PERSONAJES DEL EVANGELIO-4 (SAN LUCAS)


EL PERDÓN DE LA MUJER PECADORA

Estas diversas reflexiones sobre los personajes del Evangelio esperan mostrar la importancia de la oración personal profunda. En algunos ejemplos, la ausencia de esta oración también es reveladora.

Lucas 7:36-50


La comprensión adecuada de la posición normal en la mesa de la cena en el tiempo de Jesús aporta claridad a esta brillante historia del Evangelio. Los invitados no se sentaron a la mesa. Se reclinaron en sofás bajos sobre un codo. Esto explica cómo la mujer podía llorar cómodamente sobre los pies de Jesús y enjugarlos con su cabello.

Teniendo una comprensión clara de la geografía de la acción, uno puede entonces abordar la extrema humanidad de un pecador que se encuentra con la profundidad sanadora de la misericordia divina. No es tarea fácil imaginar la cantidad de lágrimas ni la profundidad de la emoción necesaria para limpiar los pies. A esto le sigue la intensa generosidad de la unción. La combinación de todas las acciones nos abre a una increíble expresión del sentimiento humano que conduce a la liberación de la vergüenza, la ansiedad y el tormento que era paralizante para la pobre mujer.

Esta maravillosa muestra de vulnerabilidad humana recibe una doble respuesta. Jesús la perdona, permitiéndole alcanzar esta intensidad de amor. Esto le permite tener una nueva profundidad de experiencia del amor divino tocando el hambre más profunda de su corazón, su destino de ser uno con Dios.

Por otro lado, Simón, el fariseo, se sorprende de que Jesús no la aleje. Para disgusto de la anfitriona, Jesús acoge sus acciones de incalculable ternura. Es obvio que Simón no comparte el profundo compromiso de Jesús con la aceptación y el perdón. La respuesta de Simon es mezquina y está envuelta en rechazo, hostilidad y condena. Simón había invitado a Jesús a su casa, pero no a su corazón. A diferencia de la mujer, Simon echa de menos la maravilla del amor y la misericordia que trasciende totalmente la pequeña violación de la etiqueta en el hogar sexista. Ante sus ojos, cegado por el ensimismamiento, Simón se pierde el drama de la salvación de una verdadera hija de Abraham.

Esta acción triangular entre Jesús, la mujer y Simón es un ejemplo perfecto de la primera bienaventuranza y del primer ay de Lucas.

"Bienaventurados los pobres, porque el reino de Dios es vuestro". (Lc 6:20)

La mujer se encontró encerrada en su vida de pecado. Era totalmente vulnerable. Su bienaventuranza llegó cuando se abrió en debilidad y vacío a Jesús. En su pobreza encontró la fuerza para liberarse de su esclavitud y volverse a Jesús.

Al otro lado del libro de contabilidad, Simón muestra lo contrario, la aflicción de ser rico.

«¡Ay de vosotros, ricos!, porque ya habéis recibido vuestro consuelo» (Lc 6,24)


Disfrutando de su aparente control, Simón se sienta listo para juzgar y condenar tanto a la mujer como a Jesús. Envuelto en los privilegios y el prestigio de su aparente posición de superioridad, Simón camina a ciegas en medio de la abrumadora belleza de la avalancha de misericordia y amor que Jesús ha desatado.

II

Jesús tiene la última palabra en este episodio: "Tu fe te ha salvado. Vete en paz". (Lc 7,50) El perdón que experimenta la mujer es una apertura que conduce a la vida eterna. Esta experiencia de ahorro implica una transformación personal. La mujer marginada y rechazada ahora es libre para servir de la manera más impresionante a los pies de Jesús el Salvador. Sus acciones generosas y simbólicas revelan la gracia salvífica de Dios en su vida y en toda la realidad.

Debemos ver en sus actividades la conexión con la profunda oración personal. La reflexión y la oración sobre su maravillosa historia nos ponen en contacto con Jesús, tan real como lo fue en la vida de la mujer. Nos abre a la posibilidad de la transformación personal. Nos permite vernos a nosotras mismas en la condición de marginada de la mujer. Revela el poder de nuestro vacío y pobreza como puerta de entrada a la misericordia amorosa de Dios.

Una vez más, vemos el don de los muchos personajes de los Evangelios. La oración personal profunda abre estos pasajes del Evangelio al autoconocimiento liberador y a la maravilla de nuestro Dios amoroso que brilla a través de Jesucristo.
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