LA VEJEZ UNA PARTE DECISIVA DEL PLAN DE DIOS-II

PARTE II 

AQUÍ EN EL CAMINO HACIA ALLÁ 

Todas las enseñanzas de Teresa de Ávila están enraizadas en una llamada a la aceptación de la realidad. Ella acepta a Dios como un amoroso Creador y Redentor. Se acepta a sí misma como la pobre y pecadora criatura que aun así es amada y perdonada por este Dios misericordioso. Para Teresa, ser realista le permite juzgar toda su experiencia por una meta: la acerca o la aleja del Dios amoroso y misericordioso revelado en el Cristo Crucificado y Resucitado. Teresa sabía dónde estaba y a dónde quería ir. Toda vida tiene que pasar por este lente de aceptar la realidad con Dios como el centro de todo.

Para Teresa, era una gran distorsión vivir como si la muerte no existiera. Esta decepción tiene graves consecuencias para nuestra vida. Las pérdidas normales y naturales de la edad avanzada son el trabajo preparatorio para nuestra llamada para estar en unión con Dios. El plan de Dios es que todas las pérdidas sean sencillamente una experiencia purificadora preparándonos para el regalo de la nueva vida que nos espera. Físicamente, cada día trae nuevas pérdidas y nuevos desafíos. Socialmente, la asistencia a los funerales es una señal de que nuestra generación está pasando. Vemos que la vida se acaba ante nuestros propios ojos. Psicológicamente, el declive de nuestra memoria, nuestra capacidad de atención, nuestras habilidades intelectuales junto con la habilidad de reconocer a nuestros viejos conocidos están en un proceso lento de develación a una nueva experiencia dolorosa.

La “gran mentira” nos ha situado en un dilema tan largo como la vida al creer que ya estamos ahí. Pensamos que nuestro propósito y nuestra meta son en esta vida. La distorsión de esta media vida niega la muerte y abraza la juventud. Muy pronto, es atrapada en la avalancha de pérdidas inevitables y mermas que pueden parecer tan sin sentido y abrumadoras. Necesitamos nombrar la mentira y decirle a la realidad. Dios está llamándonos en amor y misericordia a una vida diferente.

Dios quiere ayudarnos. Él tiene una lista de cosas para hacer para nosotros que es bastante diferente del estándar de listas de tarifas exóticas. El primer punto es abrazar el regalo del tiempo que la vejez abre para nosotros. Esta es una oportunidad para reflexionar sobre la vida. Conforme nuestros días se vuelven menos desordenados, el regalo de la nueva sabiduría acuñada nos permite ver lo bueno y lo malo en nuestra vida. Una claridad creciente nos hace regocijarnos en la misericordia de Dios.

El segundo punto, un nuevo y más profundo autoconocimiento nos espera. No hemos dejado nada por probar. Conforme emerge la verdad, muchísimos problemas que parecían en la categoría de “la vida o la muerte” simplemente se evaporó en la insignificancia. Lentamente entramos en la verdad expresada tan bellamente por Juan de la Cruz, “En el ocaso de la vida, sólo el amor importa”

La tercera cosa en la lista de Dios para nosotros es el trabajo de la reconciliación y sanación de los recuerdos. Todos tenemos heridas o dolores profundos y hostilidades que necesitan ser dirigidos. Los años finales ofrecen una libertad y madurez que abren nuevas invitaciones para perdonar, para la reconciliación y la paz.

Finalmente, Dios nos invita a usar el enfoque final para prepararnos para el futuro. Estamos más que listos. El tren se va acercando a la estación. Necesitamos continuar creciendo en nuestra aceptación de la muerte como un amoroso llamado a la nueva vida. El temor tiene que ser transformado en esperanza. Esta es la tarea de nuestros años finales. Como la misa de cuerpo presente lo expresa tan bellamente:

En verdad, por tu Señor que es fiel,
La vida es cambiada no terminada
Y cuando, esta morada terrenal regrese al polvo
Una morada eterna estará lista en el cielo para ellos

Nota editorial:
Uno de mis autores favoritos es William Shannon, un pupilo de Merton que me reintrodujo a la lectura de Merton. Mucho del material en este blog ha sido influenciado por su libro. Aquí en el camino hacia allá: una perspectiva católica sobre la agonía y lo que sigue.
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