SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


JUAN 2: 1-12

Estimados amigos, el Evangelio según San Juan siempre tiene muchos niveles para su mensaje. Juan es particularmente fuerte para revelar los eventos de lo eterno en lo mundano en las actividades de Jesús. El texto de hoy se centra en la intervención de María y Jesús en una pequeña crisis en las bodas de un pueblo. Los eventos mundanos de una planificación pobre dan lugar a una realidad divina.

Hay muchos elementos en esta sencilla historia que sucedió en Caná. El más importante es la identidad de Jesús. Él es el vino nuevo de la tan esperada era mesiánica. Sus enseñanzas, su proclamación del reino, su mensaje de sabiduría viene todo junto para anunciar un nuevo día. El agua volviéndose vino fue una apertura desafiante para los judíos de su tiempo y para nosotros hoy en día. La persona y la sabiduría de Dios se han encarnado entre nosotros. Estamos desafiados a responder con fe.

Juan hace todo lo posible para presentar a Jesús como aquel que reemplazará los rituales judíos y las enseñanzas. Él es ahora el camino para encontrar a Dios. El papel de Jesús es simbolizado en el vino transformado a partir del agua que representaba todos los rituales de pureza y limpieza en la experiencia de fe de los judíos. En el nuevo día, el poder de Dios reside ahora en la persona de Jesús. En ambos, cantidad y calidad del vino nuevo vemos el inicio de la respuesta por el tan esperado tiempo de la intervención final de Dios. Esto es similar a la declaración inicial de Jesús en el Evangelio de Marcos: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Renuncien a su mal camino y crean en la Buena Nueva.” (Marcos 1: 15)

Juan nos invita otra vez a ir más allá de lo superficial cuando ponderamos la verdadera historia de amor en los eventos. Para Juan la gentil y conmovedora experiencia de la pareja de novios está envuelta y trascendió en el amor que Dios revela para toda la humanidad en Jesús. El verdadero desposado de la historia es Jesús, la revelación final del amor de Dios por todos nosotros.

El Evangelio de Juan siempre está lleno de giros y vueltas inesperados. El papel de María en esta historia cae en este patrón de paradoja y sorpresa. Juan nunca usa el nombre María para referirse a la madre de Jesús. Él tiene a Jesús refiriéndose a ella como “mujer.” En otro giro de la historia, y en contradicción a las palabras de Jesús, María inicia todo el proceso al dar las asombrosas tareas a los sirvientes: “hagan todo lo que Él les diga.” (Juan 2:5) el papel de María en esta historia es mucho más claro al que vio en relación a su encuentro con su hijo crucificado al pie de la cruz.

El título “mujer” en lugar de ser una señal de irrespeto abre a todo un nuevo horizonte. Conecta a María con Eva en el Génesis. María es ahora la nueva Eva, la madre de todos en la nueva familia que Jesús cita. Su invitación es para aceptar su llamado. Él es el “vino nuevo” que lleva a la vida eterna. El papel de María en la historia de Caná presagia su misión. Ella es la madre de todos los creyentes y el modelo y apoyo de los discípulos.

Como María, estamos llamados a responder a las necesidades de nuestro prójimo. Necesitamos ver y responder con su misma urgencia y sensibilidad envuelta en la declaración, “Ellos no tienen vino” (Juan 2: 3) De igual manera, necesitamos escuchar y abrazar sus palabras de sabiduría, “Hagan todo lo que Él les diga.” (Juan 2: 5) más de lo normal, estas visiones ofrecen comodidad y refuerzan la vida matrimonial.
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