Tercer domingo de Cuaresma

 JUAN 4: 4-42

Queridos amigos, La historia de hoy de la mujer samaritana es la primera de tres que dirigen la realidad de nuestra humanidad pecadora siendo llamada a la salvación en esta cuaresma. El hombre ciego y la resucitación de Lázaro  concluyen la poderosa invitación de Juan al poder salvador de encontrar a Jesús en nuestra vida.

Hay nivel tras nivel de mensajes en el Evangelio de hoy. Quiero desarrollar la belleza de ser incluido en un diálogo de salvación con un Dios muy persistente.

Inmediatamente, la mujer básicamente rechaza cualquier clase de diálogo.  Que un hombre y una mujer estuvieran hablando en público era una gran violación de las costumbres. Luego añada los siglos de hostilidad de los judíos y los samaritanos y tendrá una situación explosiva. Es como si ella le dijera a Jesús. “Tú verdaderamente eres un hombre ignorante al pedirme de beber. ¿Tienes idea de cuántos problemas puede traer esto para ambos?


Jesús le corta sus defensas en la primera de muchas veces. Pronto Él le pregunta por su esposo. Ella se vuelve una teóloga con Él para evitar este tema tan delicado. Sus relaciones son la última cosa de lo que ella quisiera hablar.

Jesús persiste. Como antes, Él toma su respuesta y va más profundo y Sus verdades hacen burbujas hasta la superficie. Eventualmente, ella toma un sorbo. Libera sus temores y resistencia. Ella pronto descubre que aquí hay algo bueno para ella.

Cuando ella finalmente se abre a Jesús, experimenta una nueva libertad y un poder más allá de sus sueños.  Ella suelta la carga de su desgracia y todo el otro equipaje destructivo que estuvo con ella a lo largo de su vida con el dolor en su corazón.

Ella abraza el agua viviente de Jesús y empieza a comprender que esto es lo que ella había estado buscando en la confusión y auto decepción que había sido la fuerza que conducía su vida.

Como Jesús había dicho antes a sus discípulos, ahora ella proclama a sus conciudadanos, “Vengan y vean” ellos van y estan gozosos por lo que encuentran.

Esta es una historia de salvación  y como funciona. Es nuestra historia. Nuestro Dios es paciente y un Dios persistente que está abierto a nuestra búsqueda, nos acepta en nuestros quebrantamientos y tiene una invitación permanente al agua viva. Como con la mujer samaritana, que también es un símbolo de la pecaminosidad humana, Dios nos está esperando. El diálogo de nuestra experiencia de vida  está impregnada con la posibilidad de la nueva vida que trae el agua viva. Conforme nos rendimos gradualmente nuestros miedos y defensas, estamos listos para admitir y nombrar nuestra sed. Es de tal profundidad y magnitud que solamente Jesús puede aplacarla con el poder de Su palabra que es el agua viva.

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