TRIGÉSIMO PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

LUCAS 19:1-10

Estimados feligreses, "Zaqueo, que era un recaudador de impuestos principal y un hombre rico, estaba tratando de ver quién era Jesús". (Lc 19:2) Jesús rompió las normas de corrección y se invitó a cenar a la casa de Zaqueo. En el proceso, el inquieto recaudador de impuestos fue introducido en el juego de Jesús donde se gana perdiendo.

Lucas es el único evangelista que nos lleva a la deliciosa historia de Zaqueo. Lo hace, en parte, para resaltar la diferencia entre el principal recaudador de impuestos y el funcionario rico que no quería jugar el juego de Jesús. (Lucas 18,18-23)

En la superficie, los dos hombres eran dramáticamente diferentes. Uno tenía todas las credenciales correctas de aceptabilidad social. Si el rico funcionario estuviera operando hoy, seguramente sería un comulgante diario y probablemente en el consejo pastoral de su parroquia.

Zaqueo era una vida baja. Él no sólo no iba a la multitud para tratar de ver a Jesús porque él era horrible. Sabía que sería peligroso para él porque como recaudador de impuestos para los despreciados opresores romanos era un hombre odiado. Por otro lado, ambos hombres comparten esa hambre en el corazón que Jesús tan fácilmente afloró por su presencia y desorden.

Zaqueo tuvo que correr hacia adelante y trepar a un árbol para vislumbrar a Jesús. El rico funcionario fue bendecido con un encuentro cercano e íntimo con el Señor. Después de que Jesús hizo su discurso, los dos hombres fueron en diferentes direcciones. Es difícil encontrar una frase más desgarradora en la Escritura que "Pero cuando oyó esto, se puso bastante triste, porque era muy rico". (Lucas 18:23) Él no estaba comprando el juego de Jesús.

Zaqueo, sin embargo, entendió el mensaje. Comprendió que este encuentro salvífico con Jesús tenía consecuencias inmediatas y concretas en su vida. Abrió no solo las cuerdas del bolso, sino mucho más importante, su corazón herido. Así que Jesús pudo decir en gozo: "Hoy la salvación ha venido a esta casa... Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que se perdió". (Lc 19:9-10)

Zaqueo se regocijó en el juego de Jesús donde se gana perdiendo. Se hizo rico de una manera nueva al liberar su corazón de la carga de su antigua riqueza que lo había convertido en un hombre pobre. Cada día en nuestras vidas, estamos abiertos a la posibilidad de la sorpresa de Zaqueo. En el flujo diario de nuestra vida, con sus innumerables relaciones, responsabilidades y experiencias, Jesús nos está diciendo: "Quiero quedarme en tu casa hoy". Al igual que el asediado recaudador de impuestos, tenemos la increíble oportunidad de decir sí a Jesús con una hospitalidad renovada. Una nueva oportunidad en la vida es el regalo diario de Jesús para nosotros.
Compartir: