DE UN CORAZÓN DE PIEDRA A UNO DE CARNE


I
Conforme empezamos a buscar un sendero espiritual que nos saque del dilema ecológico, hay dos puntos que necesitamos realzar. Estas ideas deben estar al inicio de nuestra búsqueda, en medio y al final. Es difícil exagerar la importancia que tienen.

Lo primero es que no estamos solos en la lucha. Dios está con nosotros sin importar qué tan abrumador pueda parecer el desafío. De hecho, nuestra pobreza y aparente impotencia son extremadamente de gran ayuda para revelar nuestra dependencia de Dios.

Es por eso, que necesitamos darnos cuenta que nuestros pequeños esfuerzos personales son importantes. Ellos benefician a la sociedad en una forma que con frecuencia está escondida de nosotros. De igual manera, ellos levanta nuestra auto estima, nos animan a permanecer en la batalla.

Lo segundo, la mayoría de nosotros necesitamos cambiar nuestro entendimiento sobre la creación. La visión más común es que Dios creó el mundo y todo lo que es bueno en él.

Voy a presentar otra manera de experimentar la creación en este texto. En esta vista, la creación no es estática sino dinámica. La creación está llena con la presencia de Dios. En Laudato Sí, (# 8 & 9) El Patriarca Ecuménico Bartolomé, habla elocuentemente sobre esta presencia dinámica de Dios en la creación. Él declara que la violación del medioambiente natural es una afrenta directa a Dios. La tala de bosques y contaminación de los ríos, lagos y océanos son actos no neutrales sino violaciones directas de la presencia de Dios y el plan para la creación. Bartolomé suplica por la participación responsable con la naturaleza, no la negación violenta de la responsabilidad. Este pecado contra el mundo natural es un pecado contra nosotros mismos y contra Dios.

II

La creación como la presencia de Dios:

Una historia de conversión


Todas las experiencias de conversión empiezan con una ceguera predominante. Entonces hay un desafío que el individuo rechaza. Este primer encuentro lleva a una serie de visiones graduales que cortan dentro de los profundos problemas de visión. Este es el inicio de una transformación de conciencia que eventualmente erradica el error de nuestros caminos. Esto usualmente es un proceso que lleva un largo periodo de tiempo.

En mi caso, yo estaba totalmente inconsciente que estaba operando desde la vista estática de la creación que niega la presencia dinámica de Dios en unión con la humanidad y el mundo material. Yo estaba operando con una mentalidad que se centraba casi exclusivamente en la importancia de la aventura humana.

Mi crisis fue la construcción de la Biblioteca Presidencial Obama en mi vecindario. Su progreso se había retrasado por los protestantes tratando de proteger una porción del parque y varios problemas medioambientales. Yo estaba cien por ciento contra esta visión. Quería avanzar tan rápido como fuera posible.

En realidad, el impacto del proyecto en nuestro medioambiente local tenía muchísimo por lo cual preocuparse. Sin embargo, mi ceguera hacia la creación – reconocida como la presencia dinámica de Dios – me había bloqueado de ver cualquier complejidad. Esta misma mentalidad inflexible y egoísta ha sido la historia detrás de la siempre creciente destrucción de nuestro mundo natural. Yo había sido un ciego, un partidario impensado del caos creado por los humanos que ha causado el embate del día del juicio final de nuestra crisis medioambiental.

La falsa mentalidad opera como si todas las cosas existieran solamente para el beneficio de la humanidad. Nada es más importante para el “progreso” que los deseos humanos, las ambiciones, y los planes. Esta actitud quita a Dios del centro y pone las aspiraciones de algunos hombres y mujeres como el beneficiario particular de la creación de Dios. Tarde o temprano, esta actitud nos lleva a apoyar un saqueo despiadado del regalo divino y lleno de gracia que es la creación.

Mi conversión de la presencia estática a la presencia dinámica de Dios en la creación empezó con Laudato Sí. Esta apertura me liberó para leer a dos autores proféticos, Sir Connie FitzGerald y Wendell Berry. Con las etapas iniciales de un corazón abierto, su material fue aterrador y estimulante.

Su mensaje fue espectacular en su sencillez. Somos uno con toda la creación y con los demás en Dios. Todas las criaturas hablan elocuentemente de la gloria divina si traemos un corazón abierto y fiel para el encuentro.

Este entendimiento inicial de unidad con la naturaleza y con los demás me acompañó en un nuevo horizonte increíble. Lentamente, estoy empezando a ver mi conexión con toda la naturaleza, con la belleza de los cielos, la maravilla de las estaciones, lo hermoso de un árbol y la increíble expansión del mundo animal. Las flores y las fincas, las puestas de sol y las tormentas de nieve, todo está presente para mí en una forma nueva. Todas ellas son un espejo y una invitación a entrar en la presencia de Dios. Este es un nuevo mundo para un fan empedernido de Los Medias Blancas.

La creación ya no es más el antiguo acto de un asombroso pero distante Dios. Ahora estoy empezando a entender y a abrazar la unidad con Dios en todas sus criaturas, humanos y de otro tipo. Ahora veo que la creación es la presencia de Dios para todas las criaturas. Mi crecimiento espiritual es solo el inicio. Sin embargo, es mucho mejor que mi ciega ignorancia de la devastación del regalo de Dios de la creación.

Este es el inicio de un viaje. Ezequiel lo describe bien. “Los rociaré con un agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus inmundos ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne.” (Ezequiel 36: 25-26)

Este viaje para aceptar la maravilla de la unidad y el dinamismo de la presencia de Dios en todas las personas y en todo el mundo natural, nos ofrece un pasaje para salir del dilema de la crisis medioambiental. Necesitamos empezar por poner a Dios en el centro. Para lo cual necesitamos una espiritualidad.
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