EL INTERRUPTOR CONTEMPLATIVO


Teresa de Ávila traza un mapa para buscar a Dios en su clásico sobre la vida espiritual, El castillo interior. Describe siete etapas o lugares de morada. Para la mayoría de nosotros, el tercer lugar de morada es el más relevante para nuestra búsqueda.

El paso de la tercera morada a la cuarta morada en el Castillo Interior parece irrelevante para nuestra vida actual. La realidad, sin embargo, es otra. El estancamiento en las terceras moradas es la razón por la que tenemos tantas disputas dentro de los grupos cristianos y entre los seres queridos. Es la raíz de tanta tensión en las reuniones de personal y en la mesa. Es la fuente de muchos de nuestros problemas en las relaciones personales y en la división entre grupos.

El cambio contemplativo, este movimiento de la tercera morada a la cuarta morada, ocurre cuando experimentamos una profunda sensación de ser amados por Dios. Esto nos ayuda a aceptarnos a nosotros mismos tanto en nuestro quebrantamiento como en nuestros dones. Comenzamos a esperar y a escuchar a Dios. Estamos más abiertos a ser enseñados por Dios. El deseo de controlar a Dios continúa disminuyendo. Ahora nuestra oración es que Dios nos libere para amar con un corazón puro.

al describir este camino, Teresa nos ofrece un mensaje profundamente pastoral y práctico. Sus enseñanzas abren grandes perspectivas de un posible nuevo entendimiento y reconciliación.

El cambio contemplativo, que avanza hasta la cuarta morada y el comienzo de la contemplación, se basa en estas enseñanzas fundamentales de Teresa:

1. Habiendo llegado a las terceras moradas, la persona está en un buen lugar debido a una conversión moral significativa.

2. La tensión en este punto del viaje espiritual contrasta el llamado de Dios a seguir adelante con el deseo de la persona de establecerse y disfrutar del progreso.

3. La gran dificultad es que el egoísmo flagrante de las moradas anteriores ha pasado a la clandestinidad. Ahora emerge en el manto de la virtud que alimenta la justicia propia y la hipocresía de una manera que es destructiva y divisiva en todos los niveles.

4. Este egoísmo recién oculto es el obstáculo dominante para el progreso. "Soltar y dejar ir a Dios" es un pasaje largo y arduo. Teresa vaciló en torno a esta decisión durante casi dos décadas, a pesar de una fiel vida de oración.

La enseñanza de Teresa sobre este cambio contemplativo apunta a tres posibilidades:

1. el rechazo de la llamada de Dios, que conduce a la división, a la hostilidad y al conflicto;

2. la llamada a la lucha para salir adelante que abra posibilidades de crecimiento y reconciliación;

3. Rendirse a la llamada de Dios que conduce a las semillas de la paz, la armonía y la justicia en la contemplación.

En su testimonio personal, La alegría del Evangelio, el Papa Francisco hace una descripción vívida de este fracaso de "avanzar", renunciando a la batalla para ir más allá de las terceras moradas:

"Los que han caído en esta mundanidad miran desde lo alto y desde lejos, rechazan la profecía de sus hermanos y hermanas, desacreditan a los que plantean preguntas, señalan constantemente los errores de los demás y se obsesionan con las apariencias. … Esta es una tremenda corrupción disfrazada de bien. Tenemos que evitarlo haciendo que la Iglesia salga constantemente de sí misma, manteniendo su misión centrada en Jesucristo y su compromiso con los pobres. Dios nos libre de una Iglesia mundana con adornos espirituales y pastorales superficiales. Esta mundanidad asfixiante solo puede ser sanada respirando el aire puro del Espíritu Santo que nos libera del egocentrismo envuelto en una religiosidad exterior desprovista de Dios". (#97)

He aquí algunos ejemplos concretos de la vida parroquial del ego que opera en nombre de la virtud y que causa estragos y división. El mismo principio es operativo en la vida familiar, en el trabajo y en la comunidad en general.

• un ministro de la Eucaristía que insiste en distribuir el "pan" y no el "cáliz";

• un grupo étnico que celebra la unidad y el amor a la Eucaristía mientras está intensamente enojado con otro grupo étnico de la parroquia que vende ropa usada afuera durante la Misa;

• un párroco sordo y ciego cuando se trata de las recomendaciones del consejo parroquial y del comité económico;

• padres que son incapaces de recibir cualquier crítica de su hijo por parte de un maestro;

• la culpabilización crónica de "esa gente" por la cocina sucia a pesar de que no tienen idea de quién fue la última vez que usó las instalaciones.

Estos son solo los petardos de la vida parroquial. Las minas terrestres más destructivas de la división étnica y las luchas por el poder son ejemplos de los muchos acontecimientos dolorosos que desafían constantemente la unidad. El clericalismo, el abuso de poder de algunos obispos y el hambre de control de la burocracia vaticana son algunas de las muchas fuerzas que alejan a la Iglesia de los valores evangélicos. El llamado del Papa Francisco a una "revolución de la ternura" parece muy lejano.

Teresa tiene esta declaración poderosa y relevante en esta crisis de "ascender" de las terceras moradas a las cuartas moradas. Teresa lo describe de esta manera: "Con la humildad presente, este estado (tercera morada) es excelente. Si falta la humildad, aquí permaneceremos toda nuestra vida y con mil aflicciones y miserias. Porque, como no nos habremos abandonado a nosotros mismos, este estado será muy laborioso y gravoso. Caminaremos cargados con este lodo de nuestra miseria humana, lo cual no sucede con los que suben a las habitaciones restantes". (Castillo interior: 3.2.9)
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