CAMINANDO CON JESÚS


Como se mencionó en la introducción, un breve resumen de la Biblia es este: Dios es amor y Jesús nos muestra que es el amor. La meta de la vida cristiana es abrazar y vivir ese amor. Hacemos eso al seguir a Jesús. Esta es la llamada básica del Evangelio. Necesitamos mantener nuestros ojos fijos en Jesús, y aún más, necesitamos mantener nuestro corazón abierto a esta invitación: “Sígueme.” (Marcos 2: 14)

Jesús es siempre nuestra compañía y modelo conforme buscamos responder a las preguntas fundamentales de “¿a dónde vamos y cómo llegamos ahí?” seguir a Jesús va más allá de las enseñanzas de la iglesia, más allá de la lectura de la Biblia, más allá de cualquier devoción o cualquier otra expresión religiosa favorita. Seguir a Jesús está en el centro de la auténtica espiritualidad. Seguir a Jesús pone nuestras vidas al revés. Seguir a Jesús es lo mismo hoy que en el tiempo de los discípulos en los solitarios caminos de Galilea. Llama a salir de lo cómodo donde nos escondemos y nos lleva “donde no quieres ir.” (Juan 21: 18)

Esta tarea de seguir a Jesús es una maniobra muy complicada. No es suficiente tener la información correcta. No es suficiente seguir las prácticas estándar y rituales regulares. Verdaderamente seguir a Jesús solamente es posible por medio de morir a nuestros patrones egoístas y disminuir nuestra pasión por el control y la independencia. Seguir a Jesús es sobre vivir la verdad de que Dios es el amor revelado en Jesús. Nuestro viaje cristiano es un proceso lento de crecimiento en rendirse al Padre. “No se haga mi voluntad sino la tuya.” (Lucas 22: 42)

En los Evangelios, Jesús está continuamente expandiendo los horizontes al aceptar a todas las personas. Él se acerca al ciego, a varios poseídos y a los leprosos. Su ternura y aceptación de varias mujeres turbadas aplastó la separación rígida y la degradación de las mujeres que era la práctica estándar en aquel tiempo. Él tuvo compasión y actuó sobre eso al alimentar a la multitud. El regalo de Jesús de su vida en la cruz fue simplemente una expresión de cómo él vivió su vida llegando en amor y bondad para todos.

Seguir a Jesús solamente es posible para nosotros dentro de muchos niveles de conversión y un cambio profundamente arraigado. Lentamente aprendemos cuán expansivos son los horizontes del Evangelio respecto a la inclusión hoy en día. Empezamos con relaciones inmediatas y responsabilidades. El amor verdaderamente empieza en casa. Necesitamos vivir cada día con un sentido de llamada para incluir más en una forma verdaderamente amorosa. Esto demanda una continua destrucción de nuestros límites de comodidad. Cada uno de nosotros, en nuestra situación concreta, recibiremos el llamado para ser como Jesús con respecto a los marginados, los excluidos, los rechazados. “Síganme” solamente tiene sentido cuando nuestra muerte al falso ser nos permite alcanzar a nuestros hermanos y hermanas.

En La Alegría del Evangelio, el Papa Francisco hace este maravilloso comentario sobre nuestro llamado personal para seguir a Jesús: “Jesús quiere que toquemos la miseria humana, para tocar la carne sufriente de los demás. Él espera que dejemos de buscar esos nichos personales o comunales que nos abrigan del remolino del infortunio humano y en su lugar entrar en la realidad de la vida de otras personas y conocer los poderes de la ternura.” (La Alegría del Evangelio: # 270)

Nos movemos de un viaje en nuestra cabeza a la realidad de un compromiso personal cuando llegamos en amor a los “demás”. Esto es como permitimos que “caminar con Jesús” transforme nuestras vidas. La verdadera fe y el verdadero conocimiento de Dios solamente suceden cuando verdaderamente vivimos el mensaje del evangelio.
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