LA MUERTE ES VERDADERAMENTE PARTE DE LA VIDA -IV

PERMANECED DESPIERTOS 


El pasaje del Evangelio de Mateo en el trigésimo segundo domingo del tiempo ordinario es sobre las diez vírgenes, las inteligentes y las perezosas. El mensaje de la siguiente semana es sobre los hombres a los que se les da una suma de dinero que desafía su responsabilidad. Estas selecciones del Evangelio nos llevan a considerar las consecuencias del tiempo que llega a su final y nuestra responsabilidad por nuestra vida y nuestra historia. El mensaje es sencillo y claro. Permanecer despierto y ser confiable. Lo que nosotros un límite para este tiempo. “Después las otras vírgenes llegaron y dijeron, ‘Señor, Señor ábrenos la puerta.” Pero Él respondió “Amen, les digo que no las conozco’ por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben ni el día ni la hora.” (Mateo 25: 12-13)

El tiempo tiene límites para nosotros. Necesitamos estar preparados siendo responsables. Una aceptación madura y realista de la muerte es una parte esencial de vivir la vida a plenitud. Cada selección de los tres Evangelios en el año litúrgico son una guía clara del plan y el sendero que debemos seguir para ser responsables al caminar en las huellas de Jesús.

Después de la Fiesta de Cristo Rey, empezamos el viaje otra vez con otro Evangelio. Los primeros tres domingos de Adviento ofrecen un acercamiento alternativo al misterio del tiempo. Diseñan un plan del tiempo que empieza con la venida de Jesús. El mensaje es ¡Maranatha! ¡Ven, Señor Jesús!

El tiempo: va y viene

Aquí se nos enseñó que estamos invitados a una nueva realidad, un nuevo tiempo. Jesús nos permite saber que el tiempo está impregnado con nuevas posibilidades. El tiempo es un regalo lleno con esperanza y una invitación a una nueva vida. El tiempo contiene el regalo por el que nuestro corazón ha estado anhelando. El tiempo no es una amenaza sino un regalo. No es una escabullida sino una nueva venida, envuelta en el amor de un Dios de gracia y salvación. El tiempo se desenvuelve como una invitación a nuestro verdadero destino, que es el pasaje de la muerte a la vida eterna.

En este final de tiempo e inicio de otro, somos confrontados con una paradoja. El tiempo se aleja y vuelve renovado. Por supuesto, este arreglo litúrgico es para ayudarnos a comprender que cada día de nuestras vidas guardan este misterio del tiempo: yendo y viniendo. Cada día es un regalo lleno con la oportunidad de una nueva vida y nuevo amor. Al mismo tiempo, cada día se mueve incesantemente hacia su propio final, un día más cerca de nuestra muerte.

En la misa de cuerpo presente tenemos una visión más fuerte de esta paradoja del tiempo. El prefacio de la misa proclama, “En Él, que resucitó de entre los muertos, reposa nuestra esperanza de la resurrección. La tristeza da paso al brillo de la promesa de la inmortalidad. Señor, para tus fieles la vida es cambiada, no finalizada.”

En esta paradoja del tiempo, final e inicio, estamos llamados a enfrentar a la muerte como un aspecto dominante de nuestra realidad. Conforme enfrentamos la cruda realidad de nuestra muerte, estamos llamados a vivir por los valores que abrazan los límites de nuestra mortalidad y garantizamos nuestra inmortalidad con Dios. Todos los valores del Evangelio están enraizados en esta visión de vida moviéndose a ser uno con Dios. Jesús está llamándonos a compartir la victoria sobre la muerte. El cómo vivimos determinará si aceptaremos esa llamada. La liturgia ofrece una visión de la muerte que está centrada en la hospitalidad de Dios más que en nuestra visión empapada de miedo de la muerte centrada en nosotros mismos.

Este mensaje del misterio del tiempo nos invita a vivir hoy al máximo, vivir hoy lleno de alegría y esperanza. Estamos llamados a ser atentos y responsables, a ser amorosos y confiables. Cuando caminamos con Jesús, estamos listos para la realidad del hoy con el Covid-19 y cualquier cosa que traiga la vida.

Es verdadera sabiduría, no una mentalidad taciturna y lamentable, que acepta que el hoy nos trae un día más cerca a nuestra muerte. Este es el verdadero enfoque cristiano de la vida. Aceptar nuestra mortalidad, el hoy es lo más hermoso y urgente. Creemos que Cristo ha ganado la victoria de manera que podemos decir con Pablo, “¿Dónde está oh muerte tu victoria? Oh muerte ¿Dónde está tu aguijón? (I Corintios 15: 55)

Mi hermano mayor era el único de nuestra familia que tenía la piadosa costumbre de visitar la tumba de nuestros seres queridos. Mi madre no tenía interés en ir al cementerio. Mi hermano, después de muchas peticiones, finalmente la convenció de unirse a él y a su familia. Cuando ella leyó la inscripción en la tumba de su esposo, quedó impactada de ver su nombre y fecha de nacimiento, esperando solamente por la fecha de muerte. Su respuesta fue típica de su alegría de vivir: “Llegaré en su debido momento. Mientras tanto, tengo vida por vivir.” ¡Luego empezó a hacer una danza irlandesa en la tumba!

ORANDO A NUESTRA MANERA EN LA VIDA

EL MENSAJE DE TERESA


Las historias del Evangelio y las parábolas son una invitación a ver nuestra realidad en una nueva luz, un nuevo punto de ventaja. Y así es, también, como encontramos a la persona de Jesús. Es una oportunidad para hacer a un lado nuestra visión distorsionada del mundo y entrar al mundo real. Esto es lo que quiere decir Teresa con Orando a Nuestra Manera en la Vida. Es así como somos realistas.

En la tradición Carmelita, en donde Teresa fue beneficiaria tanto como contribuyente, la transformación personal y la unión con Dios son la parte central. Expresan el destino de cada ser humano. Una parte muy valiosa de esta transformación es la eliminación de la falsa conciencia que nubla y engaña toda la experiencia humana. Un elemento importante de esta transformación es la visión de la muerte enraizada en el Evangelio. La gracia de Dios particularmente, en Jesús, está llamándonos a salir de esta oscuridad y entrar a una nueva luz. Para Teresa, este es el viaje de lo irreal hacia lo real.

Oración, a través de una transformación de conciencia, lleva a un entendimiento más claro y más exacto y a la aceptación de la muerte. Esta visión nos trae a una forma de vida que se enfoca en la meta final: ser uno con Dios. Con esta mentalidad, somos libres del cautiverio del miedo y el horror. Lentamente, vemos la muerte por lo que es: un pasaje a la vida.

La oración, lenta pero segura crea un nuevo corazón en la imagen de Cristo Jesús. Es un pasaje gradual del egocentrismo a la dadivosidad. Este movimiento, de uno mismo hacia Dios como centro, cambia el cómo vemos la muerte. Hay un movimiento lejos de la negación y el rechazo. Ser realista es la clave que lentamente nos permite ver la muerte más bondadosa, como un paso en el camino para volvernos uno con Dios.

Conforme Teresa creció en sabiduría, la meta de vida como unión con Dios se volvió más clara y una fuente de energía y dirección. Esta claridad sobre su destino le ayudó a ver la vida en una forma diferente. También le ayudó a ver la muerte tan sencilla como un paso en el proceso de buscar estar unida con Dios. Esta idea de la vida y de la muerte fue parte de su madurez espiritual.

Ser realista significa que no nos alejamos de la vida en nuestra espiritualidad sino que nos movemos hacia la vida. Liberamos nuestra mente y corazón de ilusiones y decepciones que mueven la realidad para hacernos el centro. Ser realista es solamente enfrentar la verdad: Dios es el Creador, y necesitamos aceptar las consecuencias de eso. Somos las criaturas. Esto es verdaderamente nuestra realidad. La oración es el puente de nuestro egocentrismo hacia Dios como nuestro centro.

El mensaje de Teresa enfoca toda nuestra energía en este llamado para ser uno con Dios. Si te queda, guárdalo. Si no, déjalo ir. La oración es la medida con la que se juzga la autenticidad de la experiencia humana. La oración es nuestra respuesta a la auto- revelación de Dios. Nos dirige hacia la vida de Dios, que mora en nuestro centro más profundo. Lo que nos empuja hacia la vida de Dios, donde estamos guardados. Lo que no descartamos.

El viaje hacia el centro, lejos de la mediocridad hacia la verdadera fidelidad, es un crecimiento en conciencia que nos permite entender la diferencia entre el falso ser y el verdadero ser.
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