casi exclusivamente en la importancia de la aventura humana.

Mi crisis fue la construcción de la Biblioteca Presidencial Obama en mi vecindario. Su progreso se había retrasado por los protestantes tratando de proteger una porción del parque y varios problemas medioambientales. Yo estaba cien por ciento contra esta visión. Quería avanzar tan rápido como fuera posible.

En realidad, el impacto del proyecto en nuestro medioambiente local tenía muchísimo por lo cual preocuparse. Sin embargo, mi ceguera hacia la creación – reconocida como la presencia dinámica de Dios – me había bloqueado de ver cualquier complejidad. Esta misma mentalidad inflexible y egoísta ha sido la historia detrás de la siempre creciente destrucción de nuestro mundo natural. Yo había sido un ciego, un partidario impensado del caos creado por los humanos que ha causado el embate del día del juicio final de nuestra crisis medioambiental.

La falsa mentalidad opera como si todas las cosas existieran solamente para el beneficio de la humanidad. Nada es más importante para el “progreso” que los deseos humanos, las ambiciones, y los planes. Esta actitud quita a Dios del centro y pone las aspiraciones de algunos hombres y mujeres como el beneficiario particular de la creación de Dios. Tarde o temprano, esta actitud nos lleva a apoyar un saqueo despiadado del regalo divino y lleno de gracia que es la creación.

Mi conversión de la presencia estática a la presencia dinámica de Dios en la creación empezó con Laudato Sí. Esta apertura me liberó para leer a dos autores proféticos, Sir Connie FitzGerald y Wendell Berry. Con las etapas iniciales de un corazón abierto, su material fue aterrador y estimulante.

Su mensaje fue espectacular en su sencillez. Somos uno con toda la creación y con los demás en Dios. Todas las criaturas hablan elocuentemente de la gloria divina si traemos un corazón abierto y fiel para el encuentro.

Este entendimiento inicial de unidad con la naturaleza y con los demás me acompañó en un nuevo horizonte increíble. Lentamente, estoy empezando a ver mi conexión con toda la naturaleza, con la belleza de los cielos, la maravilla de las estaciones, lo hermoso de un árbol y la increíble expansión del mundo animal. Las flores y las fincas, las puestas de sol y las tormentas de nieve, todo está presente para mí en una forma nueva. Todas ellas son un espejo y una invitación a entrar en la presencia de Dios. Este es un nuevo mundo para un fan empedernido de Los Medias Blancas.

La creación ya no es más el antiguo acto de un asombroso pero distante Dios. Ahora estoy empezando a entender y a abrazar la unidad con Dios en todas sus criaturas, humanos y de otro tipo. Ahora veo que la creación es la presencia de Dios para todas las criaturas. Mi crecimiento espiritual es solo el inicio. Sin embargo, es mucho mejor que mi ciega ignorancia de la devastación del regalo de Dios de la creación.

Este es el inicio de un viaje. Ezequiel lo describe bien. “Los rociaré con un agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus inmundos ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne.” (Ezequiel 36: 25-26)

Este viaje para aceptar la maravilla de la unidad y el dinamismo de la presencia de Dios en todas las personas y en todo el mundo natural, nos ofrece un pasaje para salir del dilema de la crisis medioambiental. Necesitamos empezar por poner a Dios en el centro. Para lo cual necesitamos una espiritualidad.
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LA NECESIDAD DE LA ESPIRITUALIDAD


Recientemente, leí un artículo que realmente llamó mi atención. Era una visión que verdaderamente está en el centro de la siempre creciente crisis medioambiental, un dilema que pone en peligro el futuro de la raza humana. Parece una declaración sencilla de cara a la crisis: La humanidad no solo está desatendida de la naturaleza, está sobre la naturaleza.

Esta aseveración es una violación al plan de Dios. Dios mira toda la creación y a la humanidad como una sola realidad, manifestando y celebrando la presencia de Dios en toda realidad, ambas la humanidad y la creación. Necesita haber armonía no dominación entre la aventura humana y la naturaleza. La declaración en cuestión sugiere una separación que mira a la naturaleza como un recurso primario para generar ganancias y bienestar económico.

De hecho, la separación es la base de nuestra economía moderna. El patrón creciente del clima cambia y su fuerza destructiva fluye de esta enorme distorsión del plan de Dios para la armonía y unidad. Uno de los incontables ejemplos es la tala de los bosques en el Amazonas. Esto genera ingresos para unos pocos pero afecta el aire de cada persona en el mundo. Esta separación genera los patrones de producción y de consumo que están apuntalando la base de la forma en que vivimos y la forma en que estamos destruyendo el regalo de Dios de la creación.

Colocar a la humanidad sobre la naturaleza, fomenta un sentido de dominio sobre todos los elementos de la creación. En este acercamiento a la creación de Dios, todo de la naturaleza tiene un propósito: ser usado para crear una comodidad y una vida rentable para los beneficiarios de la economía humana.

Esta mentalidad impulsa una perspectiva que ha hecho de nuestro aire una amenaza para toda la vida humana conforme sigue la destrucción de la tierra y mares junto con la constante eliminación de las especies animales. La tala de bosques y la purga de humedales y hacer de nuestras fuentes de agua un enorme depósito de basura, junto con el principal culpable, contaminación del aire, todo junto está destruyendo nuestro medio ambiente.

Hemos tomado conciencia lentamente del peligro. Este es el elemento principal de la crisis. No depende de nuestra conciencia sino de nuestra realidad. No importa si la propaganda nos anima a negar el problema. La única cosa que importa es lo que hacemos. Finalmente, después de un largo periodo de negación, estamos haciendo algunos cambios. Estos cambios siempre parecen involucrar un mínimo de sacrificio personal. Si tenemos paneles solares en nuestro techo o parques eólicos en el campo, todo es para bien. Es una situación de ganar-ganar. Atacamos el problema, pero no hay costo personal. Esto es lo mismo con el creciente mercado de autos eléctricos. La mayoría de cambios en nuestro sistema de producción ha sido a un costo nada despreciable para los individuos. Hemos hecho esfuerzos por reducir el consumo de energía en los electrodomésticos y otros aparatos de uso diario. Estos patrones seguirán creciendo en tanto que la etiqueta del precio sea insignificante para los individuos.

Si el patrón presente continua, las consecuencias de las inevitables conclusiones del fin del mundo estarán en nuestra entrada, cuando no que en la mera puerta, antes de que enfrentemos la realidad de que tenemos que cambiar. Nuestro estilo de vida de consumo excesivo y su desperdicio consecuente es una fuerza dominante de la crisis medioambiental. El Papa Francisco en su encíclica sobre esta crisis, Laudato Si, ha unido su voz a todo un coro de portavoces de la sabiduría alrededor del mundo. El mensaje es claro. El cambiador de juego es modificar nuestro estilo de vida para ser más responsables y respetuosos del regalo de Dios que es la creación.

En este momento, la comodidad y la conveniencia son la moneda de dominio. Parece probable que las consecuencias destructivas de la crisis prevalecerán hasta que el sacrificio personal se vuelva la norma. No vamos a legislar nuestra salida de la crisis. Ni tampoco la tecnología tiene una salida mágica para nosotros. Tendremos que vivir dentro de una unión compatible con el plan de Dios por la creación de Dios.

Encontré de mucha ayuda contrastar el peligro presente universal con las circunstancias de la segunda guerra mundial cuando era pequeño. Yo tenía seis años cuando el ataque a Pearl Harbor desencadenó nuestra participación nacional. Casi inmediatamente, hubo un llamado al sacrificio personal de parte de todos. Hubo una llamada a las filas para los jóvenes para ir al servicio. Hubo racionamiento de alimentos y de gas junto con un corte general de todo lo demás, especialmente la vestimenta. La gente era animada a iniciar “huertos de la victoria” para suplir alimentos.

Yo recuerdo un esfuerzo, en particular. Cada dos o tres meses, había una reunión de vecindarios. Después discursos patrióticos y música, la mayoría de participantes, niños y adultos, salían del vecindario, de puerta en puerta incluso, para recolectar cualquier forma de chatarra, hierro y hule o plástico para apoyar los esfuerzos de la guerra.

Señalo esta experiencia de la segunda guerra mundial para contrastarlo con la situación actual. Hoy, es suicidio político sugerir cualquier sacrificio personal. Aunque, estamos en una situación mucho más peligrosa. La mera existencia de la vida humana está en peligro. El virus de Covid-19 con su controversia de máscara y vacunas como distracción, es verdaderamente un problema menor si vamos a estar abiertos y honestos sobre la profundidad de la crisis medioambiental. Aunque, la mayoría permanece rígida en oposición al sacrificio personal y al cambio.

Esta es la razón por la que Laudato Si es tan enfático en pedirnos reconocer que en su raíz, la crisis es un problema espiritual. Necesitamos una espiritualidad que nos ayude a liberarnos de la esclavitud del devastador estilo de vida de consumismo. Esto llevará a una apertura más inteligente y comprometida para enfrentar la realidad amenazante frente a nosotros.

El problema es el pecado. Es pecado fallar en reconocer el dominio de Dios. Es el pecado de la blasfemia que trata a la creación de Dios como si solo fuera una herramienta para satisfacer la codicia humana. Es el pecado el que genera el irrespeto más fundamental y negligencia de la vida humana. Todas estas son negaciones directas del plan de Dios para toda la humanidad y para la creación de Dios. La naturaleza está ahí para la gloria de Dios no para nuestra conveniencia. El pecado fundamental es colocarnos en el centro con Dios de nuestro sirviente.

En verdad necesitamos una espiritualidad que nos libere para ver con los ojos del corazón y con los ojos de la mente. Necesitamos una espiritualidad que nos anime a crear las virtudes que nos permitan vivir responsablemente con lo que necesitamos, no con los deseos que vienen de una industria de propaganda multi-billonaria que sumerge nuestra vida diaria con falsedades. Estos son los primeros pasos en un viaje para ayudar a toda la humanidad a vivir una vida productiva, saludable y responsable que respete y nutra el regalo de Dios de la creación.

Los siguientes blogs de esta serie ofrecerán un esquema de esta espiritualidad ecológica.
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