QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

JUAN 12: 20-33 

Estimados amigos, Este pasaje de Juan es extraordinario de muchas maneras. Primero, en sí mismo, contiene una gran cantidad de mensajes de Jesús. Segundo, para una selección litúrgica, es de largo alcance por mucho más de lo usual.

Nos ayudará si lo leemos desde el contexto de nuestro viaje de Cuaresma. Estamos tratando de purificarnos y de liberarnos para entrar en el gran misterio de nuestra fe, la muerte y la resurrección de Jesús.

En los capítulos previos de Juan, Jesús había negado muchas veces que su “hora” había llegado. Ahora Él dice la “hora” está cerca. La “hora” es su glorificación en la muerte. El Evangelio de Juan es enfático en el sufrimiento de Jesús en la cruz es el medio de nuestra salvación. Esta conexión a nuestra salvación está capturada en el término, “hora”. El sufrimiento de la pasión y la cruz son centrales para la “hora” de Jesús así como lo fue la resurrección.

Jesús explica lo que le va a suceder en tres pasos. El primero es la necesidad de su muerte. El segundo, es la presentación de Jesús con su lucha interior. Tercero, las consecuencias de su muerte y la necesidad de nuestra propia respuesta a este acto final de gloria que está establecido para nosotros.

Jesús lo señala en forma directa y sencilla. Su muerte dará vida. La semilla aparentemente muere cuando es puesta en el suelo. Sin embargo, precede a la producción de vida en el nuevo trigo. Así también con Jesús, su muerte, y su derrota aparentemente total, es una fuente de vida para cada ser humano en la última victoria en la resurrección.

En una ruptura brusca del patrón usual para Jesús en el Evangelio de Juan, hay un despliegue de temor y confusión. Este es un momento muy humano y muy tierno. Luego el texto retorna a la determinación normal de Jesús. “Ahora está turbada mi alma; ¿Y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre” (Juan 12: 27-28)

La “hora” de Jesús coloca toda la carga de la decisión en la fidelidad en su momento de conflicto. Muchas otras decisiones seguirán en el curso de la vida de uno como los conflictos que no se quieren. Aquellos que aceptan el sufrimiento del Mesías serán libres del dominio de satán en este mundo y de todo su legado de pecado y muerte. La “hora” de Jesús, que es la gloria de Dios, provee el regalo de la vida eterna. Jesús “Levantado” en la cruz, ofrecerá el regalo de la vida y el amor para todos.

Cuando Juan usa el término “levantado”, hay un mensaje más profundo para nosotros. La exaltación del Cristo crucificado atraerá a toda la humanidad hacia el amor y la libertad de esta acción de gracia salvadora. Este es el punto más alto de la revelación del amor de Dios por la humanidad y por cada uno personalmente. Nuestro viaje de cuaresma, más que ninguna otra cosa, es una invitación para entrar en ese amor. Para aceptar esta llamada a la renovación, necesitamos abandonar el empuje incesante de nuestro egoísmo. Entre más pongamos nuestros ojos en el Cristo crucificado más fácil será nuestra conversión.

El Evangelio de hoy, que nos lleva por el sufrimiento de Jesús, nos invita a tomar una nueva conciencia. Necesitamos ver en el Cristo crucificado un camino a la nueva vida. Esto debería llevarnos a ver en nuestras muchas luchas humanas una oportunidad. Jesús ha abierto la puerta hacia la libertad de toda oscuridad en nuestra vida. Una nueva esperanza y nueva vida siempre están disponibles para nosotros en las huellas de Jesús.
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