PERSONAJES DEL EVANGELIO-3 (SAN MARCOS)



La historia del hombre rico y los discípulos

Estas diversas reflexiones sobre los personajes del Evangelio esperan mostrar la importancia de la oración personal profunda. En algunos ejemplos, la ausencia de esta oración también es reveladora.

Marcos 10:17-31


Lo que parece ser la enseñanza de Jesús en la historia del hombre rico ha sido seguida por muy pocas personas, si es que hay alguna, en la historia del cristianismo. Este alejamiento total e inmediato de las posesiones ha sido siempre un proceso gradual en las prácticas más respetadas de la espiritualidad cristiana.

Entonces, la pregunta es esta: ¿qué hay en esta trágica historia que pueda ayudarnos en nuestro camino cristiano? Lo primero que tenemos que hacer es conectar la experiencia del hombre rico con los siguientes dos pasajes sobre la riqueza y el céntuplo.

El mensaje más llamativo de Jesús en esta selección del Evangelio es que debemos encontrar nuestra seguridad en Dios y no en nuestras posesiones. Debemos crecer hasta un punto en el que veamos que nuestras posesiones son buenas solo si nos ayudan a buscar a Dios. Son un obstáculo si obstaculizan nuestra búsqueda de Dios. Una gran ayuda para tomar esta determinación es crecer en nuestra capacidad de decidir lo que necesitamos en lugar de lo que queremos. Este enfoque se opone radicalmente al mensaje envolvente de la cultura de consumo en la que vivimos.

El hombre rico mostraba un corazón que buscaba más. La mayoría de las veces, esto es un anhelo por Dios. Obedecer la ley no satisfacía su hambre de una satisfacción y seguridad más profundas. Esta hambre está incorporada en nuestro corazón porque estamos hechos para Dios y solo para Dios.

La observación de Jesús de que solo Dios es bueno es una declaración aparentemente no relacionada. Sin embargo, está en el centro de la búsqueda del hombre. La salvación, el reino y la vida eterna solo son posibles gracias a la bondad y misericordia de Dios. El esfuerzo humano no es suficiente.

También se aclara una segunda idea en la historia. Es sólo en nuestra relación con Jesús que somos invitados a nuestro verdadero destino de ser uno con Dios. Cuando Jesús miró al hombre atribulado con amor, lo estaba llamando a confiar en Dios y no en sus posesiones. En ese momento, el hombre se alejó triste porque sus posesiones le pertenecían a él en lugar de que él fuera dueño de las posesiones. Este peligro nos desafía a todos.

En los siguientes dos pasajes sobre la riqueza y el céntuplo, Jesús nos ofrece una forma diferente de relacionarnos con nuestras posesiones. Su declaración inicial sobre el peligro de la riqueza conmocionó a los discípulos. Siguiendo la interpretación ordinaria y ampliamente aceptada de las Escrituras judías, creían que la riqueza era una señal segura de las bendiciones de Dios. Jesús, sin embargo, dice: "Qué difícil es para los que tienen riquezas entrar en el reino de Dios". (10:23) Luego continúa explicando: "Para los seres humanos es imposible, pero no para Dios". (10:27)

Luego tenemos más aclaraciones en el siguiente pasaje. Los discípulos son identificados entre aquellos que "lo han dejado todo y te han seguido". (10:28) Los discípulos son personas que son claramente descritas por el evangelista Marcos en su debilidad y ambivalencia. Sin embargo, están tratando de decir sí a Jesús para que reciban tanto el cien por uno en esta vida como la vida eterna.

Esta descripción positiva de los discípulos es totalmente contraria a su absoluta incapacidad para comprender el significado del viaje de Jesús a Jerusalén y su próxima pasión y muerte.

El punto reconfortante para nosotros es este. A pesar de su debilidad e inseguridad en el camino a Jerusalén, los discípulos todavía están tratando de seguir a Jesús. A diferencia del hombre rico, ellos no se alejan. Por supuesto, están confundidos, y probablemente tuvieron muchos momentos tristes, pero al final, fueron fieles.

El resto de la historia del Evangelio mostrará que los discípulos se quedaron muy lejos de "dejarlo todo". Sin embargo, permanecieron en la lucha por seguir a Jesús. Su determinación nos mostrará el camino. Es una entrega gradual pero constante para transformar nuestra mente y corazón en un largo viaje. Es un proceso de trasladar nuestra seguridad de nuestras posesiones a una confianza cada vez mayor en Dios, una confianza que eventualmente tiene que ser absoluta. Lo conseguimos, paso a paso, aunque dudemos, e incluso si retrocedemos. Se trata de permanecer en la lucha por caminar con Jesús. La mayoría de las veces, nuestra debilidad nos hará saber que "Para los seres humanos es imposible, pero no para Dios. Todas las cosas son posibles para Dios". (10:27)

El hombre rico fracasó porque puso todo el énfasis en sí mismo y en su sacrificio. No puso sus ojos en Jesús y en su oferta de una vida nueva y más rica. Hay una gran lección para todos nosotros mientras luchamos por liberarnos del poder esclavizante de nuestras posesiones. Al final "nuestras cosas" son una trampa que bloquea los anhelos más auténticos e irremplazables de nuestro corazón. Sólo Dios puede satisfacer estos deseos. En toda esta lucha, la oración personal profunda es nuestro mayor apoyo.
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