El discipulado y el reino

I

RESPONDIENDO A NUESTRO DILEMA

Es realmente difícil ver las noticias de la tarde o leer el internet o el periódico con un corazón abierto. Cualquier reporte honesto y objetivo de los eventos que son realmente importantes tienen un mensaje claro y sencillo. El mal continúa reinando en nuestro mundo. No es de sorprenderse de lo mucho que nuestra actividad está conectada a las distracciones superficiales. Nuestro sentido de la futilidad y la impotencia son difíciles de evitar.

En el inicio de El Camino de la Perfección Teresa de Ávila también expresaba un sentido de impotencia sobre el mundo quebrantado de sus días. Ella vio una iglesia perdida en la mediocridad. El horror de la revuelta eclesial y la violencia política consiguiente la dejaron sintiéndose impotente. Su respuesta fue entrar más profundamente en el Evangelio. Esto llevo a la reforma de la vida en los conventos Carmelitas emergentes de su visión.

La fuerza dirigente de su esfuerzo fue la pasión de esta santa Carmelita para vivir el Evangelio en la forma más auténtica posible. Ella se sobrepuso al sentido de vulnerabilidad en medio de la violencia y odio del mundo y una comunidad de fe sufriendo la negligencia de los valores del Evangelio por todos lados. Ella se volvió hacia Jesús para liberarse de este dilema humano tan común.

“Como resultado, resolví hacer lo mínimo que estaba en mi poder, que es, seguir los mandamientos evangélicos tan perfectamente como se pudiera y esforzarme para que esta pocas personas (las monjas de su primer convento) que Vivian aquí hicieran lo mismo.” (Camino. 1.2)

Teresa entendió claramente que el discipulado significaba caminar con Jesús a Jerusalén. Este es el paso de la muerte a la vida. “El que quiera seguirme debe negarse a sí mismo, cargar su cruz y seguirme.” (Marcos 8: 34) el viaje cristiano abre a la persona a un cambio lento pero radical. Está la transformación total de la conciencia de uno, los valores y el compromiso. La actitud de uno hacia el dinero, las propiedades y las posesiones está atrapado en el cambio completo del Evangelio del inicio y del final, el liderazgo del sirviente y el hambre por justicia para los últimos de los hermanos y hermanas. El discipulado en los pasos de Jesús abre nuevos horizontes en todas las relaciones. El amor identifica nuevos entendimientos de sacrificio y generosidad. Hay un movimiento constante que se aleja de la comodidad de la auto-absorción. Un hambre por la voluntad de Dios regularmente llevará a poner menos énfasis en uno mismo y más en el prójimo.

Teresa entendió el poder y la belleza de la revolución del Evangelio. Hay una capacidad en el verdadero discipulado que ilumina el misterio escondido de nuestra vida. Jesús es verdaderamente la luz reveladora del misterio de Dios. Seguir a Jesús es la última elección del bien sobre el mal. No necesitamos estar en un convento contemplativo para aprovechar la visión liberadora de Teresa. Todos tenemos un sentido de impotencia cuando encontramos verdaderamente el mal que prevalece en nuestro mundo. Ya sea la violencia en las calles, las masacres con armas de fuego, la presencia de la pobreza en grandes areas del mundo, la maldición continua de la expansión del aborto, el ataque permanente al medio ambiente en nuestro mundo y esto es solo el inicio de la lista.

Teresa nos dice no rendirnos a la injusticia y la negación. La vida autentica del mensaje del Evangelio es una respuesta singular y poderosa que envuelve la parálisis de la impotencia. En las huellas de Jesús nuestra debilidad nos lleva al poder de Dios. Nuestra oscuridad da paso a la luz. Los patrones del Evangelio de cambio completo son están en la punta de nuestros dedos cuando Jesús crece en nuestro corazón. Nosotros nos unimos a Jesús al elegir el bien sobre el mal.

II

JESÚS Y EL REINO

Cuando Jesús inició su ministerio público, el anhelo universal por el Mesías era la realidad dominante. La pregunta era qué clase de Mesías se definiría en la vida de Jesús.

Jesús sabía que la profundidad del conflicto básico del bien y el mal demandaría que él se volviera el Mesías sufriente. A principio de Marcos 3: 6 los líderes de todos lados empiezan el complot para su muerte. Su pasaje de la muerte a la vida, en aquel entonces y ahora, es el misterio dador de vida del mensaje cristiano. Jesús proclamó, “El reino de Dios está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio.” (Marcos 1: 14). En todo su tiempo de vida, muy pocos estuvieron listos para aceptar un Mesías crucificado como la pieza central de la Buena Nueva del amor de Dios.

Había un segundo mayor obstáculo para la proclamación del reino de Jesús. La gente estaba anticipando una transformación completa por la repentina explosión de la actividad salvadora de Dios. Jesús tenía un plan diferente. Él insistía en que sus seguidores participaran tomando su cruz y siguiéndolo. El discipulado iba a ser un instrumento de la venida del reino.

Aun en la escena de la ascensión, los primeros discípulos no entendían. Ellos preguntaron, “Señor, es en este momento que vas a restaurar el Reino de Israel” (Hechos de los Apóstoles: 6) Jesús les dijo que dejaran eso en las manos de Dios. Su tarea es predicar el Evangelio hasta los últimos confines de la tierra. Lentamente, ellos comprendieron que caminar con Jesús significaba vivir una vida de amor y servicio. Esta vida en las huellas de Jesús sigue trayendo la conquista del amor de Dios a la batalla del bien y el mal. La venida del reino sigue en el compromiso de fe de todos los seguidores de Cristo y la gente de buena voluntad. Donde sea hay amor, está la continua conquista del odio, de la división, del prejuicio que deshumaniza todo. Donde sea que haya amor, no importa que tan pequeño y escondido esté, es como esa semilla que es la más pequeña de todas y que cuando se convierte en árbol anida a todas las aves del cielo. (Lucas 13: 18-19)

Todas las enseñanzas de Jesús llaman a sus discípulos a compartir su actividad salvadora para traer el tan esperado Reino de Dios. Todas sus enseñanzas llevan a una conversión personal y participación en la batalla básica entre el bien y el mal. El mensaje del Evangelio señala a un cambio total donde “Si alguno desea ser el primero, tendrá que ser el último de todos y el sirviente de todos…” (Marcos 9: 35) “Cualquiera que busque conservar su vida la perderá, pero el que la pierda la salvará.” (Lucas 17: 33). “Porque aquel que es el más pequeño de entre ustedes es el más grande,” (Marcos 9: 48). De igual manera, el mensaje del Evangelio de siempre expandir la inclusión de los demás es evidente en “El más pequeño de mis hermanos o hermanas…” (Mateo 25: 40), y la parábola del Buen Samaritano que nos dice “Vayan y hagan lo mismo” (Lucas 10: 37). La tarea del Evangelio nos impulsa a expandir incansablemente nuestros horizontes y a romper nuestros límites para vencer el mal y buscar el bien.

Jesús fue claro en la parábola de la cizaña y el trigo. La batalla del bien y el mal continuará hasta el final. “Déjenla crecer hasta la cosecha…primero recolecten la cizaña y la echan al fuego; y recojan el trigo en mi granero.” (Mateo 13: 30). La tarea de los discípulos es permitir que la vida de uno sea testigo trayendo amor, luz, verdad y sanación a un mundo atrapado en la oscuridad, aislamiento, división y destrucción de odio y egoísmo.

“Como el Padre me ama, así los amo. Permanezcan en mi amor” (Juan 15: 9) Esta fidelidad a la misión cristiana es compartida en el amor salvador de Dios. Esta es la realidad fundamental de vencer el mal con la siempre en expansión presencia del amor en el corazón humano. Este amor demanda y produce servicio. Este amor obliga a la acción responsable. Este amor no tiene ningún significado si no hay conciencia por los necesitados y los pobres. La comunidad cristiana siempre estará expandiendo las fronteras para incluir a los culpables y a los olvidados. Habrá acción pero esta acción debe estar enraizada en el amor que trae la victoria de Dios sobre el mal que es el Reino.

III

Teresa entendió la llamada de Jesús para participar en la venida del Reino. Ella vio que vivir el evangelio verdaderamente, aun con los aparentes limites severos de un convento de enclaustro nos conecta con el poder de Dios. La aparente debilidad y ocultamiento y retiro en el convento nos volvió a todas piedras de tropiezo en la realidad del amor salvador del Evangelio.

Teresa fue más allá. Ella fue claramente profética al hablar contra la violencia como un instrumento del Reino. Teresa vio su pequeño grupo de monjas enclaustradas siendo una poderosa casa del amor en la lucha contra el mal. Sus oraciones serían una fuente de fortaleza y gracia para los proclamadores del Evangelio. Ella no tenía lugar para la violencia. “Para nosotras, yo he dicho que es el brazo eclesiástico y no el secular, que nos salvará” (Camino de la Perfección 3.2) Teresa vio claramente que era el poder del Evangelio y no el poder del canon el que traerá la verdadera libertad que el corazón anhela. Raras veces hemos reconocido esta verdad o historia.

IV

CONCLUSIÓN

Hemos encontrado el tesoro que estaba escondido en el campo. Simplemente al vivir nuestra vida en fidelidad al Evangelio, podemos hacer una diferencia. Cada acto de amor, cada expresión de compasión, cada simple despliegue de conciencia, cualquier movimiento para la reconciliación son verdaderamente nuestra elección de la vela sobre la oscuridad.

Dios está en nuestra vida. Esta es la venida del Reino. El regalo de Dios de total libertad. Ya que Dios nos ha elegido para participar en esta revolución de amor. Cada día despertamos en un lugar específico con relaciones significativas y responsabilidades claras. Nuestra auténtica respuesta en amor a la situación concreta en nuestra vida hace una diferencia en nuestro mundo.

Necesitamos entender el poder que tenemos en el fluir ordinario de nuestra vida. Cuando seguimos caminando con Jesús, cosas buenas, grandes y pequeñas nos suceden. Esta es la tarea de nuestra vida diaria: permitir que fluya el amor de Dios por medio de las alegrías y las luchas de nuestra vida en medio de la continua batalla del bien y el mal. Caminar en las huellas de Jesús nos empodera para hacer una diferencia. Ya sea que nos toque cambiar pañales o ajustar la hora en el reloj, ser un buen vecino o un ciudadano responsable, alimentar al hambriento o adorar a nuestro Dios, donde hay amor el mal se aparta. El Reino está evolucionando lentamente. La paz sigue echando raíces. La justicia sigue floreciendo. ¡El Reino está sucediendo!
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