SEMANA SANTA


Cuando yo era un niño, la Pascua significaba muy poco para nosotros. Lo que era de gran realce era la Cuaresma. El gran momento era el mediodía del Sábado Santo cuando ya podíamos comer dulces y había indulgencia por todo lo que habíamos dejado de hacer en cuaresma. Esta era una distorsión increíble del mensaje de la iglesia.

Hoy, tenemos otra gran distorsión de la Pascua. El gran día es el Viernes Santo. Para muchos, cuando no que para la mayoría, la Pascua es una reflexión en mucha de nuestra práctica religiosa popular. El punto que necesitamos entender es que somos “Un pueblo de Pascua.”
La enseñanza de la iglesia es muy clara. La muerte y la resurrección son un solo evento. Tomamos trece semanas para celebrar. En la forma más solemne y bella, la realidad central de nuestra fe, el Misterio Pascual. Este solo evento incluye la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión de Jesucristo. Este mismo evento es celebrado y experimentado en cada misa.

Nosotros tomamos una buena parte del año litúrgico para recordar esta historia. Sin embargo, es mucho más que una lección de historia.

En las trece semanas a partir del Miércoles de Ceniza hasta Pentecostés tenemos tres tiempos del año litúrgico. El propósito principal de la oración y la penitencia de Cuaresma es prepararnos para estar espiritualmente listos para celebrar los tres días santos del Triduo Pascual, del Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección. Las siete semanas del tiempo de Pascua son un tiempo de oración y reflexión sobre la realidad central de nuestra fe, el Misterio Pascual, Cristo Crucificado y Cristo Resucitado.

Aquí está la línea final de todo este material. La iglesia entiende el Triduo, y la liturgia en general, de esta manera. No es una recreación. No es sencillamente contar la historia no importa que tan solemne sea. No repetimos la historia. Esto es lo que enseña la iglesia. Celebramos el misterio y en la celebración estamos presentes en el misterio, el único y singular evento histórico. El poder del Espíritu en la iglesia nos hace presentes del evento de salvación, el Misterio Pascual.

La celebración es el poder y la presencia del Dios de gracia salvadora viniendo a nuestras vidas aquí y ahora. Este evento de salvación no está separado en partes. Es el Misterio de acción salvadora de Dios en Jesucristo. Estamos entrando en la realidad más profunda de nuestra vida presente. Estamos experimentando aquí y ahora en nuestra adoración la presencia del amor salvador llamándonos a la vida. Cuando recibimos la comunión el ministro no dice este es un recuerdo del Cuerpo de Cristo. Las palabras expresan la realidad. Este es el Cuerpo de Cristo. De manera que esta semana tenemos el más especial y más sagrado de todos los eventos en nuestra liturgia. Este es el tiempo más santo para celebrar, y en la celebración no solamente recordamos, sino que estamos presentes en la muerte y resurrección de Jesucristo. Esto es lo que hace la liturgia. Nos trae a la presencia del Misterio Pascual que celebramos. No lo repetimos. Entramos en él. Por esto es que somos Pueblo de Pascua.
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