DECIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


LUCAS 10:38-42
Queridos amigos, El breve pasaje de hoy del evangelio de Lucas parece una historia simple. Nos dice que debe haber un equilibrio entre la oración y la acción, el servicio y la contemplación. Sin embargo, cuando estamos profundizando en el evangelio de Jesús, siempre nos encontramos con un misterio de gran profundidad. Siempre hay nuevos niveles que nos invitan a múltiples etapas de comprensión y acción. Del mismo modo, estamos expuestos a la ruptura de nuestras normas culturales.

En la historia de hoy, Jesús nos desafía sobre el papel de la mujer en su época y en la nuestra. Aquí hay cinco puntos en los que el evangelio de hoy cuestiona:

  • En el tiempo de Jesús, a las mujeres no se les permitía ser estudiantes de la Ley. En nuestra historia tenemos a María en la posición de discípula, escuchando atentamente a los pies de Jesús.
  • Cuando el huésped es un profeta, la respuesta adecuada es escuchar la Palabra de Dios que se proclama. María está atenta a esta tarea. Vuelve a romper la función aceptada de su cultura como mujer.
  • En contraste con las múltiples historias bíblicas de conflicto entre hermanos, esta es la historia singular de conflicto entre hermanas.
  • Jesús entró en una casa con sólo dos mujeres presentes según la historia. Esto fue una violación deliberada del comportamiento esperado.
  • Todo el episodio de la interacción de Jesús con dos mujeres contiene múltiples violaciones de la cultura y proclama la dignidad de las dos hermanas. No hay mucho aquí para decir que el lugar adecuado para las mujeres es en la cocina.

La verdadera hospitalidad es un tema importante de la historia. Marta, como suele ser nuestra propia experiencia en la vida, deja que sus ansiedades y preocupaciones definan su acción. Está claro que su deseo es hacer una gran exhibición culinaria. Ella está más presente para sí misma que para Jesús. Ella no está en contacto con la situación de Jesús. Él está en medio de una experiencia traumática en el camino a Jerusalén. Por otro lado, María se está enfocando en Jesús. Su hospitalidad se define por las necesidades de su huésped.

No es tarea fácil lograr una postura de equilibrio que integre la oración y el servicio. Los dos elementos de la oración y el servicio son fácilmente distorsionados por las demandas siempre presentes del ego. Sólo la verdadera madurez espiritual nos permitirá suficiente autoconocimiento para ser conscientes del poder de nuestro autoengaño. Un patrón de oración personal profunda nos liberará para actuar con verdadera fidelidad que realmente integra la oración y el servicio.

Teresa de Ávila nos dice que es en la conclusión del viaje espiritual que los rasgos que caracterizamos en Marta y María se vuelven uno en nosotros. Nuestro objetivo es lograr una libertad para el verdadero amor a Dios y al prójimo. Mientras tanto, la gracia está en nuestra lucha por buscar esta integración y autenticidad en nuestra vida.
Compartir: