DECIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MARCOS 5: 21-43 

Estimados amigos, las dos historias de hoy de la mujer y de la hija de Jairo son parte de un hilo de 4 historias que tienen que ver con el conflicto de Jesús con lo demoníaco. Las otras dos son la calma de la tormenta en el mar (Marcos 4: 35-41) y la sanación del endemoniado gadareno. (Marcos 5: 1-20)

La gente en el tiempo de Jesús tenía muchas ideas diferentes de la presencia y el poder de los demonios que la versión más popular de las películas de hoy de Hollywood como “El Exorcista”. En el tiempo de Jesús, la gente tenía una visión básica del bien y del mal. El mal era visto en todas las cosas y experiencias que controlaban a la gente en una forma limitaba seriamente su libertad.

Estas cuatro historias presentan a Jesús como el hombre fuerte que revela su poder sobre los demonios controladores. Estas expresiones del mal venían en la naturaleza violenta tal como la tormenta, en las enfermedades de adicciones personales y patologías psicológicas como la mostrada en la historia del gadareno, las consecuencias de la enfermedad personal en la historia de la mujer que sufría y en la muerte como se muestra en la joven hija de Jairo.

Todos estos episodios revelan a Jesús como el victorioso en la batalla del bien y el mal. Jesús invita a sus seguidores a ver en su presencia el poder de un Dios de gracia liberando a la mujer de una maldición de doce años. En la joven hija, Jesús revela un mensaje de esperanza en la última expresión del bien sobre el mal en la conquista de la muerte. Esta historia refleja su propia y última victoria en la Resurrección.

Las historias también muestran otra dimensión de la libertad. Las leyes de limpieza en la práctica de los judíos con frecuencia tienen muy malas consecuencias involuntarias. En la vida de la mujer con hemorragia, ella no solo tenía la carga de su enfermedad personal, ella estaba totalmente aislada socialmente de la comunidad a causa de su impureza de sangrado. Ella estaba, para todos los propósitos prácticos, tan aislada como un leproso. Cuando ella tocó a Jesús, fue una enorme violación de las leyes de pureza y aún más, un increíble gesto atrevido para una mujer de su tiempo.

En el caso de la mujer, Jesús transformó la violación en un acto de libertad y amor. Cuando Él tocó el cuerpo sin vida de la hija de Jairo también estaba en grave desobediencia de las leyes de pureza. Él los volvió en un gran acto de amor y libertad.

La interacción de la mujer con Jesús es particularmente una poderosa expresión de la desesperación humana encontrando a un Dios de ternura, misericordia y compasión. La mujer estaba vacía en todos los frentes. En total abandono y debilidad, ella alcanzó a tocar a Jesús. Ella se alejó no solamente sanada, sino transformada en la profundidad de su ser. Ahora ella estaba salvada, ahora en paz y más que todo, ahora era una hija muy especial de Dios.

El mensaje para nosotros es claro. Necesitamos traer nuestras cargas y ansiedades a Jesús. Necesitamos saber y confiar que Jesús quiere sanarnos y liberarnos tanto como a las dos chicas en la historia de hoy.

Necesitamos permanecer en la lucha por la dignidad de todos tanto en la iglesia como en la sociedad. Después de todos estos siglos, debemos seguir buscando el poder del fuerte sobre el mal que aún disminuye el papel de la mujer en la iglesia; todavía es débil para escuchar el lamento de los pobres especialmente en los inmigrantes. Todavía estamos en necesidad del toque de la sanación en las familias quebrantadas por las adicciones de alguno de sus miembros y de las familias que son destruidas por males patológicos de una clase u otra. De igual manera estamos en necesidad del hambre de justicia que fluye del corazón de la mujer que sangra y del padre afligido. Ellos dieron el primer paso en el camino hacia la libertad y la justicia. Estamos llamados a hacer lo mismo como vasijas del amor y poder sanador de Jesús para nuestros hermanos y hermanas.
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