TRIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mateo 25:1-13

Queridos amigos, estamos en las últimas tres semanas de este año eclesiástico. Este tiempo litúrgico en particular tiene un mensaje especial para nosotros sobre el tiempo. Es mejor decir que la Iglesia nos invita a reflexionar sobre el misterio del tiempo.

En el Evangelio de hoy sobre las diez vírgenes, tanto las sabias como las insensatas, y en la parábola de la próxima semana sobre los hombres dotados con una suma de dinero para desafiar su responsabilidad, se nos pide que consideremos las consecuencias de que el tiempo llegue a su fin. Luego, después del último domingo de Cristo Rey, comenzamos un nuevo año. En los primeros tres domingos de Adviento, se nos pide que consideremos el comienzo del tiempo. Ambos enfoques del tiempo nos ofrecen el desafío de investigar nuestra vida a la luz del Evangelio.

La historia de las diez vírgenes y el Evangelio de la próxima semana sobre los talentos nos llaman a la responsabilidad de nuestra vida. El mensaje es simple y claro. Mantente despierto y sé responsable.

La implicación básica de la parábola de las diez vírgenes es estar preparados. La preparación se expresa en una vida fiel a la palabra de Dios. Las vírgenes prudentes y su aceite extra representan una vida entregada al Señor en la justicia de la obediencia, el servicio y el amor. Las vírgenes imprudentes representan una vida que dice "¡Sí, Señor!" pero no tiene ninguna acción que respalde las palabras.

Hay una consecuencia inmediata para nosotros. Lo que hacemos con nuestro tiempo es importante. Seremos llamados a responder por ello. Definitivamente hay un límite para este tiempo. "Después vinieron las otras vírgenes y dijeron: 'Señor, Señor, ábrenos la puerta'. Pero Él respondió: "En verdad os digo que no os conozco". Por lo tanto, estad despiertos, porque no sabéis ni el día ni la hora". (Mateo 25:13)

El tiempo tiene límites para nosotros. Todas las selecciones de este año del Evangelio de Mateo han establecido un camino claro y un plan de cómo podemos ser responsables de los pasos de Jesús.

En el flujo de las enseñanzas de la Iglesia en las liturgias dominicales, hay una profunda conexión entre el final de un año y el comienzo del siguiente. Después de la fiesta de Cristo Rey, nos espera el Evangelio de Marcos. Los tres primeros domingos del próximo Adviento retoman el misterio del tiempo con un enfoque diferente. Trazan un plan de tiempo centrado en la venida de Jesús. El mensaje es: ¡Maranatha! ¡Ven, Señor Jesús!

Estamos invitados a una nueva realidad, a un nuevo tiempo. Jesús nos hace saber que el tiempo está preñado de nuevas posibilidades. No se trata de escabullirse, sino de venir envuelto en el amor de un Dios misericordioso y salvador. El tiempo es un legado lleno de esperanza y una invitación a una nueva vida. El tiempo guarda el legado que nuestro corazón ha estado anhelando. El tiempo no es una amenaza, sino un regalo.

En este tiempo final de cierre de este año y el próximo viaje con el Evangelio de Marcos, nos enfrentamos a una paradoja. ¡El tiempo se va y vuelve a aparecer! Por supuesto, este es un arreglo para ayudarnos a entender que cada día de nuestras vidas contiene este misterio del tiempo que va y viene. Cada día es un regalo lleno de la oportunidad de una nueva vida y un nuevo amor. Cada día es un día más cerca de nuestra muerte que se abre a nuestro verdadero destino, ¡ser uno con Dios en la vida eterna!

En la Misa funeral de la Resurrección, tenemos una visión aún más profunda de esta paradoja del tiempo. El Prefacio de la Misa proclama: "En Él, que resucitó de entre los muertos, amaneció nuestra esperanza de la resurrección. La tristeza da paso a la brillante promesa de la inmortalidad. Señor, por tu pueblo fiel la vida cambia, no termina".

En esta paradoja del fin y el comienzo del tiempo, estamos llamados a enfrentarnos a la muerte como aspecto dominante de nuestra realidad. Sin embargo, en Jesús, nuestro Salvador resucitado, compartimos la victoria sobre la muerte.

Este mensaje del misterio del tiempo nos llama a vivir el hoy en plenitud, a vivir el hoy lleno de alegría y esperanza. Estamos llamados a ser atentos y responsables, a ser amorosos y confiados. Cuando caminamos con Jesús, estamos listos para la realidad de hoy, ya sean las devastaciones del cambio climático, Covid 19 o lo que sea que traiga el mañana.

Es la verdadera sabiduría, no una ansiedad taciturna y sombría, la que nos ayuda a darnos cuenta de que el día de hoy nos acerca un día más a nuestra muerte. Esto simplemente significa que el día de hoy es aún más hermoso y dotado. Entonces, podemos decir con certeza. "Este es el día que el Señor ha hecho, alegrémonos y regocijémonos en él". (Sal. 118:24.)
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