El misterio de la vida dará paso al Aleluya-1

PARTE UNO
I
Cuando yo era un sacerdote joven tuve una experiencia que me dolió mucho y me marcó por muchos años. Charles era un joven que tenía muchos atributos atléticos y académicos. Él tenía verdaderamente un futuro brillante. El futuro brillante de Charles fue transformado en una desgracia para su familia en diez segundos a causa de una bala perdida.

Todos mis esfuerzos para ayudar y apoyar a su familia, emocional y pastoralmente, fueron una depresiva falla. La respuesta del padre de Charles fue tan intensa que eventualmente su cólera lo llevó a rechazar no solamente a la iglesia sino también a Dios. Yo, también, fui rechazado por la familia y pronto perdí todo contacto con ellos. Mi clase de teología 101 no estaba a la altura para desafiar al horror de las calles. Ese fue el inicio de aprender a apreciar las cosas de la vida mucho más que todas las respuestas que aprendí en el seminario.

La experiencia de la familia de Charles y muchas más tragedias en curso me llevaron a poner a Cristo en el centro de mi lucha con la iniquidad generalizada que encontraba tan frecuentemente en mi ministerio del interior de la ciudad.

La revelación de Dios claramente nos invita a un encuentro con Jesús. El mensaje primordial de Jesús es que nos arrepintamos y creamos en la Buena Nueva porque el reino de Dios está cerca. Una parte significativa del viaje cristiano consiste en un movimiento que viaja de nuestro reino como centro hacia el centro que es el Reino de Dios que es el verdadero centro. Este reenfoque es una larga y desafiante parte de nuestro caminar con Jesús. Con mucha frecuencia, es el trabajo de toda una vida. Este viaje implica muchas conversiones donde los ojos de nuestro corazón ven gradualmente, a costa de todo, Dios tiene un mejor plan para nuestra felicidad.

Cuando empezamos a orar por algunas cosas, con frecuencia, tenemos un plan y aún una estrategia de largo alcance para nuestra felicidad. Este es nuestro reino, la creación de nuestros sueños y deseos. En este escenario, con frecuencia debemos empezar con una imagen de Dios arriba en el cielo esperando escuchar nuestras oraciones y responder a lo que nosotros necesitamos para alcanzar la felicidad. En esta situación, somos el centro de las cosas y Dios está ahí para ayudarnos, más o menos, como un mayordomo con buenos recursos.

Cuando fallamos al colocar a Dios en el centro, tendemos a crear nuestro propio dios. Con frecuencia la tarea principal de este dios es responder a nuestras necesidades y planes. Este es el dios con el que mucha gente está enojada. Este es un dios con castigo e infierno en su mente. Él no es el Dios de amor que en el Huerto de Getsemaní llamó a Jesús para entrar a su pasión y muerte. “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti. Aleja de mi este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya.” (Marcos 14: 36) No, este Dios de amor ofreció a su Hijo y le permitió entrar en el mal de la muerte para abrazar y compartir todo el sufrimiento de los hijos de Dios a través de la historia y así abrir un camino para la liberación y una nueva vida.

II

Estamos en un viaje en oración de una impensable actitud de “dame”, usualmente apoyada por los mandatos de una cultura consumista, a un cambio gradual que reza “Santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad.” Esto nos prepara a orar por lo que necesitamos más que por lo que queremos. “Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.”

La experiencia de la pérdida de un hijo levanta la crítica pregunta de un padre: ¿Por qué Dios no contesta nuestras oraciones especialmente cuando involucran algo tan fundamentalmente bueno y sagrado como la vida de un hijo o una hija?

Nuestras oraciones tienen una manera de empujarnos incesantemente más profundo en el misterio del bien y el mal. Empieza con oraciones por juguetes en navidad y sube a oraciones por mejores notas en un examen para obtener buen trabajo para obtener comida y la renta para la familia hasta el anhelo por buenos resultados en un examen de cáncer para engancharse a la esperanza por la sobrevivencia de un ser querido para librarse de la creciente amenaza del terror y de la guerra. Jesús señaló esta dimensión de la realidad en la parábola de la cizaña y el trigo (Mateo 13: 24-30) el lado oscuro de la realidad estará con nosotros hasta el final.

El misterio de la respuesta de Dios a aquello por lo que oramos y lo que queremos está atrapado en las consecuencias del pecado revelado en los primeros capítulos del Génesis. En el análisis final, esta no es la respuesta de Dios a nuestras peticiones generales y específicas. Es una invitación para entrar en el misterio que expresa la respuesta de Dios a la última cara del mal que creó el pecado. Al dirigir este mal Dios estaba dando términos con billones de situaciones como la injusta y agonizante muerte de Charles. Este es el Dios que ha presenciado siglos de violencia enfermiza o guerras sin fin. Este es el Dios que ha encontrado interminable esclavitud humana y sus descendencias de atrincherado racismo. Este es el Dios que continuamente ve la degradación de las mujeres y el abuso sexual en todas las formas. Este es el Dios que dirige tantas circunstancias que profanan continuamente la dignidad humana. Luego, está el último mal, la muerte que es parte de toda vida humana.

Dios tiene una respuesta singular a todo este mal en su Verbo hecho Carne, Jesucristo Crucificado y Resucitado.
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