Decimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario

Miedo

Mateo 10: 26-33


Estimados amigos,

La selección de hoy del Evangelio tiene a Jesús enviando a los discípulos a su primera ventura misionera. Jesús los está consolando para que dejen cualquier miedo. Él les está diciendo lo de la constante providencia del Padre.

El mensaje de Jesús es un enfoque triple contra el temor. Su primera declaración contra el miedo es que ellos tendrán el poder liberador de sus enseñanzas. Este punto había sido escondido pero ahora es revelado. Segundo, Jesús les había dicho anteriormente que serían como ovejas entre lobos, (Mateo 10: 16) sin embargo necesitan moverse hacia adelante sin temor. Finalmente, la tercera declaración contra el temor está basada en el cuidado amoroso y compasivo de Dios. Jesús usa los ejemplos de los gorriones y de los cabellos en nuestras cabezas.

En el tiempo de Jesús los gorriones eran vendidos a dos por un centavo y cinco por dos centavos. Aun así, Dios sabe cada movimiento de ellos. Los cabellos en la cabeza de una persona promedio son más de cien mil. Si Dios puede hacer un seguimiento de estos dos temas oscuros y casi frívolos, infinitamente más enérgico será el amoroso cuidado de Dios para nosotros. Esta providencia amorosa del Padre es la verdad central de la enseñanza de hoy. Todos los demás elementos necesitan ser entendidos en este testimonio. Hay dos clases de temores. El primero es de ayuda y es razonable.

Jesús está hablando del segundo miedo que está enraizado en la ignorancia y la ilusión. Este miedo es una fuerza paralizante que controla a la persona temerosa. Este miedo distorsiona la realidad hasta el detrimento de las relaciones y responsabilidades de la persona. Este es un miedo que impide el desarrollo, crece y engaña a la razón. Este miedo patológico destruye la esperanza y la libertad. Franklin D Roosevelt habló de este miedo en su famoso discurso inaugural: “La única cosa a la que hay que temer es el miedo mismo – un terror sin nombre, sin razón ni justificación que paraliza, que necesita esfuerzos para convertir el retraimiento en avance.”

Todos nosotros nos encontramos en estos días en la doble crisis la pandemia y la agitación racial, (en El Salvador la pandemia y las tormentas tropicales). Todos tenemos que estar cara a cara con el miedo. La clase de temor equivocado con frecuencia está dañando nuestro esfuerzo por vivir el Evangelio. Somos dirigidos a un esfuerzo vacío ordinario y mediocre del Evangelio y los nuevos horizontes. ¿Le tememos al poder honesto del Evangelio que nos mostrará la decepción de nuestras costumbres culturales tan alejadas de las enseñanzas de Jesús? Todos debemos hacernos la pregunta: ¿Qué clase de miedo nos está motivando? ¿Nos está llamando a avanzar en el nuevo mundo de las enseñanzas de Jesús o está paralizándonos en la cautividad de nuestro cómodo pero con frecuencia rígido mundo que nos ciega a nuestra propia mortalidad y preocupación por los demás? ¿Está construyendo muros o puentes? ¿Nos está dirigiendo más hondo en la inclusión de los demás como enseña el Evangelio o en el aislamiento de nuestros prejuicios?

La visión de Jesús en el Evangelio de hoy es clara y directa. Lo que necesitamos realmente temer es la separación final de la fuente de toda vida, nuestro Dios de amor y gracia. Todo lo demás, aun la destrucción del cuerpo en la muerte, descansa en las manos de nuestro Padre amoroso que está siempre llamándonos a la vida.
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