Segundo Domingo de Adviento

Mateo 3: 1-12


Estimados amigos,

El Adviento es una invitación para ponderar la perspectiva cristiana del tiempo. El tiempo, para los cristianos, no es el incesante y aislado movimiento de las agujas del reloj. No es la mentalidad vacía y sin propósito de la espera de Dios. El evento de Cristo ha impregnado el tiempo con la posibilidad sin fin de una nueva vida. El tiempo es el mensajero de Dios llamándonos a un futuro lleno de gracia donde prevalecerá un nuevo día.

En Adviento, vemos el misterio del tiempo íntimamente conectado al pasado, al presente y al futuro en el evento de Cristo. El pasado nos recuerda la encarnación del Verbo. El presente es el encuentro con la gracia de Dios guiándonos a caminar con Jesús. El futuro es el complemento final de la victoria de Cristo en su segunda venida, la realización final de la historia humana.

Para entender este misterio del tiempo, echamos un vistazo a los eventos de nuestra salvación pasada. Hoy, es Isaías quien presenta dos hermosos pasajes de esperanza que presagian la venida de Cristo.
“Tendrá como cinturón la justicia, 
y la lealtad será el ceñidor de sus caderas.
El lobo habitará con el cordero,
El puma se acostará junto al cabrito,
El ternero comerá al lado del león 
Y un niño chiquito los cuidará.
Vaca y oso pastarán en compañía
Y sus crías reposarán juntas, 
Pues el león también comerá pasto igual que el buey.
El niño de pecho jugará sobre el nido de la víbora,
Y en la cueva de la culebra el pequeño meterá su mano.
No cometerán el mal, ni dañarán a su prójimo
En todo mi cerro santo,
Pues como llenan las aguas el mar,
Se llenará la tierra del conocimiento de Yahvé. (Isaías 11: 5-9)

El Adviento, más que cualquier otra cosa, es un tiempo de gozo y lleno de propósitos esperando a Dios que nos ha asegurado su venida. El Evangelio de hoy nos dirige a Juan el Bautista. Es un llamado a prepararse para los cristianos para el total misterio del Verbo hecho Carne, no un regreso nostálgico a la belleza de Belén. Necesitamos recordar el evento completo de Jesús. Esto incluye sus mensajes desafiantes y los eventos salvadores de la muerte y la resurrección. Al estar de frente a Jesús, entendemos el mensaje de Juan, “Arrepiéntanse, porque la venida del Reino de los cielos está cerca.” (Mateo 3: 20) esto demanda que nosotros cambiemos nuestras vidas conforme nos preparamos para la venida del Señor.

La espera del Adviento no es como el penoso trabajo de estar atrapado en el tráfico ni tampoco es la aparente fila sin final del supermercado. Ni tampoco es la ansiedad que dirige el tiempo cuando esperamos el resultado de un examen o cualquier noticia de un doctor que cambia la vida. La espera del Adviento es una anticipación de gozo de una nueva vida. Esta nueva vida demanda una franqueza creativa que lleve al arrepentimiento y a la conversión. Quiere decir que le damos la bienvenida a Dios que continuamente viene y toca la puerta del corazón humano. Nos preparamos para toda esta espera de Adviento con la oración especial de la temporada, ¡Ven, Señor Jesús!
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