Cuarto domingo de Pascua

JUAN 10: 1-10

El cuarto domingo de pascua con frecuencia es llamado “El Domingo del Buen Pastor.” El “Puerta.” Esto es mucho más difícil de comprender a primera vista que El Buen Pastor. A pesar de todo, como siempre con el Evangelio, hay un bello mensaje invitándonos al Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Cristo. Evangelio de hoy tiene un tema diferente.

En el tiempo de Jesús, cada noche todas las ovejas eran puestas en un área protegida llamada aprisco. Había solamente una entrada, la puerta. Esta forma de entrada era para dos cosas: una forma de protección contra ladrones por la noche y un pasaje hacia las pasturas verdes por el día. De esta manera, la puerta guardaba y mantenía la vida de las ovejas.


Esta es la clave para abrir esta imagen de Jesús como “la puerta.” Nuestro encuentro con Jesús tanto en la oración como en la vida comprometida con el Evangelio abre el misterio de la Palabra de Dios. Jesús nos sostiene y nos protege cuando somos fieles a nuestra lealtad hacia Él. Por eso dice: “yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.” (Juan 10: 10)

Esta enseñanza fluye del mensaje esencial del cuarto Evangelio. En el encuentro amoroso con Jesús no solamente tenemos vida en abundancia, tenemos la más alta calidad de vida, la vida eterna.

Juan usa la frase “YO SOY” para invitarnos al misterio de Dios revelado en Jesús. Jesús es la fuente de la vida eterna para los pecadores. Esta es la mayor conexión con la resurrección que celebramos hoy. Él es la fuente de vida.

Compartir: