VOLVER A CASA: EL DON DE LA CONTEMPLACIÓN

Teresa tiene esta declaración poderosa y relevante en esta crisis de "ascender" de las terceras moradas a las cuartas moradas. Teresa lo describe de esta manera: "Con la humildad presente, este estado (tercera morada) es excelente. Si falta la humildad, aquí permaneceremos toda nuestra vida y con mil aflicciones y miserias. Porque, como no nos habremos abandonado a nosotros mismos, este estado será muy laborioso y gravoso. Caminaremos cargados con este lodo de nuestra miseria humana, lo cual no sucede con los que suben a las habitaciones restantes". (Castillo interior: 3.2.9) 

El interruptor contemplativo

Esta enseñanza de Teresa es verdaderamente perspicaz. Los Evangelios nos dan una visión maravillosa de esta lucha del "cambio contemplativo". Las historias del joven rico, el rechazo de Pedro a Jesús y la mujer con la hemorragia de doce años nos ayudan a entender el proceso. 

Teresa siempre relaciona las terceras moradas con el joven rico. Como dice el Evangelio, "Jesús lo miró con amor". (Marcos 10:21) Cuando se le presionó para elegir, "se puso triste porque tenía muchas posesiones". (Mt 19; 21) Una descripción justa de su riqueza en el tiempo de Jesús sería dos burros o un caballo si era verdaderamente rico, al menos tres juegos de ropa, sirvientes, tierra y una letrina de lujo. Este incidente es la única situación en todos los Evangelios en la que un individuo rechaza directamente el llamado de Jesús.

Contrasta eso con la historia de las negaciones de Pedro. "En ese instante, mientras todavía hablaba, el gallo cantó, el Señor se volvió y miró directamente a Pedro... y salió, y lloró amargamente". ((Lucas 23,60-62) Pedro ofrece un hermoso cuadro de la enseñanza de Teresa sobre la humildad: la verdad de nuestra total dependencia de la misericordia de Dios. Esta es una profunda experiencia de redención para Pedro: alejarse de su justicia propia y control, "aunque tenga que morir contigo, nunca te negaré". (Mt 26,35), al abandono en el abrazo misericordioso de un Dios amoroso. Este es un paso de gigante en el camino hacia la contemplación.

Una tercera persona que nos ayuda a comprender este cambio contemplativo es la mujer atormentada por su enfermedad desde hace doce años. Al decir: "Si tan solo puedo tocar su manto, seré curado". (Mateo 9:21) La mujer vio en Jesús no solo la esperanza de su curación física, sino el cumplimiento del anhelo más profundo de su corazón. Sus ojos de fe le permiten ver en Jesús el misterio del amor hecho carne que ofrece la totalidad de la liberación, de la redención y de la vida eterna que comienza ahora en este monumental encuentro de amor. Jesús le dijo: "Ánimo, hija, tu fe te ha salvado" (Mt 9,22). Este milagro, como otros, es símbolo de la experiencia purificadora y transformadora de la nueva presencia de Dios en la contemplación.

Estas son nuestras elecciones en las terceras moradas. Podemos rechazar la llamada y abrazar a "nuestro burro" por seguridad. Podemos continuar la lucha con humildad encontrándonos cara a cara con nuestra pobreza espiritual. Podemos "soltar y dejar a Dios" pasando a la vida más profunda de la contemplación. La clave para todos nosotros es una vida de profunda oración personal. Este es el centro de una vida espiritual madura. El programa de humildad, desapego y amor de Teresa por los hermanos y  hermanas es el gran apoyo en esta gran empresa.

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