LA BIBLIA: MISTERIO Y GUIA

PARTE 1


Recientemente, un esposo llegó tarde a una de mis sesiones de Biblia. Él le dio un corto y afectuoso beso a su esposa cuando se sentó. Aquel beso fue sencillo aunque también un poco complicado. No fue solo una expresión de afecto sino la consecuencia de muchas décadas de unión para bien o para mal, en la enfermedad como en la salud.

La Biblia es como ese beso. Es una historia de amor entre Dios y su pueblo. Es sencilla y clara pero también es complicada y envuelta en una historia de fragilidad humana que cubre siglos. La experiencia de la Biblia nos llama al misterio que es infinito y al mismo tiempo es una guía para dirigir nuestras vidas hacia la última realidad del destino humano, el Dios revelado en la Biblia.


ESTUDIO Y ORACIÓN

Nuestro enfoque en la Biblia requiere dos métodos distintos. Uno es el estudio de la Biblia para absorber la historia y para crecer en familiaridad con la palabra de Dios. Esto debería hacerse fielmente, pero básicamente es un ejercicio de estudio. En la exhortación básica de su pontificado, La Alegría del Evangelio, el Papa Francisco resalta la necesidad de todos del estudio fiel de la Biblia.

“El estudio de las Sagradas Escrituras debe ser una puerta abierta para cada creyente. Es esencial que la palabra revelada enriquezca radicalmente nuestra catequesis y todos nuestros esfuerzos para pasar la fe.” (La Alegría del Evangelio # 75) Él sigue diciendo que este estudio debe llevar hacia la lectura fiel de la Biblia para individuos y grupos.

El segundo enfoque es, en verdad, esta lectura fiel de las escrituras. Esta tarea va más allá de la mente hacia lo profundo del espíritu dentro de nosotros. Esta es una táctica verdaderamente diferente. Esta tiene tres puntos de importancia:

  1. Escuchar lo que Dios tiene para decirme;
  2. Conocer la voluntad de Dios;
  3. Ser más comprometido para caminar con Jesús.

Esto se hace en el contexto de nuestra experiencia y especialmente, de nuestros problemas, personales y sociales. Esta lectura fiel de la Biblia debería dirigirnos hacia un encuentro con la palabra como si fuera dirigida a nosotros personalmente tanto como para nosotros en comunidad.

Cuando leemos la Biblia, siempre deberíamos estar conscientes de que el texto es más que un hecho. Es un símbolo, una ventana que nos permite ver al pasado como un espejo de las experiencias de hoy. Esta lectura fiel de la palabra de Dios necesita guiarnos en nuestra realidad presente para develar el misterio de la presencia salvadora de Dios justo aquí y ahora.

Esta serie de reflexiones sobre la Biblia tratará de dirigir por qué la Biblia nos inspira aún en nuestros días. La clave, en el análisis final, es que nosotros tenemos la misma experiencia de Dios revelada en las Sagradas Escrituras. Como la gente involucrada en los eventos de la Historia de la Salvación, el mismo Dios está involucrado en nuestras vidas diarias.

II
HISTORIA DE SALVACIÓN


Cualquier comprensión fundamental de la Biblia empieza con una comprensión básica de la historia. Esta es la historia que cubre el periodo empezando con Abraham y llegando finalmente a Jesús. A esto le llamamos la Historia de la Salvación.

La historia es sobre el llamado y la promesa hecha a Abraham. Es la historia de salvación: la liberación de las consecuencias del pecado revelado en los primeros once capítulos del Génesis. La historia cubre 2000 años que llevan hasta Jesús.

A primera vista, la historia fluye de Abraham a Moisés, a David y luego a los profetas que llevan hasta Jesús. Es una expresión continua de la fidelidad de Dios en medio de la ambivalencia humana. La historia se mueve desde la promesa a Abraham que llega a ser padre de una gran nación a Moisés que libera al pueblo y lo guía a la Tierra Prometida. La era de David y los reyes inicia la idea del reino y del Mesías. Una esperanza evoluciona y domina los últimos miles de años. El realce del mensaje de los profetas nutre esa esperanza, siempre invitándonos a ir más profundo dentro del misterio.

Durante este viaje completo de la familia de Abraham, la esperanza de la promesa evoluciona a pesar de la consistente y profunda infidelidad de la gente. De igual manera, hay un crecimiento continuo en el entendimiento de quien es Dios para el pueblo elegido y qué quiere este Dios. Finalmente, muchos siglos después de Abraham, la gente llega a la particular conciencia de que sólo hay un Dios: el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
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