UNA ESPIRITUALIDAD PARA LA CRISIS MEDIOAMBIENTAL


“la santidad está en todas partes en la creación, es tan común como las gotas de lluvia y las hojas o la grama, pero no suena como periódico.” Wendell Berry

A lo largo de la historia cristiana, han evolucionado varias espiritualidades. Muchas han estado enraizadas en tradiciones religiosas específicas tales como los Benedictinos, Franciscanos, Carmelitas, Jesuitas. Otras espiritualidades han surgido para encontrar necesidades históricas específicas tales como el programa de los doce pasos de los Alcohólicos Anónimos en nuestros días.

Todas las espiritualidades apuntan a facilitar nuestra experiencia de Dios. Ellas enfatizan la oración, las prácticas espirituales, el desarrollo de las virtudes, transformación de conciencia y conversión a niveles siempre en aumento de crecimiento espiritual.

En todas las espiritualidades, el compromiso básico empieza con la búsqueda de Dios del corazón. Podemos llamarlo felicidad o el anhelo del significado. Como quiera que lo llamemos, es más de lo que tenemos ahora. Hay un vacío que queremos llenar. Esta búsqueda eventualmente lleva a la oración.

La oración nos trae una mejor comprensión de la palabra de Dios y un deseo de abrazar la voluntad de Dios. Esto lleva a la iluminación inicial. Hay un cambio de valores pero también una reacción negativa que resiste a las enormes demandas de sacrificio personal. Esta lucha lleva a una nueva dimensión: el autoconocimiento. Empezamos a ver un quebrantamiento dentro de nosotros y en toda la realidad. En una parábola, Jesús lo llamó la cizaña y el trigo.

La fidelidad continua, en lugar de la lucha, trae más claridad a la búsqueda de Dios. De igual manera, el cambio personal lleva a una mayor autenticidad y purificación. Ultimadamente, este proceso espiritual hace clara la meta de Dios. Estamos llamados al amor y a la libertad.

La implementación de esta visión espiritual tiene consecuencias en nuestras vidas. Empezamos a comprar en el mundo al revés del Evangelio donde los primeros son los últimos: para volverse el sirviente, para perdonar a nuestros enemigos, para tomar la cruz y mucho más en el camino a Jerusalén.

Uno de los regalos de la Espiritualidad Carmelita es explicar cómo el viaje espiritual es una purificación personal y una transformación que nos lleva lo más profundo posible en la experiencia de Dios en esta vida. El individuo, siempre con la gracia de Dios, alcanza una armonía única de lo sensual y lo espiritual. La persona no solamente se ve en Dios como verse en un espejo, ellos también ven todas las cosas en Dios (Castillo Interior 7.2.8) Esta experiencia de ver a Dios en todas las cosas es un detalle esencial de cualquier espiritualidad ecológica evolutiva.

Con el paso de los siglos, la excelencia de la espiritualidad Carmelita, junto con la mayoría de las espiritualidades, se han distorsionado. Hubo un énfasis excesivo y casi exclusivo sobre el componente personal. Hubo un retiro del mundo. Las luchas terrenales de la vida ordinaria y especialmente la vida política fueron trivializadas. Esto incluía ignorar los problemas medioambientales.

El Concilio Vaticano II ofreció un desafío muy singular a esta deformidad privatizada de la vida espiritual. En el documento “Emergiendo en el mundo en el que el hombre y la mujer son principalmente definidos por su responsabilidad hacia sus hermanos y hermanas y hacia la historia.”

La iglesia del post Vaticano II tomó el desafío de integrar lo personal y lo social en nuestras espiritualidades.

Hoy, cualquier espiritualidad madura tratará el cuerpo y toda la naturaleza con dignidad. Esto ha llevado a una nueva apreciación de los elementos históricos de encarnación y espiritualidad. La actitud más holística ha estado creciendo en significado en la mayoría de espiritualidades en los cincuenta años pasados. La dimensión social del evangelio, la llamada para la justicia y la paz, la nueva preocupación por los pobres y marginados, ha tenido un prominente crecimiento junto con la dimensión personal al guiar nuestra búsqueda de Dios.

Ahora, Laudato Sí está animando hacia una dimensión ecológica para nuestra espiritualidad. Estamos invitados a ver a Dios reflejado en cada criatura. Dios ha puesto adelante un plan en el mundo natural que Jesús celebró en los Evangelios. El Papa Francisco nos exhorta:

Cuando uno lee en el Evangelio que Jesús habla de los pájaros, y dice que «ninguno de ellos está olvidado ante Dios» (Lucas 12,6), ¿será capaz de maltratarlos o de hacerles daño? Invito a todos los cristianos a explicitar esta dimensión de su conversión, permitiendo que la fuerza y la luz de la gracia recibida se explayen también en su relación con las demás criaturas y con el mundo que los rodea, y provoque esa sublime fraternidad con todo lo creado que tan luminosamente vivió san Francisco de Asís. # 221

Francisco el Papa y Francisco el santo están llamándonos a salir del enfoque egoísta que tenemos de la creación. En el común modelo de hoy en día, el mundo natural es visto solamente como un recurso para la conveniencia de la humanidad, para su comodidad y con mucha frecuencia, la búsqueda demandante del beneficio económico. Esta visión de la creación está totalmente fuera de relación con cualquier experiencia espiritual en la exploración de Dios. Las criaturas sencillamente se vuelven objetos desconectados de una presencia divina muy distante.

Alejarse de esta actitud estática hacia la creación es el primer paso hacia una auténtica espiritualidad ecológica. Esta transformación de conciencia es un ingrediente fundamental de cualquier solución a largo plazo de la crisis medioambiental. Debemos cultivar un sentido de misterio y belleza sobre la creación en apertura a la presencia de Dios en todo, incluso la menor partícula de polvo.

Esta nueva conciencia nos ayudará a reconocer nuestro origen común, nuestra mutua pertenencia ahora y en el futuro para ser compartida con todos y con todo. Necesitamos ver que la creación no es una declaración divina final en un pasado lejano. Está, de hecho, en marcha y es una realidad dinámica en la cual todos los seres participan en el Ser de Dios. En la creación, experimentamos la presencia de Dios en cada criatura. La creación nos ofrece un sendero para entrar en el Ser escondido de Dios.

El siguiente paso en este nuevo desarrollo de espiritualidad es un nuevo estilo de vida. Esto sucederá solamente por medio de una expansión del autoconocimiento que expone nuestra esclavitud a la economía consumista que nos envuelve.
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