Cuarto Domingo de Pascua


Juan 10: 27-30


Estimados amigos,

El Tiempo de Pascua nos llama a volvernos un pueblo del Aleluya. Para nosotros, personalmente y como una comunidad de fe, la Pascua es un encuentro con la victoria del amor sobre todo lo que es malo. Este amor brilla por medio del Cristo Resucitado. El triunfo del amor de la Pascua nos da esperanza no importa hacia donde nos lleva la vida en su agitado viaje.

El Evangelio de hoy despliega esta esperanza en el papel del Buen Pastor. Este tema pastoral está en cada uno de los ciclos de la iglesia en el cuarto Domingo de Pascua. La imagen del Buen Pastor nos lleva más profundo en el misterio de la Pascua.

Jesús nos dice, “Mis ovejas oyen mi voz, yo las conozco y ellas me siguen… nadie puede tomarlas de las manos del Padre.” (Juan 10: 27-28) Jesús nos tiene de regreso y no importan las circunstancias.

Jesús, como el Pastor, nos ofrece seguridad y guía. Esta relación para alguien que nos protege y nos dirige toca una pasión muy profunda en nuestros corazones, aún en nuestra fragilidad humana nosotros anhelamos la entrega. Queremos apartar la ambigüedad y la confusión de nuestra realidad. Anhelamos la seguridad y claridad. Jesús, como nuestro Buen Pastor, dirige esa hambre en nuestros corazones. Su voz nos hace libres de la desgarradora ambivalencia y del temor. Él nos guía con una cuidadosa presencia en medio de los lobos diarios de la violencia, la división, la ignorancia y la injusticia que son una amenaza constante para nosotros.

Jesús, como nuestro Buen Pastor, nutre nuestro sentido de esperanza en este tiempo de Pascua. Jesús nos ha mostrado que no hay poder en la tierra, no importa que tan dominante o aparentemente invencible sea, que pueda sobrepasar el amor de Dios. Este es el mensaje de Pascua. Este amor se vuelve personal para nosotros en el Buen Pastor. Este amor genera la realidad de la Pascua. Es nuestro pasaje a la vida eterna cuando somos las ovejas del Buen Pastor. “Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen.” (Juan 10: 27)
El Evangelio de hoy nos llama a recibir la protección y a aceptar la dirección del Buen Pastor. Nos da esperanza de guiarnos a la vida eterna comenzando ahora cuando seguimos al Buen Pastor en nuestra vida diaria.

Necesitamos preguntarnos, ¿estamos abiertos para recibir este regalo? ¿Oímos la voz de Jesús en nuestras experiencias y responsabilidades del día a día? ¿Realmente aceptamos, abrazamos y celebramos la maravilla del Aleluya que es nuestra invitación al gran evento del amor que es el Cristo Resucitado? Cuando nuestro si al Buen Pastor es verdadero y honesto estamos en el camino para volvernos un pueblo del Aleluya.
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