La llamada de los discípulos en el capítulo uno del Evangelio de Juan tiene lugar en el contexto del anhelo de los Judíos por el nuevo día de la liberación de esta esclavitud demoniaca. Hay dos preguntas fundamentales en este dialogo con los primeros discípulos. Jesús pregunta “¿Qué buscan?” (Juan 1: 38) Esto toca el anhelo más profundo en cada corazón humano. Todos estamos buscando la felicidad. Es una búsqueda que se lleva toda la vida y aparentemente con obstáculos interminables de frustración, confusión y dolor. Todos queremos la libertad que anhelaban los primeros discípulos. Aun así, esa hambre continuará hasta que nos demos cuenta que es un hambre que solamente Dios puede satisfacer. Esta es una parte muy importante del mensaje de Jesús.
Obviamente Jesús derretía los corazones de los discípulos conforme la conversación pasaba de un punto hacia otro. La conversación iluminada con Jesús llevó a otra pregunta. Esta vez eran los discípulos quienes preguntaban. Sin embargo, su pregunta era una declaración completa. Ellos preguntaron, “¿Dónde te quedas?” (Juan 1: 38) Ellos en verdad estaban declarando que estaban enganchados con el relato y querían oír más, mucho más.
Estos primeros discípulos pronto se dieron cuenta que tenían mucho que aprender de Jesús. Eso tomaría tiempo. Ellos solamente tenían una pequeña idea de toda la verdad. La mera información no podría satisfacer el vacío en sus corazones. Eventualmente, ellos entenderían que solamente una relación con Jesús llevaba hacia la respuesta verdadera. Como todas las relaciones, esta demandaría una inversión de tiempo y franqueza. Al final, requeriría un cambio personal significativo. Esta relación llevaría a una vocación.Jesús en verdad estaba llamando a los primeros discípulos. Este llamado era por mucho, más de lo que nosotros entendemos por vocación hoy en día como un papel en la iglesia institucional. La vocación que Jesús está revelando es la misma para cada ser humano. Es una invitación divina para encontrar la más profunda y real verdad sobre uno mismo al seguir a Jesús. Es por eso que el plan de Jesús para los primeros discípulos trasciende en el tiempo. Jesús está dirigiendo el llamado a cada uno de nosotros hoy en día cuando dice, “Vengan, y verán.” (Juan 1: 39) Jesús sabe que el corazón humano fue hecho por Dios y, al final, solamente será satisfecho y pleno cuando encuentre y abrace a Dios.