El reino de Dios está cerca

Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario 

Marcos 1: 21-28 

Estimados amigos, Marcos usa el pasaje de hoy para fijar la escena de la historia dramática de su Evangelio. Es una historia del último conflicto del bien y el mal. Concluirá con el drama de la victoria final del bien en la aparente derrota con la muerte de Jesús que, en verdad, solamente fortalece el poder de la victoria de todo lo que es bueno en la Resurrección.

Para los judíos en el tiempo de Jesús, los demonios eran mucho más que lo descrito en una sola posesión de un individuo. Ellos eran la expresión de todo lo que era el mal, todo lo que cortaba la libertad de la gente. Esto era verdad especialmente para las enfermedades, los desastres de la naturaleza y el poder destructivo del régimen opresor romano.

El hecho de sacar demonios de un hombre poseído por parte de Jesús era una señal poderosa de la venida de una nueva era. Era una expresión del gobernador de Dios en la persona de Jesús.

Cuando Él dijo, “El tiempo se ha cumplido. El Reino de Dios está cerca.” (Marcos 1: 15) la batalla entre el bien y el mal había comenzado. Él vino para sacar todo aquello que restringe la libertad de todos nosotros. Él vino para liberarnos de la opresión y posesión en todos los niveles de su poder en nuestro medio. Los “demonios” de nuestro tiempo vienen en diferentes tamaños y formas en nuestras vidas personales: las seductoras ilusiones del consumismo, la grandiosidad de nuestro egoísmo que con frecuencia está fuera de control, las ambiciones de poder y el dinero, el uso del sexo que ni aumenta la vida ni el amor, el horror de las adicciones a las drogas, alcohol, apuestas y muchos otros dioses de nuestros tiempos. Luego está el área de la salud mental que puede ser tan frágil y tan destructiva cuando falla y pasa a ser una expresión de libertad saludable.

De igual manera, los “demonios” de nuestra vida social y económica destruye nuestra libertad: desempleo, injusticia económica en la distribución de los bienes de la sociedad y en las oportunidades, la insalubridad y los desperdicios de guerra, la violencia engendrada por el abuso de drogas. Estos y muchos más son simbolizados en el conflicto de Jesús y el demonio.

El componente clave de este conflicto del bien y el mal es la libertad que Jesús trae al hombre poseído. Él nos abre a la oportunidad de libertad también cuando dice una vez más frente a nosotros, “El reino de Dios está cerca, arrepiéntanse y crean en el Evangelio.”

Con mucha frecuencia, las cargas de nuestra vida y los conflictos parecen estar fuera de control, así que están más allá de nuestra habilidad para manejarlas. Parece que nuestra libertad está perdida y nosotros estamos poseídos por las circunstancias de nuestras relaciones rotas tanto personales como sociales y económicas.

El Evangelio de hoy nos dice que no todo está perdido. La esperanza es más que posible. Necesitamos volver a Jesús en fe, confianza y entrega. Él, nuevamente lanzará los demonios de nuestra opresión y posesión. Para hacer esto necesitamos escuchar y aceptar a Aquel que ofrece “Una nueva enseñanza con autoridad” (Marcos 1: 27) Necesitamos “Arrepentirnos y creer en el Evangelio.” (Marcos 1: 15)

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