Tercer Domingo de Adviento

Mateo 11: 2-11


Estimados amigos,

Adviento, como temporada, trae a enfoque la espera esperanzadora y la venida gozosa. Estos elementos son parte de la experiencia humana. Nuestra vida está enraizada en la fe y en la espera. Demanda paciencia y anhelo para el hambre más profunda en nuestro corazón. Adviento es la temporada que reúne estas realidades profundas y nos invita entrar en las lecturas selectas de la temporada. Ellas develan a Dios en estas dimensiones de nuestro viaje humano. Estamos en modo Adviento de esperanza y anhelo toda nuestra vida. Siempre estamos esperando el cumplimiento de las promesas de Dios. Vivimos en el tiempo entre el “ya” del evento de Jesús y el “todavía no” de la experiencia plena del Reino de Dios. Hasta la segunda venida, el Reino está siempre parcial e incompleto en la historia humana.

Las lecturas de hoy expresan la tensión entre la venida final y las históricas acciones salvadoras de Jesús. La pregunta de Juan el Bautista lleva a la pregunta fundamental que Jesús le hizo a sus discípulos y a nosotros: ¿Quién dicen que soy yo? (Marcos 8: 29)

Juan estaba confundido por el ministerio de Jesús. Juan buscaba un mensaje un poco más demandante. Juan había proclamado la venida de un juzgador más estricto y severo. Al mismo tiempo, él compartía el entendimiento popular de la esperanza mesiánica del pueblo centrado en la liberación de Roma y la prosperidad para todos. La lista de Jesús de compasión y llena de misericordia quedó muy lejos de los sueños de Juan.

Jesús no respondió exactamente a las peticiones de Juan. Él quiere que sus andanzas dirijan a Juan en la realidad más profunda que él está revelando. “Vayan y díganle a Juan lo que oyen y lo que ven.” (Mateo 11: 4) Jesús entonces hace una lista de las actividades que ha cumplido como son relatadas por Mateo en los capítulos anteriores. Están en línea con muchas declaraciones de Isaías incluyendo la primera lectura de hoy. Jesús está desafiando a Juan a expandir sus horizontes y cavar más profundo en el mensaje de los profetas. Aquí él encontrará una entrada a la actividad Mesiánica que Jesús está revelando y que seguirá descubriendo en todo el camino al Calvario.

Como para Juan, así también para nosotros, Jesús desafía nuestros sueños y nuestras esperanzas. Jesús debe ser la medida de lo que nosotros queremos de Dios. Con mucha frecuencia, nuestros anhelos y deseos son distorsionados por los estándares del éxito material y personal expresado por los valores del mundo. Necesitamos mantener nuestros ojos y nuestro corazón en Jesús. Él diseñará el verdadero camino a los deseos de nuestros corazones como es expresado en la primera lectura de hoy de Isaías. Mientras que este pasaje habla de la liberación de los Judíos del desesperado cautiverio de los Babilonios, podemos leerlo como nuestro mensaje de adviento aquí y ahora. Es nuestra liberación de todas las consecuencias del pecado y del mal que es por mucho una parte de nuestra experiencia diaria.

Robustezcan las manos débiles,

Afirmen las rodillas que se doblan

Díganles a los que están asustados:

“Calma, no tengan miedo

Porque ya viene su Dios a vengarse,

A darles a ellos su merecido;

Él mismo viene a salvarlos a ustedes.

Entonces los ojos de los ciegos se despegarán

Y los oídos de los sordos se abrirán

Y los cojos saltarán como cabritos

Y la lengua de los mudos gritará de alegría…

Por este camino marcharán los recatados y por ahí regresarán

Los libertados por Yahvé; 

Llegarán a Sion dando gritos de alegría,

Y con una dicha eterna reflejada en sus rostros

Y la alegría y felicidad los acompañarán y

Ya no tendrán más pena ni tristeza.” 
(Isaías 35: 3-6, 10)

Nosotros reunimos todos estos anhelos profundos y necesidades en la impresionante oración de Adviento, ¡Ven, Señor Jesús!
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