Segundo domingo de adviento

Isaías 40: 1-5, 9-11; 2 Pedro 3: 8-14; Marcos 1; 1-8 

Estimados amigos,

No hay líneas rectas en los Evangelios. Todos ellos están cargados con una profundidad especial y con poder. Así que cuando Marcos se refiere a Isaías cuando presenta a Juan el Bautista, es de gran importancia. No es simplemente como si la referencia de Juan fija su llegada. Por el contrario, la llegada de Juan está anunciando las largamente esperadas promesas de Isaías.

Más que ningún otro libro del Antiguo Testamento, Isaías está lleno con el mensaje de esperanza y liberación. Lleno con la esperanza impregnada de nueva vida y de un nuevo día en la venida del Mesías.

Aquí hay unos pocos versículos de esta explosiva proclamación del nuevo día por venir.

“Sube a un alto cerro tú que le llevas a Sión una buena nueva. ¡Haz resonar tu voz, grita sin miedo, tú que le llevas a Jerusalén la noticia! Diles a las ciudades de Judá: «Aquí está su Dios»

En Isaías 25 leemos: “…sino que hará justicia a los débiles y defenderá el derecho de los humildes del país…el lobo habitará con el cordero, el puma se acostará junto al cabrito, el ternero comerá al alado del león y un niño chiquito los cuidará…el niño jugará en el nido de la víbora…no cometerán el mal, ni dañarán a su prójimo en todo mi Cerro Santo.” (Isaías 11: 4-9)

Un ejemplo final de este increíble mensaje de esperanza por un nuevo día es: “En este cerro quitará el velo de luto que cubría a todos los pueblos y la mortaja que envolvía a todas las naciones. Y destruirá para siempre a la muerte. El Señor Yahvé enjugará las lágrimas de todos los rostros; devolverá la honra a su pueblo, y a toda la tierra, pues así lo ha dicho Yahvé.” (Isaías 25: 7-9)

De manera que cuando Juan empezó a predicar un bautismo de arrepentimiento, lo hizo a personas no tan diferentes a nosotros hoy en día. Le predicó a un pueblo que anhelaba la liberación de la desigualdad y la opresión, un pueblo atrapado en las sutiles y abiertas expresiones de violencia y ataques a la dignidad humana, un pueblo anhelante de sanación y paz, un pueblo anhelante de liberación de la pandemia.

Cuando Juan dijo “Detrás de mí viene uno con más poder que yo…” (Marcos 1: 7), el Bautista estaba desenvolviendo la conclusión llena de esperanza de todo el Antiguo Testamento. La promesa de Dios a Abraham, repetida una y otra vez, estaba cerca de cumplirse. Las consecuencias del pecado serían borradas con la llegada del Salvador. La enfermedad, la ignorancia, el prejuicio y la violencia serán cambiadas por salud, verdad, justicia y paz. La muerte perderá su aguijón y la vida eterna será nuestro destino. En todas las cosas, el amor prevalecerá. En verdad, necesitamos abrir nuestros corazones a la esperanza que llena el mensaje de adviento. Necesitamos liberar nuestros corazones del temor y el llanto para gritar en esperanza ¡Ven, Señor Jesús!

Sobre todo, estamos llamados a anhelar esta esperanza de transformación que empieza ahora cuando aceptamos la petición del Bautista para arrepentirnos y estar abiertos a la petición de Jesús para amar.

En Cristo 
Padre Tracy
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