De tal manera amó Dios al mundo

Juan 3: 14-21 

Estimados amigos, En la selección del Evangelio de hoy tenemos el mensaje fundamental de Jesús en el Evangelio de Juan. Al encarnarse para ser uno como nosotros, Jesús tiene una misión especial. Él va a llevarnos de regreso hacia Dios. Cada uno que cree en Él será liberado de la oscuridad y de la muerte para pasar a la luz de la vida eterna.

Así como Moisés levantó la serpiente y trajo sanación, así también, Cristo será levantado en la cruz para traer la vida eterna. Para los israelitas, significaba mirar la imagen del mal y quedar libres de sus aflicciones. En el Cristo crucificado, miramos más allá de la expresión más profunda del mal para ver la última revelación del amor de Dios.

Juan dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que le ha dado a su único Hijo, para que todo aquel que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna.” (Juan 3: 16) En el Evangelio de Juan, el “mundo” es un término cargado. Es una expresión de todo lo que está en contra de Dios. Es una expresión de oscuridad y mal. Aunque leamos, “De tal manera amó Dios al mundo…” (Juan 3: 16) Jesús, como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, reveló un amor tan completo y abrumador que aun el rechazo del mundo de Cristo en la Crucifixión no podría superarlo. El poder absoluto del amor de Dios es revelado en total debilidad del Cristo crucificado. En la luz de la Candela de Pascua, celebramos el más grande de los regalos, la vida eterna con nuestro Dios amoroso.

En los versículos finales del pasaje de hoy de Juan, tenemos el mensaje claro que Jesús no está condenando nuestro mundo de pecado. Jesús vino para salvarnos. Si rechazamos ese llamado amoroso, somos nosotros quienes nos condenamos.

En este poderoso y singular pasaje del Evangelio de este cuarto domingo de cuaresma, estamos invitados a mirar fijamente al Cristo Crucificado. Estamos llamados a abrir nuestro corazón a la luz del mundo que es Jesús. Estamos llamados a aceptar el regalo de la vida eterna cuando caminamos con Jesús en amor en nuestra vida diaria. Conforme desarrollamos una relación con Jesús, empezamos a ver con nuevos ojos y a amar con un nuevo corazón. La vida que Jesús ofrece nos libera del temor, la violencia y la esclavitud del pecado. Esta vida nos dirige a la aceptación y la tolerancia. Todo es parte del proceso de conversión que es integral al viaje del Evangelio. Cuaresma es una invitación para enfocarnos en esta llamada para cambiar y expandir la presencia sanadora del Evangelio dentro de nuestros corazones.

Lentamente somos liberados de la ceguera creada por nuestros ídolos, apegos y adicciones. Vemos nuestras posesiones y las cosas en general, por lo que se supone que son, un medio para crecer en nuestro amor de Dios. Empezamos a ver a la gente más allá de las etiquetas de raza, orientación sexual, riqueza o lo que sea que nuestros inquietos corazones y egoísmo usan para dividir, aislar y excluir.

El mensaje de hoy es alto y claro. Dios es el amor revelado en Jesús. Nuestro llamado es para conocer y amar a Jesús conforme vamos gradualmente entendiendo que la vida eterna empieza ahora. Expresamos la riqueza de este regalo de vida eterna cuando amamos a nuestro Dios y a nuestros hermanos y hermanas.
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