MATEO Y SU LECCIÓN DE VIDA EN LA IGLESIA


PREFACIO 

En el Evangelio de San Mateo, el capítulo 18 contiene un solo mensaje. Es sobre la forma en que deberíamos vivir en comunidad como discípulos de Jesús.

Sería fácil para el lector promedio perderse en este punto sobre la iglesia. Nuestra experiencia de la iglesia hoy está dominada por la organización, la jerarquía y la presencia institucional con claros y dominantes patrones de distinción y rango. Con demasiada frecuencia fallamos al no ver en el Evangelio las raíces de la iglesia como la comunidad amorosa que es.

Con una pequeña guía, el material en el capítulo 18 de Mateo explota en un tentador y revelador desafío para todos nosotros. La primera parte del capítulo tiene que ver con los “pequeños” (Mateo 18: 1-14) y la segunda parte tiene que ver en sí con la reconciliación con aquel que peca. Todo junto, es una descripción profunda de una comunidad de amor. El enfoque está en las demandas de la membresía en esta nueva comunidad. Resalta el servicio humilde de unos hacia otros. Cuestiona nuestras ideas de la importancia del estatus social y personal.

Entre más profundo entramos en su mensaje, como todo lo del Evangelio, las visiones prácticas y desafiantes brotan como una guía para nuestro viaje en las huellas de Jesús. La enseñanza de Jesús sobre vivir en comunidad dirige el eterno problema del poder, el conflicto, el escándalo y la preocupación pastoral. Patrones pecaminosos, especialmente el clericalismo y el sexismo, han persistido con el paso de la historia de la iglesia.

Ofreceré tres reflexiones cortas y separadas sobre el significado que tiene para nosotros la enseñanza sobre la comunidad de amor que es nuestro llamado como seguidores de Cristo.

La primera de las reflexiones trata la necesidad de una actitud humilde como la base de la armonía y el servicio en la comunidad. Esto demanda una conciencia especial para los “pequeños” y los marginados.

La segunda es sobre cómo responder al comportamiento pecaminoso y divisivo que amenaza a la comunidad. Esto lleva a la tercera reflexión que es sobre la necesidad absoluta del perdón mutuo y la reconciliación.

LOS PEQUEÑOS: MATEO 18: 1-4


Los discípulos se preguntan quién será el más grande en el Reino de los cielos, Jesús corta eso de raíz al decir que se necesita ser como niños para entrar en el Reino. Esto dirige la preocupación de los discípulos por rango, prestigio, privilegio y poder. La identificación de Jesús de NIÑOS, como la medida del Reino es llamar a la humildad. Es una apelación para aceptarse uno en total dependencia de Dios. Es un ataque frontal sobre la tendencia constante de la naturaleza humana para crear posiciones de poder y prestigio que separan y dividen. Ser como niño en el Reino es liberarse de la expectativa de privilegio y prioridad.

En las enseñanzas de Jesús, la iglesia está llamada a ser testigo por ser una comunidad amorosa. En este capítulo prácticamente no hay ninguna señal ni expresión que nos haga identificarnos con la iglesia. En nuestra experiencia vemos grupos con poder y prestigio. Vemos Papas y pastores. Hay instituciones en abundancia tales como parroquias, escuelas, hospitales, órdenes religiosas. Hay organizaciones como los Caballeros de Colón; incontables medios de caridad y obras sociales y así sucesivamente. El mensaje de Jesús baja hasta lo más básico: un llamado a la humildad y servicio como la fuerza de vida de la comunidad de amor.

Ya sea en la iglesia o en la familia, en una escuela o en una pandilla callejera, siempre existe una patología que empuja al poder, al dominio y a la división en cualquier grupo. Hay una verdad constante para el desarrollo de grupos que están “de moda” y los grupos que “no lo están”. Jesús ataca esta expresión del pecado por medio de la llamada del irresistible dinamismo de la humildad como la base de la verdadera comunidad de amor.
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