Decimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario
Juan 6:24-35
Queridos amigos, La gente del Evangelio de hoy estaba contenta con la comida gratis de pescado y pan, pero tenían sus ojos puestos en apuestas mucho más grandes. Esperaban que Jesús fuera la respuesta a los siglos de antigüedad anhelando un regreso a la gloria para Israel. Tenían visiones de un nuevo día de prosperidad y riqueza. El hambre en sus corazones era más profunda que el hambre en sus estómagos. Esperaban que Jesús fuera el Mesías tan esperado, el que finalmente cumpliría las promesas que impregnaron los 2000 años de historia de la nación judía.
Jesús, a su vez, les ofrece una alternativa muy diferente. Jesús fue muy capaz de ver más allá de sus deseos de poder y gloria, riqueza y privilegio. Jesús sabía bien que había una gran diferencia entre lo que la multitud quería y lo que realmente necesitaba, la invitación de Dios a la vida eterna.
Hoy, tenemos la segunda de cinco selecciones del Evangelio de Juan sobre el Pan de Vida. El mensaje de hoy es que Jesús, como el Criado de la Vida, es nuestra apertura a la maravilla del amor de Dios que nos llama a la vida eterna. Esta realidad atractiva del reino de Dios es la felicidad gozosa sin fin y la plenitud del amor en unión con Dios. En dos semanas, encontraremos a Jesús como el Pan de Vida en el don vivificante de la Eucaristía que nos llama a este futuro jubiloso.
En el diálogo, la gente llama a Jesús "rabino" pero no quieren que se les enseñe. Tienen su propia agenda. Quieren un pan diferente al que Jesús estaba ofreciendo. Compraron el pan que perecería y no el pan que traería vida eterna. Contrariamente a sus anhelos, Jesús, como el Pan de Vida, se presentaba a sí mismo, junto con sus enseñanzas, como el verdadero camino hacia la felicidad sin fin.
Nuestro camino de fe lucha con estos mismos errores de cálculo. Estamos mucho más inclinados a ofrecer a Dios nuestro plan en lugar de estar abiertos al plan de Dios. Tenemos claro lo que queremos que Dios haga. Tenemos claro lo que necesitamos para ser felices. La mayoría de las veces, nos sorprendemos a nosotros mismos tratando de encajar a Dios en nuestros planes y proyectos.
Una gran parte de nuestro camino de fe es la lucha por ver y aceptar que Dios no ve las cosas tan claramente como son en nuestra mente y corazón. Vuelve a esa cuestión fundamental: cómo entender la diferencia entre lo que queremos y lo que Dios quiere para nosotros.
En el pasaje evangélico de hoy, Jesús es directo: "Trabajad, no por el pan que perece, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará... Esta es la obra de Dios, que ustedes crean en el que él envió". (Juan 6:27-29) La gente miraba al pasado en la experiencia del maná de sus antepasados y al futuro con sueños de riqueza y poder. Jesús los desafió a vivir en el presente aceptándolo como el verdadero Pan de Vida.
Cuando Jesús declara que él es el Pan de Vida, es la primera de siete afirmaciones de "Yo soy" en el Evangelio de Juan. Cada declaración muestra cómo Jesús satisface una necesidad humana básica y va mucho más allá de eso para ofrecer la vida eterna. Por eso, en el anuncio de hoy, "Yo soy el Pan de Vida", se nos ofrece el desafío de acogerlo en su persona humana y también de ver en él a alguien que revela al verdadero Dios.
Al igual que la gente del Evangelio de hoy, Jesús también nos está llamando a profundizar en el amor de Dios que todo lo consume por nosotros y por toda la creación. Jesús nos está abriendo a las hambres más profundas del corazón humano, un corazón que fue hecho para Dios y que no estará verdaderamente satisfecho hasta que sea alimentado por el verdadero pan que Dios revela y pone a disposición en Jesús. Jesús nos está diciendo que sus enseñanzas y su vida nos ofrecen el pan para saciar nuestra hambre más profunda, encontrando la felicidad en un amor que no conoce límites.
Juan nos muestra que Jesús nos está llamando en el largo camino para crecer en sabiduría. Nos invita a entrar más profundamente en la realidad de la vida. Jesús nos está diciendo que cualquier búsqueda significativa de felicidad y satisfacción debe pasar la prueba de la eternidad. ¿Nos llevarán nuestras decisiones a la vida eterna? Lo que queremos tiene que dar paso poco a poco a lo que necesitamos. Esto sucederá cuando mantengamos nuestros ojos fijos en Jesús y caminemos en su luz y verdad. Comprender que Jesús es el verdadero Pan de Vida es nuestro boleto hacia un futuro bendecido. Nuestro desafío continuo es conocer y discernir el verdadero pan que desechará nuestra hambre para siempre. Mantén tus ojos fijos en Jesús y deja que él te hable su verdad.