MATEO Y SU LECCIÓN DE VIDA EN LA IGLESIA-II


En Mateo 18: 5, hay una transición, Jesús dice: “Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe”. Este nuevo énfasis es de la humildad al servicio. Estamos llamados a reconocer y responder a aquellos que son marginados y abandonados como miembros de la comunidad. Más adelante en Mareo 25: 31-46 Jesús nos dirá que Él está presente en los miembros más pequeños. Los hambrientos, los sedientos, los desnudos, aquellos que guardan prisión. Somos advertidos de no llevar a estos miembros más débiles de la comunidad al pecado. Los individuos y la comunidad sufren daño excesivo por tan horrorosa acción. 

Finalmente, esta conciencia por los más pequeños que son marginados es resaltada en la parábola de la oveja perdida. Aquí la extravagancia del amor de Dios es subvalorado en la verdadera idea indignante de dejar a las 99 por una. No hay manera de que tenga sentido otra decisión que no sea por principio para entender el enorme amor de Dios por cada ser humano.

Uno de los títulos más importantes del Papa es el de Sirviente de los sirvientes de Dios. Este título es una expresión de Mateo 18. Cualquier comunidad necesita una distribución de roles y un sentido de orden. Este mensaje de Jesús en Mateo 18: 1-14 es que todo el liderazgo y responsabilidad debe ser fundamentalmente una expresión de servicio humilde.

Ya sea una bienvenida a un grupo nuevo a la parroquia o un influjo de una población inmigrante para una orden religiosa o gente nueva para ministrar en una parroquia o una decisión de un pastor para aceptar la guía del concejo pastoral y el comité de finanzas o los otros casi innumerables temas de potencial conflicto, donde quiera que haya cristianos reunidos, en el estándar de oro o en el Evangelio es humildad y servicio. Con humildad y servicio, los problemas no se alejan, y con frecuencia, no son resueltos tampoco. Hay, sin embargo, una atmósfera de paz dadora de vida. El grupo no se desenfoca. Los chillidos agudos que drenan la vida del ego no distorsionan la agenda. El poder sanador del Espíritu se libera para llamarnos al servicio humilde para los más “pequeños”

En su gloriosa exhortación La Alegría del Evangelio, el Papa Francisco tiene un estribillo constante que debemos llevar a la gente que está al margen, los más descuidados. Él nos exhorta a nunca descuidar el servicio a “aquellos que son los menos, aquellos que la sociedad descarta” (# 95)

El Papa Francisco dice que seguir a Cristo demanda una sinceridad al desafío de inclusión del Evangelio que siempre está expandiéndose. Hay muchas formas en las que tendemos a marginar a aquellos que son diferentes, junto con pasar por alto a los pobres. El Papa señala que los grupos cristianos deben enfrentar el desafío de ir más allá de las palabras a la acción. Fallar al concretizar el Evangelio, ellos “serán llevados fácilmente en una mundanalidad camuflada por prácticas religiosas, reuniones improductivas y charlas vacías” (# 207) Estamos llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación de los pobres, preparándolos para ser parte complementaria de la sociedad. Esto lo lleva a concluir, “quiero una iglesia que sea pobre para los pobres” (# 198) Eso está muy cerca de lo que Jesús está enseñando en Mateo 18: 1-14.

LA COMUNIDAD DE LA RECONCILIACIÓN


Yo fui Pastor de una parroquia multicultural en el centro sur de Los Ángeles durante 20 años. Era predominantemente hispana con un grupo de afroamericanos mayores. Los mexicanos eran dominantes entre los hispanos que incluían salvadoreños, guatemaltecos y beliceños que eran hispanos y afroamericanos.

Cuando la gente me preguntaba ¿Cuántos miembros tienes en tu parroquia? Yo decía “estoy seguro que Dios sabe eso pero yo no tengo ni idea.” El miércoles de ceniza, había miles más que en un domingo ordinario. En otras fiestas culturales también había un gran influjo de visitantes. Luego experimenté otros encuentros en mis caminatas frecuentes por el vecindario. Me encontré con un número incontable de personas que se hacían llamar católicos pero que nunca los vi en la reunión de la comunidad de fe.

La segunda sección de la enseñanza de Mateo sobre la iglesia en el capítulo 18 (Mateo 18: 15-20) levanta algunos problemas verdaderamente desafiantes sobre la iglesia como comunidad. Es mucho más complicado que simplemente dar una lista exacta de feligreses. La primera sección de Mateo 18 (Mateo 18: 1-14) nos muestra la enseñanza de Jesús sobre la iglesia como comunidad de amor. Está siempre expandiendo las fronteras para ser más inclusiva. Está dando la bienvenida constantemente, especialmente a los marginados y descuidados.

El perdón y la aceptación del pecador es la moneda del reino para cualquier comunidad cristiana auténtica. Por otro lado, debe haber una justicia que va más allá que lo de los escribas y los fariseos. (Mateo 5: 20)El Reino, que es el centro de las enseñanzas de Jesús, implica demandas éticas para aquellos que están comprometidos a vivirlo y proclamarlo. Balancear estos tres puntos de inclusividad, perdón y verdadera justicia es un desafío sin fin para cualquier comunidad cristiana fiel a las enseñanzas de Jesús.

Esta parte de Mateo 18 (Mateo 18: 15-20) nos llama a una comunidad de vida que demanda una interacción significativa y costosa. Dios valora el compartir y el compromiso personal de unos a otros. El dar y tomar del vivir en comunidad es claramente parte del plan divino para la salvación. Cuando la interacción tiene lugar entre gente defectuosa y pecaminosa, seguramente habrá conflicto, aún entre hermanos y hermanas. Esforzándose para vivir los valores del reino. Dios usa nuestro quebrantamiento para liberarnos de un mundo estrecho dirigido por el ego. El mensaje de Jesús es dirigido primeramente a los pecadores. Los santos entrarán en juego más adelante en el viaje.

La comunidad regida por el Evangelio debe tener estándares. Estas normas necesitan guiar el estilo de vida de los individuos. Las personas no son libres para poner sus propias reglas. De igual manera, ninguna comunidad puede evitar enfrentar hostilidades y daños personales entre los individuos. La habitual violación de los valores de la comunidad deber ser enfrentadas. Debe haber una estructura de reconciliación para dirigir estas situaciones.
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